Elogio de un hombre serio

No recuerdo con precisión cuándo conocí a Miguel Romero. Probablemente en algún congreso de la LCR, pero no sé en cuál. Muy pronto después de entrar a militar en aquel partido, creo. Mi primera impresión fue la que con seguridad causaba en casi todo el mundo cuando le conocía "metido en faena", es decir, en plena discusión política: una persona seria.

Y no uso el adjetivo en el sentido de carente de humor, sino de responsable en sus opiniones, fundamentadas siempre en el conocimiento del tema y en la reflexión sobre él. Y sincero. Es algo tan desconocido hoy, en lo que se entiende por política, esto de ser sincero, que vale la pena explicar lo que significa: lo que decía lo pensaba realmente. Y lo que pensaba era lo que pretendía llevar a cabo. Sencillo planteamiento, ¿no?

Dirigente político reconocido por militantes de muy alto nivel de los cinco continentes, el Moro trataba con esa seriedad tanto los temas como las personas con las que se relacionaba. Tanta era esa seriedad y respeto, que obligaba en mucha medida a los demás a hacer un esfuerzo para ponerse a su nivel. De ahí que debatiendo con él fuese frecuente que uno se preparase la argumentación de sus opiniones mejor, las fundamentase con más solidez. No se trataba de un examen; se trataba de estar a la altura.

La de veces que trabajando con él en la redacción de 'Combate', él como director y yo como jefe de redacción, durante la última época de la publicación, me mojó la oreja con tal o cual tema. No le había dado las suficientes vueltas, tal aspecto está muy cogido por los pelos, aquéllo hay que documentarlo más, las galeradas no están bien maquetadas, la foto no es buena... Porque, como persona esencialmente seria, no había apenas aspecto al que no diese importancia. La primera revista teórica y de debate que la LCR tuvo después de las míticas 'Inprecor' y 'Comunismo', fue 'Viento Sur', que aún se publica con buena salud. Para ella pidió y consiguió que el creador de la maqueta de 'Rouge' y de tantas otras publicaciones francesas con alto nivel de diseño, Jerôme Oudin, se desplazase desde Paris para trabajar con nosotros empapándose de lo que queríamos obtener. La sobriedad de la propuesta que finalmente pergeñó agradó especialmente al Moro (y a mí, hay que decirlo), yo creo que porque era seria. Servía para lo que tenía que servir, era (y es) clara y sin florituras, y "funcionaba" bien. Pues ya está, de eso se trataba.

Periodista político, cinéfilo, amante del flamenco, culé hasta la médula, hombre de aguda ironía y lengua rápida... Y trostkista. Tan trostkista, que, como muchos otros, rizó el rizo de la 'esencia trostkista' y puso en solfa el trostkismo conocido para apelar a una nueva forma de ser revolucionario, sin ese apellido pero conviviendo con las mejores tradiciones de esa corriente histórica.

Tenía en la época en que le traté una película como favorita, 'El Sur', de Víctor Erice, y en ella se resume la personalidad y la trascendencia de Miguel Romero. Porque es una película seria por su planteamiento (inacabada, pero seria), tierna y nostálgica en su envoltura y rigurosa en su construcción. Si alguien me propusiese parecerme a una película, no se me ocurre otra mejor.

Te echaré mucho de menos, Moro.





Comentarios

Paz Juan Robledo ha dicho que…
Lo siento, Antonio.

Un abrazo.
Anónimo ha dicho que…
Compartimos tantos momentos que es indescriptible los actuales momentos que pasamos sin su presencia física. Gracias Antoniopor tu palabras...que la tierra te sea leve, compañero, amigo Moro.