Una peligrosa bola de nieve
Va creciendo como la manida bola de nieve navideña, y la pendiente por la que rueda agudiza su ángulo metro tras metro, día tras día, acelerando el rodar de la bola y, con ello, su tamaño y su peso. Amenaza con destrozar a quienes pille a su paso, pero la caída de éstos nos afectará a todos, antes o después.
Me refiero al narcisismo con ínfulas de autoadoración que va extendiéndose entre lo más granado de la bloguería de izquierdas. Me perdonarán que en esta ocasión me deje llevar por la cobardía y que no cite nombres propios ni ponga enlaces reveladores. Cada uno de ustedes, con su proverbial buen sentido investigador, podrá sin duda sustituir esos adornos con su propia cosecha de datos y llegar a las conclusiones correctas.
Vengo leyendo y observando, desde hace al menos cinco o seis meses, cómo las conversaciones en algunos círculos de este gremio giran constantemente en torno a sí mismos, a lo buenos y listos que son, lo bien que lo hacen, lo que están renovando la forma de hacer política. Retroalimentan su ego concediéndose mutuos aplausos mediante meneos y otros empujoncitos a la fama. En una última ocasión he llegado a leer a alguien proponiendo a otra persona (precisamente a una de las que no veo nada metida en esta dinámica) que se citen mutuamente al hablar sobre un tema. Como si fuera una costumbre buena en sí misma, cuestión de educación casi.
Créanme, no me mueve a hablar de esto ni el rencor ni la envidia. Puedo vivir perfectamente sin la fama y sin el aumento diario de visitas a este blog. No escribí en vano la escéptica coletilla que acompaña al título del mismo. Si lo que digo en él parece bien, pues muy bien; si no, pues nada. Me mueve la sensación de incomodidad y de vergüenza ajena que me produce el espectáculo del autobombo, porque no puedo evitar asimilarlo a valores con efectos muy negativos a corto plazo que nada tienen que ver, en mi quizás demasiado tradicional forma de ver las cosas, con los valores de la izquierda.
Se lo ruego, modérense, no se den tanta importancia, sigan trabajando y esperen a que el reconocimiento venga por sí solo, lentamente, sin empujones vestidos de grandes sonrisas.
Gracias.
Me refiero al narcisismo con ínfulas de autoadoración que va extendiéndose entre lo más granado de la bloguería de izquierdas. Me perdonarán que en esta ocasión me deje llevar por la cobardía y que no cite nombres propios ni ponga enlaces reveladores. Cada uno de ustedes, con su proverbial buen sentido investigador, podrá sin duda sustituir esos adornos con su propia cosecha de datos y llegar a las conclusiones correctas.
Vengo leyendo y observando, desde hace al menos cinco o seis meses, cómo las conversaciones en algunos círculos de este gremio giran constantemente en torno a sí mismos, a lo buenos y listos que son, lo bien que lo hacen, lo que están renovando la forma de hacer política. Retroalimentan su ego concediéndose mutuos aplausos mediante meneos y otros empujoncitos a la fama. En una última ocasión he llegado a leer a alguien proponiendo a otra persona (precisamente a una de las que no veo nada metida en esta dinámica) que se citen mutuamente al hablar sobre un tema. Como si fuera una costumbre buena en sí misma, cuestión de educación casi.
Créanme, no me mueve a hablar de esto ni el rencor ni la envidia. Puedo vivir perfectamente sin la fama y sin el aumento diario de visitas a este blog. No escribí en vano la escéptica coletilla que acompaña al título del mismo. Si lo que digo en él parece bien, pues muy bien; si no, pues nada. Me mueve la sensación de incomodidad y de vergüenza ajena que me produce el espectáculo del autobombo, porque no puedo evitar asimilarlo a valores con efectos muy negativos a corto plazo que nada tienen que ver, en mi quizás demasiado tradicional forma de ver las cosas, con los valores de la izquierda.
Se lo ruego, modérense, no se den tanta importancia, sigan trabajando y esperen a que el reconocimiento venga por sí solo, lentamente, sin empujones vestidos de grandes sonrisas.
Gracias.
Comentarios
Besos.
Pero bueno como Vd. dice a lo suyo y los demás que hagan el ridículo como mejor quieran o sepan.
Saludos y feliz Nochebuena.
Un saludo.
Un día de estos le voy a contar una "himbestigación" sobre algunos blogs que reclaman insistentemente la pertenencia a agregadores en busca del enlace perdido. Yo alucińe al ver que hay gente que les falta muy poco para estar allí, allá y más acá.
En cuanto a la himbestigación (palabra derivada de una múltiple referencia a himen, bestia e irrigación, sin que se me ocurra cómo relacionar las tres cosas), ni siquiera sé si estoy seguro de querer saber los resultados, por no entristecerme más.
De verdad, don JavierM, que lo que me gustaría es que cada cual siguiera haciendo su trabajo (si se puede llamar tal) pero sin tanta alharaca y sobre todo sin pretender falsear tanto el escaparate. El trabajo creo que está siendo realmente bueno, lo que me fastidia es el marketing a su alrededor.
Un saludo.
Un saludo.
Progresivamente, noto que me voy alejando de los blogs. Me resultan muy repetitivos y no tan imaginativos como se dice a menudo. Pero, bueno, uno sigue escribiendo igual que el primer día: porque le apetece y nada más. Al menos, ese ha sido siempre mi criterio. Tampoco aspiro a hacerme rico ni famoso, ni ganas que tengo, sinceramente, ni de lo uno ni de lo otro.
Un abrazo.