No todos pagarán la fiesta

Bienvenido, míster Marshall es un clásico del cine español, premiada a troche y moche internacionalmente con toda la razón del mundo. Para quienes hayan tenido el imperdonable lapsus de no haber visto aún la película, su historia se resume, como pueden ver en la selección de secuencias que incluyo, en la llegada un buen día a la imaginaria población castellana de Villar del Río, del señor Delegado, una figura arquetípica que representa al Régimen franquista. El motivo de la visita, que causa gran alboroto en el alcalde, es anunciar que en breve van a visitar los pueblos de toda la zona unos señores norteamericanos que vienen a España para estimar la ayuda económica que se va a conceder a este país, dentro del famoso Plan Marshall que Estados Unidos lanzó para ayudar a la necesitada población europea tras la Segunda Guerra Mundial. El señor Delegado alecciona al alcalde de Villar del Río y le anima a preparar un recibimiento sonado a los americanos porque de ello depende, según insinúa, la posibilidad de que éstos dejen caer regalos a mansalva, ferrocarriles incluidos.

Tras tormentosas deliberaciones sobre qué tipo de recibimiento puede realizar un pueblo pobre de solemnidad como Villar del Río, el alcalde y demás fuerzas vivas tienen la suerte de dar con el representante de una artista de variedades que visita en esos momentos la localidad para hacer algunas actuaciones. Este representante les asegura que él conoce muy bien los gustos de los americanos y que si hacen lo que les indique, éstos quedarán tan contentos que darán a Villar del Río todo lo que el pueblo pida.

El consejo se traduce en la conversión del polvoriento pueblo castellano en un remedo del tópico pueblo andaluz, con sus paredes encaladas y sus ventanas enrejadas, con sus gentes enajenadas y convertidas en andaluces de guardarropía, tan decorados como el cartón-piedra con que disfrazan las fachadas de las casonas.

El día antes de la llegada de los americanos, tanta es la fe puesta en las palabras del señor Delegado sobre la generosidad de los visitantes y los seguros regalos que otorgarán a manos llenas, que el pueblo entero acude a la plaza para guardar respetuosa cola (fila, Antonio, fila) ante una mesa en la que el alcalde y otras personalidades toman nota del regalo que cada vecino quiere pedir. Hay quien pide un reloj y quien solicita una escopeta, pero hay también quien duda entre el tractor y la trompeta, porque lo primero dará de comer al cuerpo, pero lo segundo servirá de alimento para el alma. ¡Cómo decidirse entre ambas cosas, si sólo se puede pedir una cosa! Una única cosa, entre tantas que se necesitan.

Sin embargo, con las casas enjabelgadas y las calles repletas de farolillos y banderitas, con pancartas que cubren todo el paso de la carretera por el pueblo, el día señalado y a la hora esperada, una nube de polvo se divisa en la lejanía y pocos minutos después una apresurada comitiva de vehículos atraviesa Villar del Rio rauda y veloz, sin mirar siquiera por la ventanilla, y con la misma celeridad se pierde en el horizonte tras cruzar el pueblo. Una ilusión que no dura ni el tiempo necesario para que los niños de la localidad tengan tiempo para recitar su patética poesía de rigor.

Al día siguiente, con la lluvia colgada de todos los paraguas y los charcos sembrando de espejos la plaza, los mismos que horas antes habían dudado, llenos de angustia, entre el tractor y la trompeta, se dirigen ahora a la misma mesa a llevar sus pobres pertenencias, necesarias para pagar como se pueda el dispendio realizado en los decorados. Hasta el alcalde se desprende del aparato con el que mitiga su sordera.

Pero entre ellos no está el señor Delegado.

No sé si se llamaría Botín.

