El papel de los actores
Como, definitivamsente, soy una persona a la que le va la marcha, voy a ponerme otra vez a contracorriente (supongo): hoy aparecen en primer plana de Público en Internet unas declaraciones del actor Willy Toledo acerca de Cuba y del carácter de delincuente común del recientemente fallecido Orlando Zapata. El actor hace estas declaraciones en una mesa redonda sobre el Sahara, lo cual me llena de estupefacción, por varios motivos.
En primer lugar, y a pesar de que la mayoría de las afirmaciones de Toledo le sitúan mucho más cerca que lejos de mis propias opiniones, he de decir que no entiendo el por qué de la presencia del actor en una mesa redonda sobre el Sahara, y menos aún pronunciándose sobre el carácter de los presos en Cuba. No tengo noticias de que sea ningún experto en la(s) materia(s) ni un activista significado en relación con esos asuntos (si lo fuese, habría que cambiar de opinión), luego hay que deducir que estaba entre los intervinientes en calidad de famoso.
Esta costumbre de incorporar a famosos a los actos públicos de la izquierda tiene una larga trayectoria, pero en principio se trataba de una presencia colateral, con la cual se pretendía aprovechar la estela que estos personajes dejan tras de sí en forma de periodistas ávidos de declaraciones reseñables. Muchas cosas que, dichas por un simple experto, pasarían desapercibidas para la mayoría de periodistas, si quien las dice es, por ejemplo, un actor conocido, ocupan la portada de un diario.
El problema no es que los artistas se ofrezcan para servir de altavoz de opiniones con las que están de acuerdo y a las que reconocen el carácter de malditas para los medios de comunicación. El problema viene cuando en lugar de un papel de altavoz de estas opiniones, asumen el papel de creadores de opiniones. En una mesa redonda (que no es un mitin, no lo olvidemos) se supone que cada interviniente debe tener un discurso (entendido como pensamiento estructurado y comunicable, no como pieza de retórica) y algo propio que decir, sustentado en argumentos de cierto peso. Dicho de otra manera: un actor puede presumir de hacer muy bien el trabajo de transmitir opiniones que si no es en su boca, difícilmente serían captadas por los medios; sin embargo, debería alejarse de ser el creador de esas opiniones si no está especialmente dotado, por conocimiento o experiencia, para ello.
No sé si esto suena muy elitista, disculpen, si es así, el señor Toledo y otras personas que puedan sentirse aludidas u ofendidas. Pero creo que cuanta más seriedad incorpore la izquierda a sus propuestas e inciativas, desde las más amplias a las más pequeñas, mejor resultado se logrará a largo plazo.
En primer lugar, y a pesar de que la mayoría de las afirmaciones de Toledo le sitúan mucho más cerca que lejos de mis propias opiniones, he de decir que no entiendo el por qué de la presencia del actor en una mesa redonda sobre el Sahara, y menos aún pronunciándose sobre el carácter de los presos en Cuba. No tengo noticias de que sea ningún experto en la(s) materia(s) ni un activista significado en relación con esos asuntos (si lo fuese, habría que cambiar de opinión), luego hay que deducir que estaba entre los intervinientes en calidad de famoso.
Esta costumbre de incorporar a famosos a los actos públicos de la izquierda tiene una larga trayectoria, pero en principio se trataba de una presencia colateral, con la cual se pretendía aprovechar la estela que estos personajes dejan tras de sí en forma de periodistas ávidos de declaraciones reseñables. Muchas cosas que, dichas por un simple experto, pasarían desapercibidas para la mayoría de periodistas, si quien las dice es, por ejemplo, un actor conocido, ocupan la portada de un diario.
El problema no es que los artistas se ofrezcan para servir de altavoz de opiniones con las que están de acuerdo y a las que reconocen el carácter de malditas para los medios de comunicación. El problema viene cuando en lugar de un papel de altavoz de estas opiniones, asumen el papel de creadores de opiniones. En una mesa redonda (que no es un mitin, no lo olvidemos) se supone que cada interviniente debe tener un discurso (entendido como pensamiento estructurado y comunicable, no como pieza de retórica) y algo propio que decir, sustentado en argumentos de cierto peso. Dicho de otra manera: un actor puede presumir de hacer muy bien el trabajo de transmitir opiniones que si no es en su boca, difícilmente serían captadas por los medios; sin embargo, debería alejarse de ser el creador de esas opiniones si no está especialmente dotado, por conocimiento o experiencia, para ello.
No sé si esto suena muy elitista, disculpen, si es así, el señor Toledo y otras personas que puedan sentirse aludidas u ofendidas. Pero creo que cuanta más seriedad incorpore la izquierda a sus propuestas e inciativas, desde las más amplias a las más pequeñas, mejor resultado se logrará a largo plazo.
Comentarios
Tiempos estos, don antonio, en que los políticos parecen actores y los actores políticos!
mitxel
Por ejemplo, hace unos meses vino Cayo a mi Granada natal, y aunque la charla era sobre las perspectivas de la izquierda en el futuro, se permitió el lujo de hablar de Aminatou (que era un tema también de actualidad).
