Lo que quedará de Cuba
Decir, como dice el gobierno cubano, que en Cuba "no hay presos de conciencia, sólo mercenarios a sueldo de potencias extranjeras", es una memez como la copa de un pino. Aunque Cuba fuera un verdadero paraíso del socialismo con el rostro más humano del mundo mundial (cosa que no creo que sea), habría disidentes políticos. A mí, particularmente, me parecería muy bien que así fuera, y la salud democrática de tal edén ganaría mucho, pues hasta el Paraíso es perfectible, no lo duden. Y, no lo duden tampoco, Orlando Zapata era un preso político.
Partiendo de esa incontrovertible base, puedo llegar fácilmente a la certidumbre de que Orlando Zapata fue un preso político al que, cuanto menos, se permitió morir de hambre, cosa que no me parece bien. Que lo mismo ocurra en otros países llamados democráticos no es óbice para aceptar esa realidad en Cuba. Los cubanos no deberían hacerlo (no sé si lo hacen), el gobierno cubano no debería hacerlo y los amigos del socialismo en todo el mundo no deberían hacerlo. Observen que hablo de amigos del socialismo y no de amigos de Cuba, porque hay una histórica polémica acerca del carácter socialista de Cuba desde hace muchos años.
En mi opinión, esa polémica se fundamenta en ciertas cuestiones de bastante calado que tienen que ver con la titularidad legal de los medios de producción en la isla, cuanto menos de los principales, así como de la tierra. Pero, francamente, dejando a un lado esa cuestión, que se torna a ratos un poco bizantina, lo cierto es que apenas queda reconocimiento posible de socialismo en cuanto acerca uno el ojo al tratamiento grotescamente discriminatorio hacia la población en relación con el turismo; o en cuanto se repara en el poco sutil desvío de la mirada legal hacia la prostitución generalizada en zonas turísticas; o hacia la manga ancha con que las autoridades tratan a los empresarios que van allí a "hacer patria"; o, claro está, hacia el notable racismo y homofobia imperantes en una sociedad cuya cultura no es en eso diferente de la de otros muchos países de su entorno (aunque cincuenta años de supuesto socialismo deberían haber dado para cambiar esas cosas un poquito)
Todas estas cuestiones que digo son controvertibles y sistemáticamente controvertidas bajo el argumento general de que la ubicación geopolítica de Cuba y la existencia durante décadas de un bloqueo cierto y brutal, han obligado al régimen cubano a fortalecerse, a acerar sus aristas y cerrar los puños dispuesto a pegarse con quienes vengan a dar primero. Los intentos iniciales de golpe de mano por parte de Estados Unidos y de la mafia norteamericana (que tanto perdió con la entrada de los barbudos en La Habana) fraguaron ese escenario y lo hicieron plausible, y la posterior política de acoso de Estados Unidos lo convirtieron en eterno.
El problema es que los años pasan y ciertas cosas han cambiado mucho, muchísimo, en Cuba. La mayoría de ellas (por no decir todas) han cambiado a disgusto de los defensores a ultranza del régimen castrista, pero el discurso oficial sigue conteniendo la suficiente cantidad de retóricos llamamientos a la causa socialista como para que quien quiera mantenerse en el engaño, pueda hacerlo. Y yo creo que ahí está la madre del cordero: cuanto menos identificación posible queda con el socialismo, más se afanan los defensores de esa pequeña patria socialista en defenderla a muerte.
Yo creo que Cuba, al paso de unos años más, habrá dejado a la historia de la Humanidad un ejemplo de muchas cosas positivas. La aplicación de criterios socialistas en el terreno de la distribución de los medios de producción y (algo menos) de la riqueza, y los logros en campos vitales, como el archiconocido de la Sanidad, podrán compararse con la triste y continuada realidad de países de su entorno, empobrecidos hasta la extenuación y víctimas de dictaduras mucho más negras y mortíferas que la cubana.
Pero, junto a ese ejemplo, habrá dejado sin duda la sensación de otra experiencia fallida que se amparó en el sello del socialismo, sin comprender tampoco la necesidad de urdir mimbres pensando en el futuro a largo plazo y no sólo a corto. La dureza imprescindible para defenderse de tan violentos enemigos como los que ha tenido Cuba debería haber dejado un hueco, no obstante, a la dulzura necesaria para reconocer el derecho a no estar de acuerdo o a amar de manera distinta.
Partiendo de esa incontrovertible base, puedo llegar fácilmente a la certidumbre de que Orlando Zapata fue un preso político al que, cuanto menos, se permitió morir de hambre, cosa que no me parece bien. Que lo mismo ocurra en otros países llamados democráticos no es óbice para aceptar esa realidad en Cuba. Los cubanos no deberían hacerlo (no sé si lo hacen), el gobierno cubano no debería hacerlo y los amigos del socialismo en todo el mundo no deberían hacerlo. Observen que hablo de amigos del socialismo y no de amigos de Cuba, porque hay una histórica polémica acerca del carácter socialista de Cuba desde hace muchos años.
