No es verdad
Mañana, sábado 23 de mayo, aparecerá en el diario El País un manifiesto titulado "No es verdad" que recomiendo a todas y todos ustedes que lean. Esa verdad que el manifiesto niega es la que pretenden colarnos, de palabra y de obra, en lo tocante a la enseñanza pública, los representantes del neoliberalismo económico y político (que es una misma cosa para ellos), comenzando por su más eximia representante, la denostada y desprestigiada Esperanza Aguirre.
El manifiesto explica que la enseñanza pública, la escuela pública, no sólo es necesaria, sino que es más eficiente y de más calidad que la privada. Ya sé que muchas personas creen, porque así están acostumbradas a oirlo decir, que la privada reúne los mayores méritos, las mejores expectativas. Yo creo que hay colegios y universidades privadas que ofrecen lo mejor en materia de instalaciones y de oportunidades de futuro para sus alumnos. Pero son ese puñado de escasísimas instituciones que sólo están al alcance del selecto grupo de los poderosos, quienes inician allí a sus hijos para dos cosas: que se formen con vistas a lo que van a hacer en el futuro (gobernar el mundo) y que conozcan a quienes serán sus iguales. El resto de la clase media que cree estar rozando ese mundo con la punta de los dedos, descubrirá más tarde que para ellos las cosas no son así.
Y el resto de la humanidad, que es la inmensa mayoría, no tiene una enseñanza privada de calidad a la que acogerse. Tiene centros sacacuartos que vestirán la mona de seda, por más que sepamos desde hace siglos que eso no evita que la mona mantenga su condición de tal. Obligarán a sus hijos a llevar un uniforme y les animarán a matricularse en diez mil actividades complementarias desde el esquí al aeromodelismo, pasando por la práctica de cualquier actividad cuyo nombre pueda ser dicho en inglés. Pero eso no significará que la enseñanza que reciben sea mejor que en la pública.
Sin enseñanza pública no hay democracia; y sin enseñanza pública de calidad, no hay democracia de calidad.
Ustedes mismos.
El manifiesto explica que la enseñanza pública, la escuela pública, no sólo es necesaria, sino que es más eficiente y de más calidad que la privada. Ya sé que muchas personas creen, porque así están acostumbradas a oirlo decir, que la privada reúne los mayores méritos, las mejores expectativas. Yo creo que hay colegios y universidades privadas que ofrecen lo mejor en materia de instalaciones y de oportunidades de futuro para sus alumnos. Pero son ese puñado de escasísimas instituciones que sólo están al alcance del selecto grupo de los poderosos, quienes inician allí a sus hijos para dos cosas: que se formen con vistas a lo que van a hacer en el futuro (gobernar el mundo) y que conozcan a quienes serán sus iguales. El resto de la clase media que cree estar rozando ese mundo con la punta de los dedos, descubrirá más tarde que para ellos las cosas no son así.
Y el resto de la humanidad, que es la inmensa mayoría, no tiene una enseñanza privada de calidad a la que acogerse. Tiene centros sacacuartos que vestirán la mona de seda, por más que sepamos desde hace siglos que eso no evita que la mona mantenga su condición de tal. Obligarán a sus hijos a llevar un uniforme y les animarán a matricularse en diez mil actividades complementarias desde el esquí al aeromodelismo, pasando por la práctica de cualquier actividad cuyo nombre pueda ser dicho en inglés. Pero eso no significará que la enseñanza que reciben sea mejor que en la pública.
Sin enseñanza pública no hay democracia; y sin enseñanza pública de calidad, no hay democracia de calidad.
Ustedes mismos.
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Salud