Nada que pensar

¿Qué es lo que hay que pensar cuando uno ve disparar desde un barco a un grupo de niños en una playa y matarlos? ¿Qué consideraciones hay que hacer antes de lanzarse al mar montado en un torpedo y desarbolar el navío y ahogar a sus tripulantes? ¿Quiénes necesitan tener en cuenta algo más antes de arrojar vitriolo a la cara de esa diputada israelí que aboga por matar a las mujeres palestinas por parir a quienes paren?

Son pregunta sencillas, se puede responder con un simple "yo", y quien levante esa mano se habrá colocado en el ánima del cañón de ese nefasto barco; y se habrá hecho ponzoña saliendo de la boca herrumbrosa de la diputada sionista.

No hay nada que considerar hasta en tanto no pare una carnicería como la que el Estado de Israel comete hoy y viene cometiendo desde hace décadas. Nada.

Después, cuando ese genocidio cese, cuando estén los barcos hundidos o en puerto, cuando las diputadas nazis tengan la boca cosida con mil palabras, entonces y sólo entonces podrán hacerse otras consideraciones. Se podrá condenar a Hamas o al Sunsum Corda, se podrá pedir por activa o por pasiva que cese el lanzamiento de cohetes contra la población israelí. Se podrá pedir la paz (¡oh, la paz!) e incluso se podrá caer en la cuenta de que estamos vendiendo armas a los protagonistas de ese genocidio, y dejar de hacerlo.

Pero no antes de que el Estado de Israel se repliegue a su territorio, sobre sí mismo, y deje de considerar Oriente Próximo como una tierra prometida por un dios sanguinario, fiel reflejo de sus hijos y sus obras.

Si quieren reivindicar esa tierra prometida, que lleven a su dios a la ONU y que muestre allí las escrituras de propiedad de esa tierra torturada, las que le permiten hacer tan generosa promesa a un pueblo elegido, por lo visto, para matar y devastar la misma tierra que reivindican.


Comentarios

Freia ha dicho que…
Vd. lo ha dicho. No hay qué pensar sino actuar.

Un abrazo.