Por eso yo creo que en verdad lo que se esta haciendo en esta entrada es disfrazar de "objetividad" (es decir, de no debería de decir eso porque no entiende de lo que esta hablando) la "subjetividad" (es decir, no debería de hablar de eso porque no es lo que yo opino).
Un saludo
Un saludo!
A mis abuelos, hace unos 60 años, les contaban en el franquismo fascismo español que los "rojos" tenían cuernos, rabo y se comían a los niños. Mi papá, en su pueblo, fue a ver a unos señores acusados de "comunistas" —a lo mejor habían sido derechistas del partido del Sr. Lerroux, quién sabe; la etiqueta "rojo" servía para cualquier indeseable según el régimen de terror del temible Generalísimo— que fueron paseados atados por la plaza mayor como escarnio.
Algunos asistentes habían llevado piedras y se las arrojaron acompañadas de insultos y escupitajos. Mi papá se sorprendió de comprobar que los señores apresados y exhibidos no tenían realmente ni cuernos ni rabo. Algo no le encajaba a su sano sentido crítico.
No tengo muy claro quién es el Sr. W. Toledo, lo digo sin ironía, pero creo que está bien que deje claro cuál es su opinión en cualquier tema en el que se sienta preparado para hacerlo. Y se merece todo mi respeto como cualquier otra persona.
No lo hace como mero ciudadano anónimo, lo destaca ud. bien, lo hace como lo que en comunicación organizacional se conoce como prescriptor. Una figura revestida de cierta notoriedad/autoridad puede propagar mejor cierto mensaje, del tipo que sea, que una persona totalmente desconocida.
Muchos tomamos nota, para estar mejor informados, de quién dijo qué en cada momento. Sirve para tener más claro el perfil sociopolítico de cada uno y su coherencia. No debe sonar oscuro ni lóbrego, por supuesto, es mero y sano activismo cívico. Así sabemos en cada momento la tendencia y la credibilidad del interviniente en los asuntos tratados.
Lo mismo se podría hacer con todos los que escribimos en una publicación en Internet tipo blog. Fue dicho tiempo ha aquello de que somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios.
Por ejemplo, recordamos cuál ha sido el discurso del diputado Rajoy Brey sobre la guerra de Afganistán cuando era ministro y cuando pasó a la oposición.
O la posición de la actriz y activista cívica C. Machi sobre temas como la guerra de Irak, sobre el conflicto palestino-israelí, sobre la S.G.A.E. y sobre el uso de Internet y el software P2P.
Recordaremos que el Sr. W. Toledo, a quien algunos no teníamos muy presente, considera al fallecido activista por los DD.HH. un delincuente común. Cosa muy distinta de la considerada por la organización internacional no gubernamental Amnistía Internacional, por cierto.
Recordaremos lo que cada uno ha dicho. Sencillamente, porque así lo han querido los parlantes al expresarlo públicamente en su comunicación. Y es el deber de toda persona adulta responsable el tener cierta memoria y ser capaz de relacionar las cosas que van aconteciendo.
También recordamos p.ej. que la cadena televisiva Telecinco firmó aquel manifiesto en contra de las lenguas españolas y por la supremacía del castellano, aunque los promotores no lo llamaron así. También lo firmó la excelente soprano M. Caballé, creo recordar.
O que la música de Eminem y The Beatles fue usada a gran volumen como método de tortura sensorial en el campo de concentración del Gobierno de U.S.A. en Guantánamo y los propietarios de los derechos de autor demandaron al Gobierno por el uso de su obra sin permiso y, lo peor de todo, para tal fin.
El tiempo da y quita razones. A todo el mundo.
Cordialmente,
Me alegra mucho verle más a menudo aquí por la blogocosa.
Un beso
Como he dicho en mi entrada, si Willy Toledo, independientemente de su condición de actor, reúne esa experiencia o esos conocimientos específicos sobre la materia que la mesa redonda trata, pues la cosa cambia totalmente. Sin embargo, no tengo noticias de que asi sea. Por lo tanto, mantengo mi crítica (que, por otro lado, no es demasiado fiera, digo yo).
Y de entre todos los comentarios, me gustaría perguntar particularmene a don Ceronegativo: ¿No cree usted que es demasiado inconsistente su argumento?
A los anónimos, como siempre, no les contesto.
Un saludo.
Normalmente no dejo comentarios, pero hoy voy a dejarte uno.
¿si Willy Toledo hubiera dicho en la misma mesa que el gobierno cubano es desalmado y asesino por haber dejado morir a una persona, hubieras escrito el mismo post? ¿hubieras dicho se dedicara a lo que sabe?
No se pueden tener dobles raseros de medir cuando las opiniones de los demás no nos gustan y de eso pecamos muchos y muchas.
Amí siempre me ha parecido que los artistas se dejan usar en función de lo que creen oportuno y que cuando viene bien se les ensalza y cuando viene mal..............
Pongamos un ejemplo: supongamos que Willy Toledo hubiese declarado que "Es una verdadera vergüenza que los dirigentes asesinos cubanos hayan permitido que muera Orlando Zapata, un héroe de la resistencia democrática en Cuba. Es preciso condenar la dictadura cubana y hacer todo lo posible para que termine". ¿Cree usted que yo habría opinado que estaba muy bien?
Un saludo.