Comentarios

Naveganterojo ha dicho que…
Creo sinceramente que esta fiesta la pagaremos los de siempre, y nos quedaremos tan colgados y desilusionados como vecinos de ese pueblo.
Muchas ilusiones pusimos en el cambio de politicas financieras al comienzo de la crisis, pero parece ser que el capitalismo no esta por la labor de cambiar un apice.
Un saludo
SPOOK ha dicho que…
Acertado análisis de esta gran película.
Como usted señala el delegado no se siente concernido ni afectado por el chasco, él no es de el pueblo. Hay otro personaje, el representante de la folclórica (Manolo Morán ¿?) que tampoco es de el pueblo y si no recuerdo mal tampoco resulta afectado por el fiasco.
Me ha surgido esta reflexión leyendo esta entrada tras haber leido el artículo de Daniel Innerarity en El Pais de hoy (30 marzo):
”….hay una asimetría entre el conocimiento privado y el conocimiento público (de "el pueblo")
… no es exagerado decir, por tanto, que entre las causas de la crisis hay un fracaso cognoscitivo. ¿Por qué razón el mundo financiero aparece como más inteligente y dinámico que el mundo de la política y el derecho? Pues fundamentalmente porque la economía tiene una actitud cognitiva, flexibilidad y una enorme capacidad de aprendizaje, mientras que la política y el derecho están acostumbradas a un estilo normativo, que se traduce en una tendencia a dar órdenes allí donde tendrían que aprender. La política y el derecho tienden a reaccionar de manera normativa frente a las decepciones, mientras que la estructura de expectativas que dirige las operaciones de la economía, y del sistema financiero en particular, se caracteriza por una predominancia de las expectativas cognitivas, adaptativas y abiertas al aprendizaje. Por eso la economía y el sistema financiero van por delante tanto en lo que se refiere a la definición de los problemas como a la formulación de los modos de enfrentarse a ellos…”

Los cambios de paradigma, las revoluciones que en la historia del hombre han sucedido, y seguirán sucediendo, siempre han sido consecuencia de un único requisito: la agregación de saberes individuales en un conocimiento colectivo de cuya sinergia surge un resultado final superior a la suma de las partes.
AF ha dicho que…
Interesante punto de vista, don Spook. Así, al vuelo, veo un problema en el punto de partida de Innerarity, que es el relacionado con su caracterización de ambos mundos (el de la economía, por un lado, y el de la política y el derecho, por otro), independientemente de las razones por las que eso pueda ser así (cosa que, de momento, no pondré en entredicho porque a falta de pensarlo más detenidamente, más bien creo que es verdad).

Las razones son muy importantes, más incluso que el hecho en sí, puesto que explican algo que puede repetirse en otro momento y lugar y no sólo el hecho que aquí y ahora analizamos. Y las razones de este hecho particular (la diferente predisposición de ambos mundos a la innovación, al aprendizaje) son producto de que esta economía no se rige por la necesidad de obtener un resultado idealmente interesante para toda la humanidad, sino sólo para aquellas personas que en cada caso toman una decisión y que miran por sus propios intereses; mientras tanto, la política y el derecho (la primera, sólo en teoría; en la práctica, cada vez menos, y de ahí que también se cambia de política con mayor desparpajo) se guían por principios ideológicos, que son menos mutables que el principio rector de la economía capitalista, que es el del beneficio privado. Probablemente buena parte de los problemas registrados por la economía soviética tuvieran este hecho en su raíz, siendo el resultado el de una economía tan poco flexible que no pudo competir (cosa que, sin embargo, le resultó necesario hacer) con la "viveza" capitalista.

En cuanto a la película y el símil que traza con la situación actual, la verdad es que el representante (como habrá podido ver si ha llegado casi al final de la selección de YouTube) sí que aporta una sortija, se valore esto en lo que se valore. Lo que el final del film tiene de moralina (la voz en off da un toque optimista resaltando la actitud alegre y nada rencorosa de los vecinos, que a nadie piden explicaciones y se disponen a pagar entre todos sin rechistar) creo que venía impuesta por una censura que prefería que se destacase una actitud del pueblo sumisa y no problemática en lugar de la quizás más natural de cabreo mayúsculo... con el señor Delegado.

Un saludo.
SPOOK ha dicho que…
Comienzo por el final, reconociendo que mi referencia (errónea) a la película era por el recuerdo que tengo de la última vez que la visioné. No me entretuve en ver el video de youTube y el Alzheimer parece que empieza a afectarme.

