El 'pico' del loro


Dice el chiste popular que el loro murió al estornudar, porque se clavó el pico en el pecho. Luis Rubiales ha hecho algo parecido, al pretender que un beso en la boca impuesto a la jugadora Jennifer Hermoso no era más que un gesto amable y cariñoso, al que no había que darle más importancia. Dar un azotito en el culo también puede pasar por un gesto amable y cariñoso. Esos pellizcos en la mejilla a la que tan propensas eran las amigas de las madres de otra época, también lo eran.

El problema no está en el gesto en sí, sino en las circunstancias y la persona a la que se le propina. Jamás se me ocurriría dar un beso en la boca a una mujer a la que simplemente conozco, porque precisamente lo limitado de la relación me mantendría alejado de ello. En el caso de Rubiales y Hermoso, esa limitación es obvia, ya que un presidente de la Federación de Fútbol puede conocer, incluso ampliamente, a las jugadoras de la selección, pero en un contexto exclusivamente técnico y/o administrativo. No en el plano personal, desde luego.

Pongamos por caso que yo soy un jugador de la selección española de fútbol que acaba de ganar un Mundial. Me acerco a recibir la medalla y, como soy hombre, igual que Luis Rubiales, seguro que no se le ocurre darme un beso en la boca, por más contento que se sienta. Pero digamos que me agarra la mejilla y me da un notable pellizco. Me sentaría mal, muy mal. Es un gesto que asimilo a la consideración que otras personas tenían de mí como un niño. Y ya no lo soy. Creo que como mínimo le devolvería el pellizco, a ver si le gustaba o, por el contrario, le ofendía, al menos un poco.

Pues esa es la madre del cordero en este asunto. Luis Rubiales se ha sobrepasado y, con ello, ha realizado un gesto machista, muy machista. Comprendo que a nivel legal se lo pueda considerar incluso una muestra de violencia sexual. Que la jugadora haya pasado de hacer unos comentarios en que mostraba bastante claramente su disgusto, a otros en los que le resta importancia al hecho, no tiene nada que ver. El cambio puede estar motivado por el simple temor a represalias por parte del presidente de la Federación.

Total, que Luis Rubiales se ha dado a sí mismo la 'muerte del loro'. Se ha clavado el pico en el pecho, aunque esta vez haya sido a consecuencia de un beso, y no de un estornudo.

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