Un caso claro de censura

Hace aproximadamente un mes publiqué una entrada en la que mostraba mi repudio por una publicidad de Dolce Gabbana aparecida en prensa. Venía a decir entonces que lo que transmitía esa publicidad era un adocenamiento hiperesteticista frío e inhumano que detesto. Queda clara, por tanto, mi postura hacia la publicidad de esta marca, que suele ir, al menos en los últimos tiempos, siempre en esa misma línea.

Sin embargo, con motivo del "affaire" que la firma mantiene con el Instituto de la Mujer a raíz de la prohibición de otra publicidad gráfica más reciente, que ha sido acusada de machista por la administración española, debo defender a la casa de moda italiana. Y debo defenderla además por las mismas razones que sus propietarios esgrimen para retirar toda su publicidad de España: por lo que la medida prohibicionista tiene de censura.

Hay varios temas que se han convertido en especialmente sensibles en este país y cuyo tratamiento por parte de la Administración y, más allá de ella, por parte de casi todos las instancias políticas y sociales, implica un nivel de censura y prohibicionismo también bastante grandes en el ámbito de la expresión artística, o de la expresión a secas. Pienso en la violencia contra las mujeres, en el trato a la infancia, en el hábito de fumar, en el consumo de alcohol... Sin pretender igualar importancia de unos y otros, lo cierto es que forman un catálogo de problemas a los cuales se responde disparando por elevación, y mucho. El caso más reciente (la ley contra el consumo de vino) es paradigmática, sobre todo por haber tenido que echarla atrás, prueba de lo excepcionalmente exagerada que resulta. Las exageraciones también se han producido en el caso de la prohibición de fumar.

El problema viene, creo yo, por la forma que este Gobierno tiene de considerar las soluciones a los problemas: cree que éstos desaparecen por decreto y no dirigen el grueso del esfuerzo al plano de la educación y del desarrollo cultural en sentido amplio. No terminan de entender que el machismo terminará cuando termine el fomento directo o indirecto de la educación sexista; que la violencia contra las mujeres terminará cuando las generaciones que hayan mamado esa nueva educación y esa nueva cultura (lo que equivale a decir esa nueva educación también en su casa y en la calle) pueblen la sociedad. No terminan de entender que el consumo de alcohol probablemente no se elimine totalmente nunca, al igual que el del tabaco. Pero, más importante aún, no terminan de entender que, a diferencia de los problemas de machismo y violencia de género, con los del consumo de determinadas sustancias como el alcohol y el tabaco, probablemente no haya por qué desear que se eliminen totalmente. Esto tiene que ver con una auténtica cultura de la permisividad bien entendida, esto es, sin excesos que atenten contra los intereses y la vida tranquila de los demás.

En el caso de la supuesta publicidad machista, la composición gráfica que ha desatado la acción censuradora de la Administración muestra a unos hombres, especialmente uno de ellos, inclinados sobre una mujer tendida en el suelo en actitud desvalida y en aparente actitud de aprovecharse de ella sexualmente (¡vaya eufemismo!). Sin embargo, la palabra se queda muy corta para describir. Dicho así, puede parecer una imagen que refleja un intento de violación. Viendo la imagen real, sin embargo, esa impresión está fuera de lugar. Es la propia frialdad y esteticismo del que hablaba al principio, propios de la marca, los que consiguen alejar cualquier reflejo de realidad en la imagen. Son figuras casi de cera cuyo quietismo se adivina más allá de la forzada inmovilidad de la foto impresa. Nada que ver con la realidad. Este anuncio no es, de ninguna manera, una incitación a la violencia machista. Caso de serlo, habría que prohibir la distribución y venta de novelas como "Las edades de Lulú", o las obras eróticas del marqués de Sade.

¿Este anuncio es arte? Yo diría que sí. ¿Es diseño? También, de alta calidad. ¿Borges era un escritor? Lo era, y magnífico. ¿Tenía opiniones repudiables sobre muchos aspectos sociales y politicos? A montones. ¿Tienen que ver el arte y el diseño con la corrección política? No, aunque a veces pueden coincidir.

Luchar contra las lacras sociales no justifica desterrar la sensibilidad artística, ni pretender que ésta se tenga que encuadrar en unos criterios estrechos y muchas veces paletos acerca de lo que debemos pensar. Ofrézcanse a la sociedad los argumentos, procúrese que los entienda y déjese después que la sociedad vaya empapándose de ellos. Pero no recurran a la censura, que, como tantas otras cosas, tiene tendencia a quedarse una vez que se le invita.

Comentarios

Daniel Isaac ha dicho que…
Joder Antonio qué miedorrrrlll...

Llevaba la mitad escrita de un post en la linea del tuyo...
ya no lo acabo `porque me estaba yendo al carajo cuando he decido dar un vistazo a los vuestros y plas!
...Mejor dicho imposible.
Nos estamos hipersensibilizando con todas las formas de arte.
No me puedo imaginar a Batallie en la españa de hoy publicando su "HISTORIA DE UN OJO".

Ya vale de ser tan mojigatos...

Saludos y abrazos.
J. G Centeno ha dicho que…
La cuestión, como casi siempre, estriba en no querer ir al fondo de las cosas. Es más fácil matar al mensajero.Se prohíbe el anuncio de Dolce&Gabanna porque retrata una escena de violencia contra la mujer. Pero es que esa violencia, y otras, son corrientes en nuestra sociedad. Se prohibe el anuncio de Armani, pero no se hace nada para acabar con el turismo sexual. El prohibicionismo, máxime cuando por medio hay algo tan subjetivo como es el arte no sirve para nada. El artista retrata una sociedad enferma. Intenten ustedes curar a la sociedad, no censurar al retratista. Hace unos años se emitió por una cadena televisiva pública la película de Passolini "Saló o los 120 días de Sodoma", ¿Se emitiría hoy?
Daniel Isaac ha dicho que…
Qué peliculón Centeno...
Qué peliculón...