Incierto se presenta el reinado de Witiza

Los titulares de todos los medios de comunicación resumen los resultados electorales en Euskadi, con pocas diferencias de lenguaje y matiz, en un lacónico: "han ganado los no nacionalistas". Más allá de la precisión anecdótica de que en "el otro bando" había también alguna fuerza no nacionalista (EB-B), la cosa es cierta.

Comprendo que en las filas del PSE haya la alegría propia de quien ha subido más que ninguna otra fuerza en votos y diputados, y que pueda plantearse, por primera vez desde 1978, la posibilidad de gobernar la comunidad autónoma sin el concurso de una fuerza nacionalista. Pero esa alegría debería terminar justo nada más empezar. Salvo para aquellas gentes que buscan en el PSE un refugio españolista frente al nacionalismo vasco ciertamente agobiante que se respira en la CAV, para el resto del PSE debería hacerse evidente que su única posibilidad de gobernar sin recalar de nuevo en el puerto peneuvista, pasa por hacerlo con la derecha más rancia, probablemente la más anclada en el pasado de todas las del Estado español. Y, no hay que olvidarlo, con el concurso también de Rosa Díez, la persona probablemente más odiada a título personal por el PSOE de cuantas puedan ponerse como alternativa de pacto.

Las cuentas salen si los socialistas se deciden a intentar formar un gobierno PSE-PP-UPyD. Un gobierno así es una apuesta arriesgadísima porque no es lo mismo ganar una investidura en el Parlamento que gobernar realmente. Esto último, en un territorio como el de Euskadi, es algo que hay que poder hacer contando con la contestación de la calle, algo que no sólo existe (a diferencia del resto del Estado), sino que adquiere a menudo un papel protagonista. Por otro lado, formar ese gobierno y lanzarse a las procelosas aguas de la navegación contra corriente podría tener como consecuencia una polarización y radicalización mayor en Euskadi de la que se ha vivido hasta ahora, cosa que sólo los ignorantes políticos pueden desestimar por imposible. Aquí radica el riesgo.

En Euskadi ha habido en torno a un doce por ciento de votantes que no han podido expresar su preferencia política porque su opción ha sido ilegalizada, no sólo esta vez sino en todas las recientes ocasiones. Se trata, pues, de un porcentaje muy significativo que ha tenido tiempo de sobra para aceptar que no hay camino pacífico y legal para ellos, ya que el propio Estado se ha encargado de cerrarlo. Esta masa de gente (en torno a cien mil personas, muy activas en su mayoría) encontrará en un gobierno PSE-PP-UPyD un caldo de cultivo inmejorable para recoger el descontento de otra masa próxima y en muchos sentidos concomitante, como es la de los votantes del PNV. Un partido que, en la hipótesis de la que hablamos, estaría por primera vez fuera del gobierno en su propio territorio. O sea, un partido resentido y con el despecho a flor de piel.

Así pues, en mi opinión un gobierno del PSE con la derecha dará como resultado una radicalización de los sectores nacionalistas y de la oposición social, más allá de lo meramente institucional. La cuestión para el PSE está en saber si será capaz de salir victorioso de esa confrontación (en cuyo caso podría optar al premio gordo: la "normalización" política de Euskadi, ¡ahí es nada!), o si tendrá que apearse de la burra y a mitad de carrera acabar buscando un cambio de alianzas y de políticas (con el seguro resultado de una pérdida de credibilidad como principal valedor de lo españolista frente a lo vasquista).

En el capítulo de la curiosidad política quedaría el hecho de que probablemente una alianza de esa naturaleza en Euskadi pusiera al PP en un papel impensado, ya que la ruptura respecto al PSOE que probablemente haría el PNV podría poner a éste en la tesitura de ofrecerse en el parlamento español como aliado condicional del PP para tumbar al PSOE. No hay que olvidar que el PNV y el PP son dos partidos que podrían entenderse perfectamente en el 80% de sus respectivos programas si no estuviera de por medio la cuestión nacional. De esta forma, el PSOE podría tener que optar entre gobernar Euskadi y quizás perder el gobierno central, o justamente lo contrario.

