Proteger al poder, no a la justicia
La Policía (con mayúscula, es decir, como cuerpo global) ha manifestado su cara más real: la de una institución al servicio del poder. No al servicio de la justicia, que es una cosa que muy frecuentemente, pero más aún en estos tiempos y en este país, anda arrastrada por los suelos. El poder (con minúscula, esta vez) está descentralizado en un estado democrático. Las lecciones de democracia rosa que los políticos y las instituciones malintencionadas quieren hacer tragar a los niños y a los mayores aniñados dicen que existe en esos estados una división de poderes que sirve para que unos se controlen a otros. Pero es mentira.
La ministra González-Sinde decía el otro día por televisión que harían que se respetase la declaración de bien cultural, o como demonios se llame, de las casas del barrio valenciano de El Cabanyal. Pero los policías que hoy aporreaban inmerecida e inmisericordemente a manifestantes pacíficamente sentados en el suelo en defensa de ese barrio eran, en buena parte, miembros de la Policía Nacional. Eran, pues, agentes al servicio del Gobierno central. O sea, del Gobierno del que es miembro González-Sinde.
¿Mentía, pues, la ministra cuando declaraba lo que declaraba? ¿O es que nadie le hace caso cuando se dedica a cualquier cosa que no sea dictar leyes parciales destinadas a engordar los bolsillos de la SGAE? El Gobierno debería estar utilizando a la Policía Nacional para mantener el orden, es decir para impedir que se derribasen las casas de El Cabanyal, si es que están acogidas, como parece decir la ministra, a la calificación de patrimonio cultural. La Policía Nacional debería, pues, estar procediendo a la identificación y detención, si viniera al caso, de los conductores de las grúas y demás material destinado al derribo de las viviendas. Y un fiscal debería estar investigando (y descubriendo con gran facilidad) quién había dado la orden de efectuar esos derribos. Y así, debería estar denunciada y en prisión preventiva la alcaldesa de Valencia.
En lugar de eso, están agrediendo a manifestantes pacíficos. Pues bien, esa es la función principal de la Policía en cuanto las cosas se ponen tirantes: proteger al poder.
No a la justicia, no lo olviden.
La ministra González-Sinde decía el otro día por televisión que harían que se respetase la declaración de bien cultural, o como demonios se llame, de las casas del barrio valenciano de El Cabanyal. Pero los policías que hoy aporreaban inmerecida e inmisericordemente a manifestantes pacíficamente sentados en el suelo en defensa de ese barrio eran, en buena parte, miembros de la Policía Nacional. Eran, pues, agentes al servicio del Gobierno central. O sea, del Gobierno del que es miembro González-Sinde.
¿Mentía, pues, la ministra cuando declaraba lo que declaraba? ¿O es que nadie le hace caso cuando se dedica a cualquier cosa que no sea dictar leyes parciales destinadas a engordar los bolsillos de la SGAE? El Gobierno debería estar utilizando a la Policía Nacional para mantener el orden, es decir para impedir que se derribasen las casas de El Cabanyal, si es que están acogidas, como parece decir la ministra, a la calificación de patrimonio cultural. La Policía Nacional debería, pues, estar procediendo a la identificación y detención, si viniera al caso, de los conductores de las grúas y demás material destinado al derribo de las viviendas. Y un fiscal debería estar investigando (y descubriendo con gran facilidad) quién había dado la orden de efectuar esos derribos. Y así, debería estar denunciada y en prisión preventiva la alcaldesa de Valencia.
En lugar de eso, están agrediendo a manifestantes pacíficos. Pues bien, esa es la función principal de la Policía en cuanto las cosas se ponen tirantes: proteger al poder.
No a la justicia, no lo olviden.
Comentarios
El trabajo de la policía no es proteger la justicia.
La justicia la definen las leyes (los parlamentarios) y es obligación de los jueces que se cumpla y respete con el auxilio obligado (pasivo) de la fuerza policial cuando sea requerida. Y es evidente que si el parlamento representa al poder económico la legislación defenderá los intereses de sus representados.
Puede usted discrepar en la definición de justicia, y yo estaré de acuerdo (hay leyes injustas, ej. la ley de amnistía) pero eso no cambia la función policial. Si las leyes son injustas somos los ciudadanos los que podemos/debemos cambiarlas. Si los parlamentarios no defienden nuestros intereses ¡a la p… calle ¡¡
Tomemos ejemplo de la “señá” Aguirre y de su valeroso gesto, ser la primera en destapar el caso Gürtell. Ella sola, sin el auxlio de policías ni jueces, como siempre en vanguardia de la lucha contra la corrupción. Así se gana el voto de los demócratas...(de los demócratas madrileños).
No tiene gracia, pero es lo que hay (de momento).
un cordial saludo
En segundo lugar, ciertamente me he hecho acreedor a sus puntualizaciones sobre el papel legal de la Policía, sin embargo me hierve la sangre al verla actuar de la manera en que se les ha visto. En muchos lugares se lo curran de otra manera, por ejemplo trabajando para, entre varios, alzar en vilo a los sentados (a pesar de la resistencia de éstos) y retirarlos. Aquí, la solución es más fácil: saca la porra y ábrele la cabeza a quien haga falta.
Un saludo.
Salvo por un individuo que si que se ve haciendo uso de la fuerza contra un agente, a los demás se les ve directamente como les atacan. La función y acción de la Policía debería ser muy contemporizadora y dirimente.
Esta clase de actuaciones desprestigian a la institución. Si hace falta reformar los protocolos, se cambian. Si un agente se ve obligado a usar la fuerza es una cosa distinta a si se puede evitar ante una manifestación pacífica.
Las operaciones policiales bien organizadas y ejecutadas no hacen ese uso exhuberante de la violencia, reglamentaria o no.
Y encima nos lo ponen a la hora de comer... ¡que a uno le dan ganas de coger por el cuello al pobre Pedro Piqueras y apretar hasta que se ponga azul! Espero que no se malinterprete el humor negro y amargo en el sentido literal que no tiene.
Nos queda mucho por civilizarnos, señores :-(
Es chungo verse en una multitud (que no digo esta), que te supera en número y que muchos a la mínima están esperando para hostiarte, porque están enfadados, irritados y tu eres el primo que se va a llevar los golpes en lugar de otros, por decisiones que no has tomado. Si actúas con delicadeza muchas veces te comen y creo que no se puede pedir a nadie que se enfrente a una multitud en inferioridad numérica y ponga en peligro su vida confiando en las buenas intenciones del a humanidad.
Si el comentario es sobre la brutalidad de la intervención policial escogió el titular más apropiado... para hacer demagogia.
¡Caray¡ deje la demagogia para la "lideresa"