Atentado energético a la soberanía europea

Está siendo uno de los peores inviernos que se recuerdan en toda Europa (probablemente en todo el mundo) desde hace décadas. Las temperaturas mínimas han llegado a límites muy bajos, especialmente durante las noches, y el frio no ha terminado aún, ni mucho menos. Y todo ello, sin embargo, no ha sido motivo suficiente para que se encontrasen soluciones inmediatas a la crisis del gas entre Rusia y Ucrania. El resultado es que en varios países del Este europeo, particularmente Rumanía y Bulgaria, la población está pasando auténticas calamidades, teniendo que soportar temperaturas de cero grados centígrados, o incluso más bajas, en sus propias casas.

Rusia culpa a Ucrania de haber estado robando gas, y los ucranianos dicen que no es cierto. Putin ha aprovechado para guiñar un ojo a la Unión Europea y volver a poner ante su tapete el viejo tema de la construcción de gasoductos alternativos al único que actualmente alimenta las reservas gasísticas de los países de Europa, y que es el que pasa por Ucrania. La política internacional y el equilibrio que todos buscan sea más próximo a ellos que a los demás, ha provocado durante los últimos años tras la caída de la URSS, que Europa haya presionado fuertemente para impedir de una u otra forma la construcción de tales gasoductos, jugando a favorecer a Ucrania para que ésta fuese el único distribuidor posible del gas ruso.

La razón o la justicia, que son cosas habitualmente al margen de las consideraciones tenidas en cuenta por la política, son difíciles de distinguir en un conflicto como éste, pues ambos bandos tienen argumentos que poner sobre la mesa. Pero creo que quienes no formamos parte directamente de ninguna de los dos debemos pensar no en términos de quién tiene razón (o "más" razón), sino, una vez más, en términos de cómo hacer para evitar que vuelva a pasar lo que ha pasado en esta ocasión.

Sin fuentes de energía primordiales, como hoy por hoy es el gas, no puede haber un funcionamiento normal de sociedades como las europeas. Dejar en manos de entidades que tienen intereses distintos y a veces contrapuestos, la potestad de suministrarnos esa fuente de energía es algo que, como mínimno, resulta irresponsable. Por ahí sí que se empieza a dar una pérdida de soberanía, y no tanto por el hecho de que en tal o cual ayuntamiento no se quiera poner la bandera española en el lugar que constitucionalmente le corresponde.

Comentarios

Carles Acózar ha dicho que…
¿Alguien sabe dónde iban los tanques ucranianos que secuestraron los somalíes? ¿A Israel? ¿Al Congo?
¿Eran de fabricación ucraniana?
¿Qué ha pasado con el barco y los tanques? (El petrolero saudí se ha rescatado, dicen, por tres millones).
¿Quién pagará la factura por lo robado por el butanito ucraniano, envenenado pero menos que el Arafat o el Milosevic? ¿La Europa de los trabajadores sumisos?
¿Cuánto tiene que ver la radicalización genocida de Israel y el que se tenga que pagar lo robado por Ucrania con que los negocios de Georgia de Bush, con los gaseo y oleoductos bifurcados en Osetia del Sur, se fueran al garete?
¿El que Eslovaquia arranque una central peor que Txernobil y contra la decisión del Consejo de Seguridad Nuclear supondrá un rapapolvo y cóctel o sanciones proporcionales a la salvajada de sus neofascistas? Si alguien me aclara, gracias.
MADISON ha dicho que…
Desde hace años, en concreto desde que subió Boris Yeltsin al poder en Rusia y desde luego desde que tomó el poder un hampón como Putin, la U.E. tenia que haber buscado otras alternativas para proveerse de energía, no se puede estar al pairo de lo que decida un mafioso ni aceptar sus chantajes. Es para meditar, que España, que no depende de ese pais para su suministro de gas, y si de Argelia, una nación en la órbita islamista y con multitud de vaivenes en la dirección política, no haya tenido ningún problema para recibir el suministro de gas acordado.
Antonio Flórez ha dicho que…
Don Carles: imposible responder a todas sus preguntas, al menos por mi parte. Pero las preguntas son buenas.

Don Madison, ahí está el asunto: dependemos crecientemente (el consumo de gas ha ido creciendo en España de manera muy sustancial en los últimos años) de una energía que alguien controla al margen de nuestra voluntad. Eso lleva a que "nuestra" voluntad (las comillas sirven para referirse a la voluntad de quienes realmente mandan) busque cómo garantizar que quedan satisfechas sus demandas. Y para hacerlo, para garantizarlo, se recurrirá, alternativamente, al pacto si es posible, mediante un negocio; a la intimidación, si el pacto no es posible en primera instancia; y a la violencia, directa o indirecta, si los demás recursos fallan. Entonces habremos llegado a otra nueva guerra.

Un saludo.