Una nueva Constitución para Bolivia

Una Constitución es algo sin duda importante. Para bien o para mal, resume una voluntad determinada de vivir todo un país de acuerdo a unos ideales y con unos criterios en todos los sentidos: económicos, jurídicos, sociales... El momento de escribirla es el momento de volar alto, lo más alto que las mentes y las plumas permitan. Es el momento también de ponerse un poco pomposo, incluso, porque es casi la única ocasión en que está permitido sin que haya risitas apenas contenidas en la sala.

Esta Constitución que el 60% de las y los bolivianos votaron afirmativamente ayer, 25 de enero de 2009, contiene párrafos que muchos juzgarán ingenuos; otros, cursis; y otros más, directamente ridículos. Se trata de una redacción que en lugar de manejar palabras brillantes y oficialmente aprobadas, incluidas en el Catálogo de Palabras Correctas a Incluir en un Texto Constitucional, utiliza una buena cantidad de vocablos que, en primer lugar, sólo entenderán algunos miles de indígenas de remotas regiones bolivianas; y, en segundo lugar (pero no menos importante), hacen alusión a cosas como la Madre Tierra y un "Estado basado (...) en la equidad en la distribución y redistribución del producto social".

Con esta Constitución en la mano, el gobierno de Evo Morales abre la puerta a un futuro en el que, a no dudar, se encontrará con la continuidad de la oposición desleal y secesionista de las provincias de Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando (de mayoría "blanca"), como ha venido ocurriendo en el último año. Se podrá encontrar también, claro está, con el escollo de Estados Unidos, que ha tenido históricamente importantes intereses económicos en el país y que con Morales ha sufrido importantes reveses (el principal de ellos, la negativa a prorrogar la existencia de bases militares norteamericanas en el territorio boliviano, cosa que la Constitución ahora aprobada impide expresamente).

El muy publicitado nuevo talante de Obama y su visión multilateralista de las relaciones internacionales tendrán una oportunidad de oro para demostrar si se refiere con ello tan sólo a dar baza a los países ricos "amigos" (a quienes Bush sólo dio una posibilidad testimonial de decir algo); o si esa nueva voluntad abarca también a cualquier otro país. Habrá que estar atentos a los manejos del embajador norteamericano en Bolivia, empezando por ver si la administración de Obama mantiene al embajador nombrado por Bush, que se ha caracterizado por el enfrentamiento abierto con Morales y por la apenas disimulada financiación ilegal de las bandas que han estado boicoteando con las armas las legítimas iniciativas gubernamentales.

Mientras todo eso llega, la nueva Constitución boliviana abre sin duda un nuevo rumbo a un país que ha visto como pocos su suelo esquilmado y sus naciones indígenas injusta y bárbaramente marginadas. ¡Cuántos dirigentes indígenas y sindicales, cuántos campesinos y cuántos mineros ya muertos, asesinados por la represión, querrían poder levantar sus cabezas y ver ahora esto, que sin duda tomarían como cumplimiento de una importante parte de sus afanes y aspiraciones en otra época!

Vaya por ellos. Larga vida a la Constitución de Bolivia de 2009.

Comentarios

Gastón ha dicho que…
Hola. Es una pena que esta constitución le llegue con cuatrocientos años de atraso al pueblo boliviano. Espero que sirva para refundar una nación que ha estado oprimida desde sus comienzos.

Saludos desde Argentina.
Unknown ha dicho que…
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Unknown ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gracchus Babeuf ha dicho que…
Es la primera constitución de la República de Bolivia aprobada en referendum por el cuerpo electoral. El resto fueron votadas únicamente en cámara de representantes.

Los habitantes de las provincias "blancas", como usted las llama, dejan de considerarse como tal cuando tienen la oportunidad de viajar. No son indios, cierto, pero en las calles de París, aún de Madrid, tampoco son "blancos".

A mí no me parecen ridícuos conceptos como "Madre Tierra", o "redistribución del producto social". Estaré más o menos de acuerdo, pero de ridículo nada.

¿Qué gobierno en Europa está permanentemente poniéndose en juego ante las urnas, y acostumbra a recoger un apoyo cercano al 65%?
Antonio Flórez ha dicho que…
No me extraña que no le parezcan a usted rídículos, don Gracchus. A mí, tampoco, por eso lo saco aquí.

Un saludo.