Homenaje a Leopold Trepper
Sin que venga necesariamente a cuento, tan sólo porque un comentario en otra bitácora me lo ha sugerido, quiero aquí hacer mi particular homenaje así, ahora mismo, a una de las muchas personas olvidadas de la Historia y que, sin embargo, jugaron en ella un papel decisivo.Hay un libro poco conocido del gran público, pero enormemente esclarecedor como testimonio. Se trata de "El Gran Juego", escrito por Leopold Trepper, quien fuera jefe máximo de la llamada "Orquesta Roja", la red de espionaje soviético en Europa desde antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y hasta terminada la misma, y que consiguió infiltrarse en el tinglado nazi hasta la médula, pasando a sus superiores soviéticos información vital en muchos momentos, incluyendo la relativa a la decisión de Hitler de invadir la URSS, quebrando el Pacto Germano-Soviético (algo sobre lo que Stalin no quiso ni oir hablar, tan ciego era). Se trató de un espía no menos importante que el más conocido Richard Sorge.
Pues bien, Trepper fue purgado dos veces tras la terminación de la guerra. Corrió varias veces peligro su vida en la propia URSS y finalmente consiguió que la presión internacional le permitiese la salida de ese país. Escribió el mencionado libro, que son sus memorias, y en él hace alusión a esa izquierda que tuvo que luchar contra el nazismo y contra el estalinismo al mismo tiempo, sin un Estado protector y sin una mitología que les ayudase a seguir adelante.
Hacia el final del libro echa la vista atrás y se pregunta: en aquellos tiempos de demencia política del primer Stalin en el poder, cuando la delación y la desconfianza habían inundado ya las arterias de un partido basado en la confianza entre sus militantes, ¿quién fue capaz de levantar la voz y denunciar lo que ocurría? ¿Quién, de mantenerse serenamente fiel a unos principios cuyo mantenimiento costaban la tortura propia o la de la familia, el exilio o la muerte?
Los trotskistas, se responde a sí mismo.
Es una respuesta corta, simple y efectiva.
In memoriam.
Pues bien, Trepper fue purgado dos veces tras la terminación de la guerra. Corrió varias veces peligro su vida en la propia URSS y finalmente consiguió que la presión internacional le permitiese la salida de ese país. Escribió el mencionado libro, que son sus memorias, y en él hace alusión a esa izquierda que tuvo que luchar contra el nazismo y contra el estalinismo al mismo tiempo, sin un Estado protector y sin una mitología que les ayudase a seguir adelante.
Hacia el final del libro echa la vista atrás y se pregunta: en aquellos tiempos de demencia política del primer Stalin en el poder, cuando la delación y la desconfianza habían inundado ya las arterias de un partido basado en la confianza entre sus militantes, ¿quién fue capaz de levantar la voz y denunciar lo que ocurría? ¿Quién, de mantenerse serenamente fiel a unos principios cuyo mantenimiento costaban la tortura propia o la de la familia, el exilio o la muerte?
Los trotskistas, se responde a sí mismo.
Es una respuesta corta, simple y efectiva.
In memoriam.
Comentarios
En segundo lugar, porque los seguidores del viejo León siempre eran los más rojos de todos los rojos. Ante cualquier debate, o cualquier dilema, su solución era la más radical. Lo cual podía no ser muy inteligente, pero sí muy simpático.
Por otra parte, lo de que siempre se proponía la solución más radical, habría mucho que hablar. Depende, naturalmente, de lo que cada cual entienda por radical, pero yo recuerdo formas internas de comportamiento y propuestas externas de acción de diversos grupos maoístas que así, de repente, sonaban atroces. Aquí en España, por tomar un ejemplo creo que consistente, casi todos los grupos a la izquierda de IU (del PCE, en otra época) abominaban de CC.OO (por no hablar de la UGT) y se esforzaban o bien en crear otro sindicato o en moverse por fuera del sindicalismo tradicional. La LCR, en cambio, siempre defendió la militancia en los sindicatos en que estaba la mayoría de los trabajadores (ni siquiera sólo en CC.OO., aunque obviamente acabara volcándose allí el grueso de la "intervención", que se decía entonces).
Como ve, son cosas relevantes que no cuadran con la teoría de los trotskistas simpáticos que siempre van por ahí haciendo y diciendo picardías rojeras.
Y si no, que se lo digan a la dirección del PCE y de IU, que durante seis años sudó tinta y no consiguió hacerse con las riendas del más importante (y hasta ahora, el último) movimiento de masas existente en este país, el movimiento contra la OTAN. La influencia fundamental en él fue de dos grupitos simpáticos, el MC y la LCR.
Un saludo.
De todos modos, no sé si los más radicales, pero dentro de la izquierda de los más coherentes eran los trotskistas.
¿Y si Trotsky hubiese sido el sucesor de Lenin...? Quizás, quizás, hubiera sido difícil que el trotskismo fuera lo que es hoy. Después de todo, la estética del perseguido, del derrotado, nos puede a los rojeras.
Y ojo, no le quito ni un mérito.
Don Lüzbel, no creo que haya misterio con aquel movimiento. Simplemente, el hecho de tener razón y ser muchos no siempre garantiza la victoria.
un saludo.
Saludos
Un saludo.
EDUARDO AQUEVEDO
http://aquevedo.wordpress.com/