No he tratado de interpretar/corregir a Innerarity en el artículo de referencia. El autor aplica su análisis exclusivamente a la crisis financiera actual. Mi intención ha sido ampliar su hipótesis (inteligencia privada frente a inteligencia colectiva) a causa general, pues yo sí creo que ley, política y economía siendo campos diferentes tienen muchos espacios comunes.
Y entrando en su comentario no puedo estar más de acuerdo en cuanto se refiere a “esta política, esta economía” siempre que entendamos “esta política” y “esta economía” como la concreta ejecución de “estos políticos” y “estos economistas”.
Justamente ese es mi propósito, evidenciar la necesidad de un conocimiento colectivo como alternativa al conocimiento privado (en otra ocasión lo relacionaremos con Bolonia).
En cuanto a su visión del fracaso de la economía soviética no puedo estar más en desacuerdo. En mi opinión una economía moderna no puede funcionar sin la función del mercado como instrumento aplicador de recursos, con la intervención de los poderes públicos allí donde la inversión privada no permite el acceso de todos los ciudadanos a los bienes básicos. Fue una errónea asignación de recursos unida a la ausencia de incentivos que proporciona la propiedad privada lo que condujo a una economía absolutamente ineficaz para proporcionar los bienes y servicios que sus ciudadanos demandaban
Antonio Flórez ha dicho que…
Pues verá, don Spook, para mí la cuestión a considerar es si hay que asignar recursos a la economía para que cubra la demanda subjetiva de la población, o para que satisfaga la demanda objetiva. Ya sé que no es nada académica esta caracterización mía entre subjetivo y objetivo aplicado a los intereses y necesidades de la población, pero quiero resumir con ello lo que creo que es la madre del cordero de este tema: producir de acuerdo a un plan racional (y luego vendrá el problema de identificar la racionalidad y de decidir quien vela por su correcto uso) o hacerlo de acuerdo al criterio de obtener el máximo beneficio por medio de la producción y venta de mercancías y servicios.

Nada que no pudiese esperarse de mí.

Un saludo.
SPOOK ha dicho que…
Efectivamente. Esa es la madre del cordero, vamos del suyo…
¿Quién y como se “objetiviza”?? ¿Quién define la racionalidad o insensatez del Plan que usted propone?? Vamos, anímese, deme al menos un criterio para decidir tan peliagudas cuestiones, es que si no tiene al menos un principìo de solución voy a pensar que su propuesta es pura palabrería de trilero (con perdón).
No le parece un buen criterio que sea democráticamente (un hombre un voto) la decisión de qué bienes deben ser considerados básicos (los que deben ser accesibles a todos los ciudadanos)?? Y como esto no es Jauja, de nada vale decidir democráticamente lo imposible.
Antonio Flórez ha dicho que…
Veamos, don Spook. Me tienta enormemente lo de la respuesta del trilero, porque son muy divertidas, pero le haré el honor de responderle seriamente: el mayor desastre economico de la historia de la Humanidad lo ha provocado un sistema basado en el mercado como elemento definitorio de qué bienes se producen y cuándo, a qué precios, etc. Ergo hay que apartar definitivamente esa opción como la buena.

Por otro lado, la economía planificada se demostró, tal y como se desarrolló en la antigua URSS, incapaz de competir con el mercado siempre que éste se halle en situación de ventaja de partida (como fue el caso cuando se produjo la revolución soviética, siguió siéndolo durante toda la existencia del régimen comunista y seguiría siéndolo también ahora).

En mi opinión, hay que hacer un refrito muy cuidadoso de ambas cosas, pues reconozco que, efectivamente, el mercado, convenientemente atado y vigilado, provee mejor las necesidades de mejora de estatus que al parecer el ser humano tiene como una característica casi genética. Y, por otro lado, me parece no ya conveniente, sino imprescindible, una economía muy planificada que sea capaz de poner en el centro de la actividad productiva no la producción de mercancías porque sí, sino la producción orientada a satisfacer las necesidades básicas en los órdenes alimentario, educativo, sanitario, habitacional, urbanístico, de seguridad y medioambiental. El resto de ámbitos podrían quedar como teatro de operaciones de un sistema basado en el mercado, la competencia y todo eso.

