Atención a las víctimas del franquismo

El próximo 19 de abril inauguramos oficialmente en Rivas la Oficina de Atención a las Víctimas del Franquismo. Lleva funcionando ya una semanas, pero esto de las inauguraciones formales requiere su tiempo para poder organizarlo y el resultado es ésta no muy grave contradicción de inaugurar algo que ya existe.

Me preguntaba alguien el otro día cuánto de personal mío hay en esta oficina. Es decir, entiendo yo, que si es un empeño personal mío, por intereses particulares, digamos. Para sorpresa de mucha gente, diré que en parte sí. Me explico.

Nací en 1956 y así que tuve uso de razón pude empezar a captar la sensación, tan agobiante, de que había cosas de las que no se podía hablar. Un tío mío llevaba por entonces más de una década en la cárcel, y su esposa, mi tía, había pasado también unos cuantos años en otra prisión, en ambos casos por "delitos" políticos. Pero no se podía hablar de ello. Ni se podía hablar de aquellas personas que se dedicaron a denunciar ante las autoridades franquistas a vecinos suyos por el simple hecho, a veces, de haber simpatizado con la República.

El castigo era terrible: detención, tortura en ocasiones, humillación, pérdida de bienes y propiedades (la vivienda, normalmente), pérdida del empleo en muchísimas ocasiones... La vida destrozada, en fin.

Bajo el yugo de la fuerza, cientos de miles de personas tuvieron que pasar por aquello y tuvieron que recomponer, con el paso de los años, sus vidas destrozadas. Quienes pudieron hacerlo, naturalmente, que otras muchas personas no lo consiguieron. Todavía es la fecha en que ni siquiera han podido contar todo eso en algún lugar "oficial".

En mi familia hubo varios de estos casos, y sólo la solidaridad entre familiares, o a veces entre vecinos, pudo conseguir que mi tía y mi tío (éste último cuando salió de la cárcel, creo recordar que 25 años después de entrar en ella) consiguieran recomponer sus existencias, siempre dentro del marco de una gran pobreza y falta de medios que les llevó a tener que vivir en la casa de mis padres muchos años.

Mi padre mismo fue testigo, e incluso víctima "leve", de la represión sindical, que empezó a aflorar a partir de finales de los años 60 junto con la aparición de la propia actividad sindical independiente de los cauces oficiales. Pocos años después empezó de nuevo la política de asesinatos por parte de la policía y de las bandas fascistas, y las calles y las casas se poblaron de nuevo de víctimas. Así, hasta bien entrados los años 80, ya muerto el dictador pero no del todo su sistema.

En todas esas décadas las personas que sufrieron represión injustificada del tipo que fuera por parte del "bando republicano", habían conseguido no sólo un reconocimiento oficial de los hechos, sino una reparación casi inmediata en los casos en que tal reparación era posible porque era de índole económica. Nadie les debía ya nada, pues, porque en seguida habían conseguido su justicia, independientemente de la opinión que cada cual podamos tener de si era o no justicia.

Pero el resto no. El resto tuvo que caminar sin que los agujeros en los bolsillos de los pantalones fueran un gran problema, porque poco había para poner en ellos y perderlo. El resto tuvo que callar y, en muchos casos, ver todos los días a las personas que les habían denunciado y en no pocas ocasiones se habían beneficiado de ello, disfrutando de la vida.

Y eso no es justo. A todas esas personas que aguantaron, sufrieron y callaron, se les debe la verdad, se les debe la justicia y se les debe la reparación, cuando sea posible. Esto último, a menudo, es fácil de conseguir: sólo con que se diga en voz alta y oficialmente lo que ocurrió, lo que les hicieron, esas víctimas ya consideran que han tenido una parte importante de la reparación que necesitan.

¿Y qué interés tengo yo personalmente en esto? El interés de dormir un poco mejor porque, si conseguimos los objetivos de verdad, justicia y reparación que nos marcamos, el mundo será un poco más justo y un poco mejor.

Así que sí, tengo un interés personal en todo esto. De hecho creo que todas y todos deberíamos tener un interés personal en que estas cosas salgan a la luz, se haga justicia con ellas y se obtenga reparación por lo ocurrido. Porque no se trata de venganza, sino de justicia. No lo olvide nadie.

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