IU, a punto de meter la pata
Acaba de realizar Izquierda Unida un preacuerdo a tres bandas para acudir a las elecciones europeas próximas, cuando ya se encuentra con los primeros problemas (y bien graves) relacionados con el mismo. En primer lugar (por orden de importancia), una de las dos fuerzas con las que ha preacordado presentarse (ICV, miembro del Tripartito catalán) se ve envuelta en una polémica que va mucho más allá de una simple tormenta de verano. Con motivo de las violentas y desmedidas cargas que los Mossos d'Esquadra vienen realizando contra los manifestantes universitatios anti-Bolonia en Barcelona y otros lugares de Catalunya, gentes de IU e incluso de la propia ICV han levantado airadas protestas contra el conseller de Interior de la Generalitat, Joan Saura, miembro de ICV y responsable último de las fuerzas policiales catalanas. La captura de votos para la candidatura conjunta se ve, pues, seriamente comprometida por este lado, ya que es dentro de las filas de las propias organizaciones firmantes donde surge una contestación que es, al mismo tiempo, prueba de una salud ideológica muy estimable y barrunto de batacazo electoral renovado.
En segundo lugar, el acuerdo se ha firmado también con Izquierda Republicana, organización que, sinceramente, casi nadie piensa que cuente con ningún activo políticamente relevante (con todos mis respetos para quienes en esa organización militen; se trata de una valoración sobre la influencia y capacidad de acción política de IR, no sobre las intenciones y voluntades de sus miembros). Para más inri, parece que Izquierda Republicana se ha dividido, como se deduce del hecho de que alguien que se identifica como secretario general de la organización quita legitimidad al "otro" secretario general firmante del acuerdo. No es que por este otro lado se esperase (supongo) captar una significativa cantidad de votos, pero lo chusco de la situación redundará, una vez más, en un nefasto resultado para IU.
Habrá quien se tome a chufla el asunto y achaque la desgracia a una especie de mal fario que persigue a Izquierda Unida. Pero no es así. No existe el mal fario, ni tampoco el bueno. Existe la sensatez política, la coherencia y la claridad y honestidad a la hora de plantearse la acción institucional; o existe lo contrario. ICV, por muchas campañas de comunicación molonas que haga, tiene muchos tics de los que desde IU y sectores más radicales le achacamos al PSOE. Se trata de una formación que ha tocado poder y ha tomado importantes cantidades de su venenillo. El mero hecho de aceptar una cartera de Interior dice mucho respecto al carácter y a la orientación de los principios de cada cual. La seguridad es algo que hay que gestionar, sin duda, pero la sensatez política a la que antes me refería dicta que no asuma uno esa responsabilidad si no es teniendo todo el poder en las manos, para poder orientar libremente la función y desempeño de la seguridad con arreglo a los principios y modelos de Estado que se defiendan. En cuanto al chasco con Izquierda Republicana, seguramente sí es mala suerte que haya ido a coincidir la firma de acuerdo con la división de la formación, pero, sinceramente: ¿acaso no se ha buscado el acuerdo con IR meramente para añadir unas siglas más al invento y así dar la sensación de que IU ha conseguido aglutinar detrás de sí a alguien que no sea sólo ICV (que sabe demasiado a la propia IU, aunque sea una organización soberana)? Pues está bien empleado.
Se han intentado otros acuerdos, pero la forma de plantearlos por parte de Izquierda Unida no dejaba opción a un resultado distinto del que se ha obtenido: ninguno. El planteamiento negociador, si en todos los casos ha sido el mismo que con Izquierda Anticapitalista, ha sido que esta fuerza se apuntase a una campaña conjunta para sacar como cabeza de lista a Willy Meyer, y ya está. Supongo que los de la antigua Izquierda Alternativa habrán pensado que para ese viaje no necesitan alforjas.
Entre las ansias de cambio y renovación interna y externa anunciadas en la IX Asamblea y esta primera muestra de por dónde se llevan las cosas en la práctica, media un abismo cuyo relleno es la auténtica tarea de quienes creen en la necesidad de una izquierda política organizada unitariamente.
En segundo lugar, el acuerdo se ha firmado también con Izquierda Republicana, organización que, sinceramente, casi nadie piensa que cuente con ningún activo políticamente relevante (con todos mis respetos para quienes en esa organización militen; se trata de una valoración sobre la influencia y capacidad de acción política de IR, no sobre las intenciones y voluntades de sus miembros). Para más inri, parece que Izquierda Republicana se ha dividido, como se deduce del hecho de que alguien que se identifica como secretario general de la organización quita legitimidad al "otro" secretario general firmante del acuerdo. No es que por este otro lado se esperase (supongo) captar una significativa cantidad de votos, pero lo chusco de la situación redundará, una vez más, en un nefasto resultado para IU.
Habrá quien se tome a chufla el asunto y achaque la desgracia a una especie de mal fario que persigue a Izquierda Unida. Pero no es así. No existe el mal fario, ni tampoco el bueno. Existe la sensatez política, la coherencia y la claridad y honestidad a la hora de plantearse la acción institucional; o existe lo contrario. ICV, por muchas campañas de comunicación molonas que haga, tiene muchos tics de los que desde IU y sectores más radicales le achacamos al PSOE. Se trata de una formación que ha tocado poder y ha tomado importantes cantidades de su venenillo. El mero hecho de aceptar una cartera de Interior dice mucho respecto al carácter y a la orientación de los principios de cada cual. La seguridad es algo que hay que gestionar, sin duda, pero la sensatez política a la que antes me refería dicta que no asuma uno esa responsabilidad si no es teniendo todo el poder en las manos, para poder orientar libremente la función y desempeño de la seguridad con arreglo a los principios y modelos de Estado que se defiendan. En cuanto al chasco con Izquierda Republicana, seguramente sí es mala suerte que haya ido a coincidir la firma de acuerdo con la división de la formación, pero, sinceramente: ¿acaso no se ha buscado el acuerdo con IR meramente para añadir unas siglas más al invento y así dar la sensación de que IU ha conseguido aglutinar detrás de sí a alguien que no sea sólo ICV (que sabe demasiado a la propia IU, aunque sea una organización soberana)? Pues está bien empleado.
Se han intentado otros acuerdos, pero la forma de plantearlos por parte de Izquierda Unida no dejaba opción a un resultado distinto del que se ha obtenido: ninguno. El planteamiento negociador, si en todos los casos ha sido el mismo que con Izquierda Anticapitalista, ha sido que esta fuerza se apuntase a una campaña conjunta para sacar como cabeza de lista a Willy Meyer, y ya está. Supongo que los de la antigua Izquierda Alternativa habrán pensado que para ese viaje no necesitan alforjas.
Entre las ansias de cambio y renovación interna y externa anunciadas en la IX Asamblea y esta primera muestra de por dónde se llevan las cosas en la práctica, media un abismo cuyo relleno es la auténtica tarea de quienes creen en la necesidad de una izquierda política organizada unitariamente.
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Comentarios
¡Salud primaveral!
Salud!
Mis más sinceras felicitaciones.