Kutxi
Sólo escribo de muertos. Kutxi acaba de morir y por eso escribo sobre ella. Los recuerdos no van a parar ya al cajón de la escritura, se quedan en la bolsa marrón del cerebro. Tan menuda, tan gigante, Kutxi me miraba hacia arriba sin que yo consiguiera mirarla hacia abajo. Escuchaba su voz quebrada, como aguardentosa, y oía el corazón palpitando. Otra compañera más que ya no está. Otro cachito de la vida que se esfuma y que busca cobijo en la memoria. Otro ya no ver más y sólo recordar. Y van... Claro que nos vamos muriendo, cómo no. Pero cada vez tengo la sensación más clara de que aquellos a quienes recuerdo y a quienes guardo su correspondiente habitación en mi memoria, fueron y son gente digna de recordar. Vaya por ti, Kutxi, otra de esas mujeres que, como mi suegra, medían tres veces su estatura.




