Qué bien que sea así, pero podía haber sido al contrario

El Supremo ha fallado en la demanda presentada por la familia Franco contra la decisión del Gobierno de exhumar los restos del dictador Franco y llevarlos al cementerio de Mingorrubio. Los Franco querían que se llevasen a la catedral de La Almudena, junto a la Plaza de Oriente en la que Franco solía reunir a sus atrabiliarios seguidores y fascistas de todo pelaje. El Supremo ha rechazado la demanda de los Franco en su totalidad y ha avalado la decisión del Gobierno.

Justo a tiempo, diría yo.

Porque esta sentencia le viene de perlas al Presidente del Gobierno en funciones para sacar pecho de cara a las próximas elecciones que se ha empeñado a toda costa en convocar con tal de no formar un gobierno de coalición con Unidas Podemos.

Y en contra de lo que dicen que dicen algunas encuestas, Pedro Sánchez no tiene tan claro el resultado de ese movimiento. Porque las encuestas difícilmente pueden medir el alcance del hastío de la gente. Nunca se ha dado en este país una situación como la que vivimos, con repetición tras repetición electoral, y por ello es muy difícil medir la reacción de la gente ante esas repeticiones. ¿Le echará esa gente la culpa a Unidas Podemos (que es a lo que aspira Pedro Sánchez), o se dará cuenta de que el único que ha sorteado de todas las formas posibles una vía perfectamente posible de formar gobierno y, en cambio, convoca otras elecciones más, es el propio Pedro Sánchez, y le dará la espalda por ello?

Así que no le sobra al Presidente ningún apoyo en su carrera por hacer ver visiones al electorado progresista. Y ésta que le brinda el Supremo no es pequeña.

Porque en este momento han fallado de esta manera, pero el Supremo es un tribunal con un elevado número de jueces proclives al franquismo, por lo que perfectamente podrían haber fallado en sentido contrario.

Y ahí está la madre del cordero: esto no es una ardua pelea llevada a cabo y ganada por un Presidente y un Gobierno que se han sentido de izquierdas y han decidido plantarle cara a las rémoras del pasado franquista. No ha habido un constante accionar del Gobierno para, legítimamente, presionar de todas las formas posibles, incluida la de la movilización popular, para conseguir este resultado. Pedro Sánchez y su Gobierno se han limitado a plantear una medida (por otro lado, a todas luces limitada y comedida), y después esperar que un Tribunal Supremo le diese la venia.

Qué bien que haya sido así, pero la verdad es que podría haber sido al contrario.

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