El dilema para Patxi López es que en las actuales circunstancias, tras los enfrentamientos de los últimos años y en la actual situación política de la comunidad autónoma, orientar el pacto hacia una reedición del de otros tiempos con el PNV sería tanto como hundirse en la pérdida de una identidad cuidadosamente elaborada por este candidato tenaz y paciente. Qué solución le queda, es cosa que no se me ocurre, y esa aparente inviabilidad de cualquiera de las opciones del PSE es la que me lleva a ver posible un nuevo gobierno del PNV, aunque sea en minoría.

¿E Izquierda Unida? Pues ha seguido la línea descendente que lleva experimentando en el resto del Estado desde hace una decena de años, pero creo que en esta ocasión las razones han sido muy distintas. Madrazo y su formación han navegado con más coherencia y rectitud de la que han podido verse en muchos otros lugares. Ha tenido EB-B una consejería con gran visibilidad y apropiada para lucirse un partido de izquierda, y ha aprovechado la oportunidad. Su desempeño habría resultado mucho mejor valorado, probablemente, en otras circunscripciones. La mala suerte es que Euskadi es un territorio extremadamente politizado, donde se juegan dos tipos de cosas: unas opciones de trasfondo eminentemente ideológico (las relacionadas con la "cuestión" nacional); y otras de carácter político de altos vuelos (las que tienen que ver con unos presupuestos muy altos para una de las comunidades autónomas más ricas de España). En este contexto, la política social que se dibuja tras una gestión como la que EB-B ha hecho en materia de vivienda social (principal bandera del partido) queda desdibujada, como sin relevancia, por más que en el fondo y a largo plazo, la tenga para miles de personas.

Izquierda Unida no va a poder ser una alternativa en Euskadi para aquellas personas que no quieran ceder al chantaje de las circunstancias; para aquellos que prefieran seguir contemplando la política y sus opciones personales en ese terreno, en términos sociales y no nacionales (pro o anti, que tanto da a ciertos efectos). La cuestión es si Aralar (una fuerza con más equilibrio entre sus preocupaciones sociales y las nacionales) podrá recoger ese testigo, o si fenecerá en ese Mar de los Sargazos que se está formando por aquellos lares.

La solución, como diría un buen aficionado al mus, se presenta más incierta que el reinado de Witiza.

Comentarios

Naveganterojo ha dicho que…
Sin ser un experto como Rafa o como tu, me atreveria a dar una opinion.
El PSE no entra en la lendakariza, deja gobernar al PNV y solo lo apoya en pactos puntuales.
Veremos que ocurre en cuatro años.
Un abrazo
MADISON ha dicho que…
Creo que si en el PSE, son inteligentes no gobernarian, pero........ Mi opinión es clara, en cualquier lugar, siempre debe gobernar la fuerza mas votada, y que esa misma fuerza, se busque los apoyos puntuales, vale ya de alianzas contra natura, basta ya de todo vale con tal de llegar al poder. Ellos verán.
Carles Acózar ha dicho que…
Y le añado otra tangente: ¿sostendrían EUiA, ICV y ERC con coherencia un PSOE-PSC de derechas en Euzkadi y de "izquierdas" en Catalunya? ¿Cómo sostener éso con un argumento de peso?
Y en cuanto a la "rifa electoral", que llamar a éso ley es un insulto eadem, ¿es normal jugar al póquer contra ricos teniendo poca pasta y sabiendo que usan cartas marcadas?
Anónimo ha dicho que…
Bajo mi punto de vista, estaria bien una alianza PSE + PP + Ud, y asi que haya un cambio, porque realmente asi habria un cambio.
Con respecto a la ilegalizacion de los grupos politicos y la no representacion de 100.000 votantes, en realidad es mentira, mi opinion es clara, esta bien hecho.
Y por ultimo, no comparto la idea de que deba gobernar la fuerza mas votada, por que por esa regla de tres, un voto deberia ser un voto, y todos sabemos que no vale lo mismo un voto aqui que alli.

Sin mas, un saludo.
kamaviska.