El futuro del capitalismo ya se escribió la semana pasada
Varios escritores han dicho muy interesantes cosas sobre esta carrera contra el reloj que nuestro Presidente ha emprendido para estar presente en la famosa y bushiana Cumbre del G20. A mí, como a don Javierm, me entra un poco la risa con este sinvivir de nuestro Gobierno. Y no quiero dejar de lado a los medios de comunicación, que siendo como son buenos perros perdigueros para olfatear la presa de un buen tema al que sacarle jugo días y días, se han lanzado a apoyar o a denigrar, cada cual según su filiación, los afanes presidenciales. Telemadrid saca la docta opinión de un factotum del Grupo de Estudios Estratégicos (¡menuda referencia de prestigio que se buscan los infumables servicios ¿informativos? de la Espe!) mientras que Cuatro o La Sexta hacen apología de los desvelos de Zapatero por estar en la pomada.
Y al margen de los ya mencionados y muy sabios comentarios de don Javierm, se me ocurre que la tal cumbre es una pamema mediática sin mayor importancia, porque el futuro del capitalismo se dicta hoy y aquí, igual que se hace en Nueva York, Londres, Berlín y, cada vez más, en Brasilia, Pekín o Nueva Delhi. No es cuestión de una ni de veinte cumbres, porque el capitalismo no es un sistema racional que se deje domeñar por las decisiones en capilla de un grupo de notables, por mucho que atesoren los poderes más deslumbrantes y apabullantes de la historia de la humanidad.
El capitalismo es un sistema esencialmente caótico en el que la ley del máximo beneficio pasa por encima de todo y de todos, habiéndose llegado a dotar de un corpus teórico justiticatorio de las mayores aberraciones, que pone a éstas en el papel de males necesarios para garantizar el mayor bien común de la libertad (individual, entiéndase bien).
Por eso no habrá cumbre que consiga cambiar nada sustancial del capitalismo. Y si se trata de refundarlo, pues con más razón: lo único que el capitalismo puede admitir a título de cambio es el de un mercado por otro. Los capitalistas pueden estar dispuestos a ceder uno siempre y cuando les garanticen otro. Pueden dejar a un lado la destrucción del planeta si les garantizan que ganarán mucho dinero reconstruyéndolo después de haberlo jodido todito entero. Y además, en el proceso de reconstruirlo, volverán a querer apropiarse de todos sus recursos y lo volverán a joder, aunque esa vez, de una manera nueva (siempre se ha dicho que es un sistema muy creativo).
Miren todas y todos aquellos que están sufriendo por ver a Zapatero sentarse a la mesa de los grandes: el futuro del capitalismo se estaba construyendo estas semanas pasadas, cuando los gobiernos de los países más poderosos del planeta, entre ellos el nuestro, comenzaron a sacarse de los presupuestos una carretada de millones para dárselos, con distintas fórmulas pero con una lenidad común, a los bancos en "crisis de confianza".
Y al margen de los ya mencionados y muy sabios comentarios de don Javierm, se me ocurre que la tal cumbre es una pamema mediática sin mayor importancia, porque el futuro del capitalismo se dicta hoy y aquí, igual que se hace en Nueva York, Londres, Berlín y, cada vez más, en Brasilia, Pekín o Nueva Delhi. No es cuestión de una ni de veinte cumbres, porque el capitalismo no es un sistema racional que se deje domeñar por las decisiones en capilla de un grupo de notables, por mucho que atesoren los poderes más deslumbrantes y apabullantes de la historia de la humanidad.
El capitalismo es un sistema esencialmente caótico en el que la ley del máximo beneficio pasa por encima de todo y de todos, habiéndose llegado a dotar de un corpus teórico justiticatorio de las mayores aberraciones, que pone a éstas en el papel de males necesarios para garantizar el mayor bien común de la libertad (individual, entiéndase bien).
Por eso no habrá cumbre que consiga cambiar nada sustancial del capitalismo. Y si se trata de refundarlo, pues con más razón: lo único que el capitalismo puede admitir a título de cambio es el de un mercado por otro. Los capitalistas pueden estar dispuestos a ceder uno siempre y cuando les garanticen otro. Pueden dejar a un lado la destrucción del planeta si les garantizan que ganarán mucho dinero reconstruyéndolo después de haberlo jodido todito entero. Y además, en el proceso de reconstruirlo, volverán a querer apropiarse de todos sus recursos y lo volverán a joder, aunque esa vez, de una manera nueva (siempre se ha dicho que es un sistema muy creativo).
Miren todas y todos aquellos que están sufriendo por ver a Zapatero sentarse a la mesa de los grandes: el futuro del capitalismo se estaba construyendo estas semanas pasadas, cuando los gobiernos de los países más poderosos del planeta, entre ellos el nuestro, comenzaron a sacarse de los presupuestos una carretada de millones para dárselos, con distintas fórmulas pero con una lenidad común, a los bancos en "crisis de confianza".
Comentarios
Un saludo.
He llegado a esa conclusión después de un exaustivo análisis que he desarrollado sobre el sistema
Un saludo.