En mi opinión, esa polémica se fundamenta en ciertas cuestiones de bastante calado que tienen que ver con la titularidad legal de los medios de producción en la isla, cuanto menos de los principales, así como de la tierra. Pero, francamente, dejando a un lado esa cuestión, que se torna a ratos un poco bizantina, lo cierto es que apenas queda reconocimiento posible de socialismo en cuanto acerca uno el ojo al tratamiento grotescamente discriminatorio hacia la población en relación con el turismo; o en cuanto se repara en el poco sutil desvío de la mirada legal hacia la prostitución generalizada en zonas turísticas; o hacia la manga ancha con que las autoridades tratan a los empresarios que van allí a "hacer patria"; o, claro está, hacia el notable racismo y homofobia imperantes en una sociedad cuya cultura no es en eso diferente de la de otros muchos países de su entorno (aunque cincuenta años de supuesto socialismo deberían haber dado para cambiar esas cosas un poquito)
Todas estas cuestiones que digo son controvertibles y sistemáticamente controvertidas bajo el argumento general de que la ubicación geopolítica de Cuba y la existencia durante décadas de un bloqueo cierto y brutal, han obligado al régimen cubano a fortalecerse, a acerar sus aristas y cerrar los puños dispuesto a pegarse con quienes vengan a dar primero. Los intentos iniciales de golpe de mano por parte de Estados Unidos y de la mafia norteamericana (que tanto perdió con la entrada de los barbudos en La Habana) fraguaron ese escenario y lo hicieron plausible, y la posterior política de acoso de Estados Unidos lo convirtieron en eterno.
El problema es que los años pasan y ciertas cosas han cambiado mucho, muchísimo, en Cuba. La mayoría de ellas (por no decir todas) han cambiado a disgusto de los defensores a ultranza del régimen castrista, pero el discurso oficial sigue conteniendo la suficiente cantidad de retóricos llamamientos a la causa socialista como para que quien quiera mantenerse en el engaño, pueda hacerlo. Y yo creo que ahí está la madre del cordero: cuanto menos identificación posible queda con el socialismo, más se afanan los defensores de esa pequeña patria socialista en defenderla a muerte.
Yo creo que Cuba, al paso de unos años más, habrá dejado a la historia de la Humanidad un ejemplo de muchas cosas positivas. La aplicación de criterios socialistas en el terreno de la distribución de los medios de producción y (algo menos) de la riqueza, y los logros en campos vitales, como el archiconocido de la Sanidad, podrán compararse con la triste y continuada realidad de países de su entorno, empobrecidos hasta la extenuación y víctimas de dictaduras mucho más negras y mortíferas que la cubana.
Pero, junto a ese ejemplo, habrá dejado sin duda la sensación de otra experiencia fallida que se amparó en el sello del socialismo, sin comprender tampoco la necesidad de urdir mimbres pensando en el futuro a largo plazo y no sólo a corto. La dureza imprescindible para defenderse de tan violentos enemigos como los que ha tenido Cuba debería haber dejado un hueco, no obstante, a la dulzura necesaria para reconocer el derecho a no estar de acuerdo o a amar de manera distinta.
Comentarios
¿Alguna vez encontraremos, o encontrarán nuestros nietos un sistema justo, solidario y libre?
Ha sido tu post muy valiente, porque seguro que algunos desde la izquierda te pondrán un "pero..."
Vayapordios.
Vayapordios.
Lo que llama mi atención es la facilidad de cierta izquierda para decirles a otros lo que deben hacer y ser, cuando son incapaces de mirarse a sí mismos para arreglar sus propias contradicciones y problemas. Me retrotrae sinceramente a Mariátegui. Es cierto cortinismo de humo, clásico de nuestra izquierda europea.
Y por otro lado, la necesidad de “salir del armario”, oséase de dejar claro su desvinculación de Cuba, para lo cual se usa a Orlado como disculpa o momento. Como si con Cuba sólo se pudiese ser anti o pro y no se pudiese ser, desde una postura lógica y materialista, compañeros y compañeras de un proceso revolucionario, que tendrá sus aciertos y errores, pero que es suyo. Como si de todo hubiese que establecer un vínculo incondicional no reflexivo. Vislumbrándose cierto trauma de unas militancias personales herederas de ciertos “ismos” absolutistas del pasado (maoismos, troskismos, carrillismos,…). Meter a Marx, Lenin o Gramsci a debatir sobre la Cuba actual resulta ciertamente reduccionista y metodológicamente nada materialista.
Personalmente, para escribir la más mera línea sobre este tema nos pasamos rato largo, viendo artículos y datos de todas las tendencias y analizando en busca de una síntesis, sin dogmatismos. Hace años aprendimos que quien camina puede meter la pata. Lógicamente en Cuba no existe lo que Fidel, Camilo y el Che soñaron sino lo que han podido hacer, tanto por razones históricas, como por realidades internas y externas. Lo complaciente (para antis o pros) sería asumir la Revolución Cubana como algo estanco y cerrado, por suerte en Cuba nos demuestran con sus debates y acciones que es algo vivo, de ahí el futuro de su proceso revolucionario. Viva Cuba y su Revolución.
http://larepublica.es/firmas/blogs/index.php/dametira/2010/02/27/sobre-zapata-cuba-y-las-dobles-morales#comments
El cerco del enemigo, las dificultades no son excusa pues estas siempre existirán mientras el mundo no deje de ser capitalista.
Si este "modelo" ha fracasado a estas condiciones simplemente hay que enterrarlo, no sirve porque produce resultados contrarios para quienes han luchado por un mundo mejor.
El socialismo estatista ha fracasado en todas partes y para construir un modelo diferente hay que saber denunciarlo y no arrastrar culpas ajenas pues es un modelo cosntruido siempre en asencia de democracia política.
¿Qué hacen gentes de izquierda compartiendo semejantes métodos?
Así no vamos a convencer a nadie de que el socialismo es mejor que el capitalismo.
ES tiempo de crisis y podemos abordar los temas de fondo de nuestras alternativas proponiendo políticas que centren sus objetivos en el protagonismo social y no en la potencia de la centralización estatal.
Aprovecho para pedir la libertad de los presos políticos en Cuba.
http://www.jivablog.com/28-02-2010/libertad-a-los-presos-politicos-en-cuba.html
Un Saludo
En otra ocasión debatiremos sobre la utopía socialista. Por ahora es suficiente con su análisis
¡ Gracias¡
Un cordial saludo