Naderías

Hoy he escrito en el blog de un queridísimo amigo sobre lo sobrevalorada que está la felicidad. He compartido con otro amigo reflexiones un tanto sorprendentes para mí mismo sobre cuestiones como las ilusiones y alicientes que le quedan a unos y a otros a los 60 y pico años. Me he indignado con la detención de Willy Toledo por cagarse en dios (¿Dios?, ¿dios?) y lo he expresado en el twitter (a la espera de otras posibles acciones algo más contundentes que puedan fraguarse en breve). He procurado dar un paso más para mejorar una crisis política quizás bastante casera, pero no por ello menos agobiante. He corregido alrededor de 30 páginas de la versión revisada de la tesis de una amiga sobre los esquiladores de Fuentelsaz a lo largo de la historia. He preparado un poco de la intervención que haré próximamente ante un relator de la ONU para la verdad, justicia y reparación de las víctimas del franquismo. He leído (con bastante emoción, la verdad) reflexiones de un grupo de personas que han aportado testimonio acerca de esa represión franquista sobre ellos mismos o sobre familiares suyos. He compartido con el personal de la concejalía lo relativo a varias líneas de trabajo de participación que en ella se desarrollan. He charlado también sobre la mucha satisfacción que me produce ver cómo mi hijo va adquiriendo criterios y comportamientos políticos y éticos que me llenan de orgullo.

Y llegan las 11 de la noche y tengo una sensación de cierto vacío personal. ¿Son naderías las cosas que he hecho o sobre las que he hablado? En fin, buenas noches, felices sueños.

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