En las nubes

Al Gobierno español no le hace caso el Gobierno de Estados Unidos acerca de su petición de noticias sobre cuándo los norteamericanos devolverán los datos privados incautados al cerrar Megaupload. No me pregunten por qué, pero no me sorprende. Más allá de las bromas fáciles sobre la nula importancia del Gobierno español para los yanquis, lo cierto es que el tema relevante aquí es el hecho de que un gobierno, y no uno cualquiera, sino el más manipulador y el más experto de la historia en utilizar de mala manera la información privada, ha accedido y se ha apropiado de miles de gigabytes de información privada y de ficheros de datos de media humanidad.

¿Qué tienen ahora que decir los incondicionales de la modernidad desaforada, de lo último más último de todos los últimos habidos y por haber? ¿Que nos dicen ahora los apóstoles de la "nube", del "no sea usted antiguo, ¿para qué quiere un ordenador con disco duro y sistema operativo, cuando puede tener sus programas y sus archivos en un servidor remoto?"

Cada vez estoy más convencido de que el grueso de la modernidad lo constituye un vasto amasijo de ideas absurdas que sólo producen beneficios a unos pocos, pero que son envueltas con el electrizante manto del futuro para que una mayoría crea en ellas como buenas para sí mismos. ¿Cómo se puede al mismo tiempo predicar normas de seguridad cada vez más enrevesadas y castrantes para la comunicación, y animar a la gente a renunciar a la más básica de sus privacidades depositando su identidad y sus posesiones en un lugar desconocido y en manos de gente desconocida?

Lo único que sí es posible conocer en este tinglado de desconocimientos es la calaña de quienes, cuando ellos quieren y sin apenas molestarse en hilvanar un argumento creible, se saltan a la torera cualquier legalidad y hacen de su capa un sayo.

Y los demás, nosotras y nosotros, en las nubes...