¿Quién decide qué producir? El Estado, por medio del gobierno de turno. ¿Bajo qué criterios? Bajo aquéllos que cada gobierno, votado en unas elecciones democráticas, decida. ¿Con qué control? Con el de entidades ciudadanas de carácter asociativo a las que se dote de mecanismos de control efectivo, incluyendo alguna forma de veto constitucional sobre determinado tipo de acciones gubernamentales que pudieran poner en peligro alguno de los ámbitos de primera necesidad referidos más arriba. ¿Cómo se garantizaría un funcionamiento permanentemente correcto de un sistema como éste? De ninguna forma, igual que de ninguna forma se garantiza el funcionamiento correcto del sistema que tenemos.

Un saludo.
SPOOK ha dicho que…
No es cierto que sea el mercado el culpable de la actual crisis. A día de hoy está claro que la situación en que está la economía mundial es consecuencia de un gran timo, de una gran estafa. Cúlpese al mercado de no tener medios para evitar estos fraudes, pero es que tampoco es su función.
Es el poder público el responsable de impedir que el sistema financiero pueda ocasionar estos desastres regulando el mercado financiero, y justo porque el responsable es el político, ahora nos toca pagar a todos el desastre. Si un alcalde concede una licencia contra la ley del suelo y la justicia ordena el derribo al promotor hay que indemnizarle, sabe quien paga la indemnización…el alcalde no, los vecinos. Pues igualito en esta crisis, el poder político dió licencia para perpetrar el timo…
NO, el mercado no puede ni debe organizar la sociedad, economía de mercado NO significa sociedad de mercado. Recuerde, más arriba escribía que la política y la economía aunque tienen espacios comunes son campos diferentes.

Veo que entre su propuesta y la mía hay alguna diferencia, algún importante matiz. Veamos: el poder político decide todos y cada uno de los bienes a producir así como las cantidades ¿?
Pues este sistema, además de haber probado por activa, pasiva y perifrástica su absoluta ineficacia (experiencia innecesaria pues teóricamente se llega a la misma conclusión) en el aprovechamiento de los factores productivos, decía que además cabe dudar de que los bienes producidos sean los que el ciudadano desea.
Recuerde las fallas, ningún poder público razonable aplicaría recursos millonarios para quemarlos el día del patrón, desde la perspectiva económica es una absoluta irracionalidad, pero como sabe usted estos recursos son aportados mayoritaria y voluntariamente por los valencianos en el casal de cada barrio.
NO, el poder político sólo debe intervenir en aquellos casos en que la iniciativa privada es incapaz de hacer accesible un bién básico a todos los ciudadanos.

un cordial saludo
Antonio Flórez ha dicho que…
Don Spook, yo no he hecho responsable de la actual crisis financiera al mercado. De lo que le hago responsable es de producir irresponsable e irracionalmente. Ningún individuo tiene necesidad de que le ofrezcan 150 marcas de cerveza o 46 de detergente líquido para lavadoras, pero las hay. En cambio, hay necesidad de investigar y producir medicamentos o alimentos adaptados para personas con trastornos alérgicos (ejemplo que menciono como parte interesada, ya que mi hijo es celiaco), o cable de fibra óptica, o qué sé yo...

No creo que la solución a eso sea que un Estado omnipresente dicte una orden estableciendo el número de marcas de cerveza que se pueden fabricar, pero sí creo que un Estado debe encargarse de aplicar a la producción una racionalidad que lleve asegurar que alguien produce lo que hay que producir en cuestiones básicas (en mi anterior entrada hago uns lista de sectores de producción o de servicios que deberían ser garantizados), dotándose de los mecanismos oportunos para ello que empujen en el sentido deseado, aunque no impongan nada. De hecho, los gobiernos de países como el nuestro tienen y usan varios mecanismos, fiscales o no, en ese sentido, y en eso es en las cosas que más se llegan a diferenciar gobiernos más tendentes a potenciar el sector público de otros que prefieren laissez faire.

Un saludo.
SPOOK ha dicho que…
Pues según y como queramos verlo. Verá usted, es cierto que no tenemos necesidad de una oferta tan numerosa de cervezas pero… si yo quiero fabricar y ofrecer una más, en el convencimiento de que es mejor y más barata y voy a vender muchas en qué puede usted fundar la prohibición a mi cervecera. Efectivamente, me responderá, si la suya es mejor se debe impedir emplear recursos en producir las otras peores… y vovemos a la madre del cordero ¿quién decide cuál es mejor?... pues el mercado.
Nota: no me confunda el mercado con el capitalismo.