Retirada de crucifijos
Es escandalosamente importante la sentencia de Valladolid que impone la retirada de crucifijos de todos los colegios públicos. Pero, con serlo, lo es más el razonamiento en que se basa dicha sentencia: en un momento en que los chavales están formándose, la presencia de esos crucifijos puede darles a entender que el Estado (los "buenos", podríamos decir con toda la ingenuidad del mundo) está con la religión de la que los crucifijos son símbolos.
Y es que resulta que no. Resulta -y ésta sí que es la madre del cordero en este asunto- que el Estado español no es confesional, y debe, por lo tanto, ser beligerante ante cualquier actuación o situación que ponga en duda o en entredicho su aconfesionalidad. Por eso la acción de retirar unos crucifijos de una propiedad del Estado no es agresiva hacia parta alguna, mientras que la acción de colocar esos mismos crucifijos o de mantenerlos en esa propiedad pública sí es agresiva hacia la legalidad. Es decir, hacia todos aquellos que, estén a favor o en contra de la ley, comprendan la necesidad de respetarla.
Y creo que, más allá de la sentencia, hay que felicitar a la Asociación Cultural Escuela Laica, que planteó la batalla por la vía judicial, no por el hecho de elegir esa vía, sino por el de elegir plantar cara al problema de alguna forma. Estoy seguro de que su acción no se ha limitado a lo judicial en este caso, y eso es lo que creo que tiene más valor: la acción independiente de las y los ciudadanos organizándose por medios legales para enfrentar un problema, darlo a conocer, plantear soluciones al mismo e intentar lograrlas.
Gracias a esta sentencia (si es que no hay novedades posteriores, siempre de temer), podremos, por fin, dejar de ver el último elemento de la tríada que presidió durante décadas la maldición de las clases en la escuela franquista. Tras "los dos ladrones" a los que se refería La Trinca (1) en una de sus canciones, al fin será retirado el Cristo que los unía.
NOTA
(1) La disposición tradicional del crucifijo en la escuela franquista era centrado sobre la pizarra, a la vista de todos los alumnos, y con los retratos de Franco a su derecha y de José Antonio Primo de Rivera a su izquierda. Éstos son los "dos ladrones" a los que hace referencia la canción, cuya música y letra incluyo a continuación:
"Mi colegio" (La Trinca. "Quesquesé se merdé". 1983)
Esa bata de uniforme, deshilachada,
esa cartera de cuero desvencijada,
ese lóbrego colegio con mil ventanas
amasijo de mocosos y de sotanas,
esos pupitres tatuados, esos plumieres,
esos libros de palotes, esos deberes,
esa tétrica sotana de mal agüero
con esa bragueta inmensa de cuerpo entero.
Su misión era enseñarnos declinaciones
y arrearnos bofetadas y coscorrones,
y glosar todos los mártires del santoral
y formarnos el espíritu nazi-onal.
Venid y vamos todos con flores a María...
Qué buenos son los padres escolapios,
qué buenos son que nos llevan de excursión,
Que viva España y su tradición
y los padres escolapios que nos dan la educación...
De Isabel y Fernando el espíritu impera,
moriremos besando la sagrada bandera...
Ave, ave, ave María,
Ave, ave, ave María...
Ese Mayo mes de María, esos rosarios,
ese mogollón de estampas y escapularios,
esa colecta del Domund, esos millones
para bautizar infieles en las misiones.
"Las manos sobre el pupitre" nos repetían,
"Esas cosas dejan ciego" nos advertían.
"Hay que ser puros y castos" nos predicaban
mientras con la mano tonta nos magreaban.
Ese aroma de pizarras, confesionarios,
de lápiz, piel de naranja y de urinarios.
Presidía un crucifijo nuestras lecciones
y colgaban a sus lados los dos... ladrones.
Y es que resulta que no. Resulta -y ésta sí que es la madre del cordero en este asunto- que el Estado español no es confesional, y debe, por lo tanto, ser beligerante ante cualquier actuación o situación que ponga en duda o en entredicho su aconfesionalidad. Por eso la acción de retirar unos crucifijos de una propiedad del Estado no es agresiva hacia parta alguna, mientras que la acción de colocar esos mismos crucifijos o de mantenerlos en esa propiedad pública sí es agresiva hacia la legalidad. Es decir, hacia todos aquellos que, estén a favor o en contra de la ley, comprendan la necesidad de respetarla.
Y creo que, más allá de la sentencia, hay que felicitar a la Asociación Cultural Escuela Laica, que planteó la batalla por la vía judicial, no por el hecho de elegir esa vía, sino por el de elegir plantar cara al problema de alguna forma. Estoy seguro de que su acción no se ha limitado a lo judicial en este caso, y eso es lo que creo que tiene más valor: la acción independiente de las y los ciudadanos organizándose por medios legales para enfrentar un problema, darlo a conocer, plantear soluciones al mismo e intentar lograrlas.
Gracias a esta sentencia (si es que no hay novedades posteriores, siempre de temer), podremos, por fin, dejar de ver el último elemento de la tríada que presidió durante décadas la maldición de las clases en la escuela franquista. Tras "los dos ladrones" a los que se refería La Trinca (1) en una de sus canciones, al fin será retirado el Cristo que los unía.
NOTA
(1) La disposición tradicional del crucifijo en la escuela franquista era centrado sobre la pizarra, a la vista de todos los alumnos, y con los retratos de Franco a su derecha y de José Antonio Primo de Rivera a su izquierda. Éstos son los "dos ladrones" a los que hace referencia la canción, cuya música y letra incluyo a continuación:
"Mi colegio" (La Trinca. "Quesquesé se merdé". 1983)
Esa bata de uniforme, deshilachada,
esa cartera de cuero desvencijada,
ese lóbrego colegio con mil ventanas
amasijo de mocosos y de sotanas,
esos pupitres tatuados, esos plumieres,
esos libros de palotes, esos deberes,
esa tétrica sotana de mal agüero
con esa bragueta inmensa de cuerpo entero.
Su misión era enseñarnos declinaciones
y arrearnos bofetadas y coscorrones,
y glosar todos los mártires del santoral
y formarnos el espíritu nazi-onal.
Venid y vamos todos con flores a María...
Qué buenos son los padres escolapios,
qué buenos son que nos llevan de excursión,
Que viva España y su tradición
y los padres escolapios que nos dan la educación...
De Isabel y Fernando el espíritu impera,
moriremos besando la sagrada bandera...
Ave, ave, ave María,
Ave, ave, ave María...
Ese Mayo mes de María, esos rosarios,
ese mogollón de estampas y escapularios,
esa colecta del Domund, esos millones
para bautizar infieles en las misiones.
"Las manos sobre el pupitre" nos repetían,
"Esas cosas dejan ciego" nos advertían.
"Hay que ser puros y castos" nos predicaban
mientras con la mano tonta nos magreaban.
Ese aroma de pizarras, confesionarios,
de lápiz, piel de naranja y de urinarios.
Presidía un crucifijo nuestras lecciones
y colgaban a sus lados los dos... ladrones.
Comentarios
Un saludo
Fdo. Un fan de la trinca desde que no tenía edad para entender las letras.
En cuanto a la canción es magnífica y viene al pelo.
Ha dado usted en el clavo.
Salud y República
Qué ladrones, sí, que nos robaron 39 años de historia democrática y se fueron de rositas.
Genial colofón a una buena entrada con la Trinca.