Requiem laico por mi gato
No pongo foto suya aquí porque no he podido hacerle hoy una tal y como lamentablemente era al final de su vida: escuálido, con una enfermedad prácticamente incurable del riñón y con un tumor en el cuello que no le dejaba comer normalmente. Con el poco pelo que le quedaba hirsuto y con aspecto desaliñado, Trostki, el hijo que tuve antes de tener un hijo, no se merecía obviar su presente y buscar una amable foto de su época joven: un gato lustroso, guapo para llevarse de calle a cualquier gata. Trostki se merecía el respeto de recordarle también cuando estaba hecho una ruina física.
Creo que a las pocas semanas de nacer, cuando mi ex lo trajo a casa, me adoptó como madre de la misma forma y en el mismo momento en que yo le adopté como hijo. Tal y como había visto hacer desde pequeño a las gatas con sus crías, le di unos topetazos suaves con la nariz en su entrecejo, gesto que, estoy seguro, les dice a ciencia cierta quién es ese ser que les trata tan amablemente. Desde entonces, siempre nos saludamos con ese topetazo, incluso cuando era ya un pedazo de gato rubio como se han visto pocos. Él mismo acudía por las noches a mi cama, se subía hasta mi cara y me saludaba con ese gesto cómplice de tanto tiempo. Así lo hicimos durante catorce años largos.
Ayer, miércoles, 12 de agosto de 2009, con todas las tripas revueltas, no tuve más remedio que llevarle a bienmorir por no verle seguir malmuriendo poco a poco. Le seguiré recordando, tanto si es viejito y hecho polvo, como si es lustroso joven y guapo, porque le quise de las dos maneras.
Creo que a las pocas semanas de nacer, cuando mi ex lo trajo a casa, me adoptó como madre de la misma forma y en el mismo momento en que yo le adopté como hijo. Tal y como había visto hacer desde pequeño a las gatas con sus crías, le di unos topetazos suaves con la nariz en su entrecejo, gesto que, estoy seguro, les dice a ciencia cierta quién es ese ser que les trata tan amablemente. Desde entonces, siempre nos saludamos con ese topetazo, incluso cuando era ya un pedazo de gato rubio como se han visto pocos. Él mismo acudía por las noches a mi cama, se subía hasta mi cara y me saludaba con ese gesto cómplice de tanto tiempo. Así lo hicimos durante catorce años largos.
Ayer, miércoles, 12 de agosto de 2009, con todas las tripas revueltas, no tuve más remedio que llevarle a bienmorir por no verle seguir malmuriendo poco a poco. Le seguiré recordando, tanto si es viejito y hecho polvo, como si es lustroso joven y guapo, porque le quise de las dos maneras.
Comentarios
Salud y República
Un abrazo
Un abrazo
Un cariñoso abrazo solidario.
Un saludo
(Copiado del blog A este lado del Rubicón que lo publicó el domingo 28 de junio de 2009. "La bitácora de Antonio Flórez...
... y me encuentro que el día anterior -13- has publicado este otro dedicado a un gato con el que conviviste largo tiempo.
En casa lo hemos hecho con dos, los dos dados/regalados por otras personas, los dos "desaparecidos" en situaciones infaustas. El 1º a los 6 meses de edad -nos lo dieron al mes de su nacimiento- apareció muerto en casa -debió recibir un golpe-. Y el segundo, que estuvo con nosotros 9 años, no volvió. Ambos eran andorreros, como yo, les gustaba andar nuevos caminos, no soportaban los límites de nuestro patio. Desde el principio fueron libres.
Todo esto para decierte que... lo comprendo, comprendo perfectamente tu dolor. Te dio buenos momentos y él los disfrutó contigo. Bueno para ambos.
Un beso. Paquita
Un abrazo para todos/as y el saludo de rigor.
Ya sólo quedan un par de la última generación de los que han sido mis amigos, compañeros de piso y prácticamente familiares (aunque no lo fuesen "de sangre") no homo sapiens.
Saludos.