Miedo a que el arroz se pase

En el esquema ya podemos decir que clásico de la política institucional, cada partido que cuenta con presencia en ese ámbito considera que tiene un territorio que debe defender y, en la medida de lo posible, ampliarlo.

El territorio del PSOE sufrió recortes impactantes hace cuatro años en determinadas instituciones, y desde entonces no ha terminado de sobreponerse al horroroso mal que le aqueja: el pánico a dejar de ser la "pata izquierda" del bipartidismo.

Las encuestas más recientes le dicen al partido socialista que está al borde de que esa posibilidad se materialice a corto plazo. No es que las encuestas arrojen un resultado que rompe con el bipartidismo, sino que éste se puede empezar a sustentar en patas distintas a las actuales. El PP es ya claramente un partido amortizado por parte de la derecha, pero esa misma derecha ha apostado desde hace tiempo por el recambio de Ciudadanos, a quien ahora están consiguiendo aupar a posiciones ganadoras. En cuanto a la pata izquierda, las encuestas señalan a Unidos Podemos como nuevo actor hegemónico a corto plazo, y eso el PSOE no lo puede consentir.

El partido socialista ha jugado hasta ahora las bazas que sabía jugar porque las ha venido jugando machaconamente desde la Transición hasta ahora: el PP es el partido de la derecha con quien tiene que entenderse y, asumiendo el papel de "partido de Estado" que tanto le gusta, admitir que lleve adelante cualquier barbaridad en aras de la "estabilidad democrática". Si es preciso desnaturalizar una Constitución ya de por sí tibia, se desnaturaliza a golpe de reforma del artículo 136, o de uso retorcido del 155. No importa, con tal de que se mantenga la "estabilidad democrática".

Pero esa baza no le está saliendo bien ahora. El PSOE ha jugado las cartas de la misma manera de siempre y, sin embargo, otro jugador se lleva la baza ahora. Y eso no lo puede permitir ni Pedro Sánchez ni, me atrevería a decir, Susana Díaz. Estoy seguro de que, al margen de posibles críticas menores, la presidenta andaluza sabrá entender el peligro grande de verdad al que se asoma su partido, el peligro de dejar de existir a corto plazo. La experiencia traumática del PASOK griego seguro que ronda en la cabeza de los dirigentes socialistas desde hace tiempo.

Y, créanme, al margen de algunos reductos respetables del PSOE que basarán esa preocupación por su desaparición en lo que pueda tener de perjudicial para el avance de posturas progresistas, para una parte demasiado importante la preocupación vendrá del hecho de que su desaparición implicaría también la de decenas de miles de "puestos de trabajo". Los suyos, fundamentalmente.

En esta clave entiendo yo la decisión del PSOE de presentar una moción de censura a Rajoy. La traducción de esta decisión es: "Somos aún el partido con quien hay que contar para garantizar la 'estabilidad democrática', y vamos a demostrar que es así ahora y que debe seguir siendo así en el futuro.

Porque si no hacen este movimiento, igual se les "pasa el arroz", como ha ocurrido ya de hecho con el PP, su entrañable compañero de fatigas.

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