Mariposas en el estómago y viento en la espalda

Ayer estuve en la creo que sexta presentación que Elena Muñoz hace de su novela "Como viento en la espalda". He de reconocer que en mi opinión en muchas de las presentaciones de obras literarias se alaba tanto al libro que después, cuando lo lees, tus expectativas quedan defraudadas. No es el caso.

A Elena la conozco superficialmente desde hace muchos años y un poco más en profundidad desde hace muy poco. Es en esta última fase cuando he podido comprobar su empuje y sus imperturbables ganas de ver la vida por el lado positivo. Gran profesional de la comunicación, creo que compartimos unas miras más altas de lo habituales en lo que a eso, a la comunicación, se refiere. Yo procuro hacerlo en parte porque publico una revista y me va en ello casi la vida. Ella lo hace, creo yo, no sólo por eso, sino porque le apasiona comunicar.

Ese verbo oculta una de las tareas más arduas que en la actualidad pueden acometerse, porque es bien sabido que el enorme ruido que existe en ese mundo, el de la comunicación, hace que sea difícil escuchar lo que alguien tiene que decir. Elena tiene varios ambientes distintos en que procura salvar ese escollo y pienso que lo consigue con el perfil más difícil de interlocutor: el del pequeño empresario local que, acuciado o no por la crisis, siempre tiene en la recámara la pregunta de "¿cuánto me va a costar esto?" en lugar de "¿qué voy a ganar con ello?"

De esa facilidad para la comunicación ha nacido sin duda la primorosa facilidad para explicar sentimientos que puede que en general sean comunes -como ella misma reconoce y valora- a los de la mayoría de la gente, pero que en otros, son más específicamente suyos. La original estructura de su novela se arma sobre la base de varias entradas que Elena ha ido colgando en su blog, "Mi vida en tacones", desde hace tiempo, y esas entradas dan la clave de cada capítulo. No obstante, que den la clave no significa que el capítulo de la novela sea un simple desarrollo de la entrada del blog. Esta última es sólo lo dicho: una clave, algo que puede servir para entender mejor los motivos y algún que otro guiño, pero que no limitan el desarrollo literario de la novela en sí.

De esta última, además, puedo decir algo bastante determinante: la comencé a eso de las tres de la mañana, unas cuantas horas después de la presentación y en ese momento en que los noctámbulos interiores (es decir, los que no lo somos tanto por estar bebiendo copas, sino por aprovechar la magia de la noche) luchamos entre el cansancio y las ganas de seguir viviendo otro poco más. Una hora después había llegado casi a la página sesenta y aunque el sueño ya no me dejó continuar, hoy ha sido lo primero que he hecho cuando he podido.

Harto ya de decepciones con novelas con mucha cáscara y poca nuez, casi resignado a volver una y otra vez a mi Yourcenar, a mi Saramago o a mi Le Carré, encontrar algo que, sin ser puro divertimento, por fin te estimula, te interesa y te hace querer seguir leyendo, es muy gratificante.

Asi que gracias, Elena.

(Ah, y lo de las mariposas del título, pregúntenselo a ella en su blog, si les pica la curiosidad)

Comentarios

Laura Olalla ha dicho que…
"Como el viento en la espalda" que te roza con su céfiro delicado, así me toca el agua del mar como fugitiva que agradece la risa ligera de un viento amigo que sostiene la palabra, el culto a la vida y la indagación de nuevas veredas.
Gracias, Antonio por tu hermoso comentario al libro de Elena Muñoz.
UN cordial saludo. Laura Olalla Olwid