24 de abril

Tal que un día como hoy, 24 de abril, dio comienzo en Portugal la Revolución de los Claveles. Para los anales queda la fecha de mañana, 25, como el aniversario de la última revolución militar progresista del siglo veinte, pero la verdad es que la sublevación de los jóvenes militares portugueses contra la longeva dictadura salazarista tuvo su primer movimiento aproximadamente a las diez de la noche del 24 de abril de 1974. Tan sólo un par de horas y media después sonó en Radio Renaixença la archifamosa canción de Zeca Afonso que sirvió como contraseña para que los motores de los blindados se pusieran en marcha y varias columnas salieran de sus cuarteles para tomar los centros neurálgicos del poder, desde las emisoras hasta las comisarías y centros de poder político.

Contaba yo dieciocho añitos en aquel entonces y había participado ya en muy numerosas algaradas, sin llegar aún a decidirme por la militancia en ninguna de las fuerzas políticas que ya en distintos ambientes se expresaban con bastante soltura. Tan sólo tres años después me decanté por la Liga Comunista Revolucionaria, ligada a la IV Internacional (trostkistas, para que se aclaren quienes no vivieron la época y no llegaron a conocer la sopa de letras partidaria de entonces). Pero en ese momento no era más que otro de los manifestantes asiduos con dedicación casi completa a la protesta y candidato permanente a la somanta de palos de los grises o a cosas peores.

En ese contexto me llegó la noticia de que unos militares habían dado un golpe de Estado en el país vecino. Como uno había aprendido algunas apresuradas lecciones para aquel momento, entre las cuales se hallaba la del carácter generalizadamente reaccionario de las fuerzas armadas de cualquier sitio, pues uno enseguida coligió que el golpe de Estado tenía un corte fascista. No fui el único, pero a las pocas horas comenzamos todos a pensar que a santo de qué narices iba alguien a dar un golpe fascista contra un régimen fascista. Enseguida llegaron las noticias por los canales de confianza que quien más y quien menos tenia. Y eran noticias buenas, muy buenas.

Con casi la misma rapidez empezaron a circular imágenes de los soldados en las calles y plazas de Lisboa y de otras ciudades portuguesas, confraternizando con la gente. Y las fotos impactantes, alucinantes, increibles, de los claveles en las bocachas de los fusiles. Y a muchos se nos hicieron los dedos huéspedes y comenzamos a relamernos pensando en un futuro similar en nuestro país. Quizás fue uno de los principales elementos que desencadenó aquel éxtasis de la izquierda revolucionaria que nos hizo ver una revolución a la vuelta de la esquina donde otros fraguaban una democracia modélica made in Hollywood.

Un par de años después de aquellos 24 y 25 de abril, los más conspicuos y relevantes capitanes de la revolución portuguesa del 74 fueron apartados de las Fuerzas Armadas y en algunos casos, perseguidos por el aparato político y judicial implantado tras el reflujo revolucionario, con Mario Soares a la cabeza. Otelo Saraiva de Carvalho pasó por la cárcel y no hace tantos años fue "perdonado" sin haber podido acabar de humillarle en todos estos años, ya que no se humilla quien acepta un regalo pero no acepta las condiciones denigrantes del mismo. Al mismo tiempo que los militares revolucionarios entraban en las cárceles, como si se tratara de aquellos minués decimonónicos de alternancia gubernamental que interpretaban en nuestro país Castelar y Sagasta, iban saliendo los torturadores de la PIDES, la policía política salazarista.

Y nosotros y ellas (ya que el que esto suscribe es varón y mi solidaridad de género no me da para apuntarme a un "nosotras" un tanto montypythoniano) también pasamos en un par de años del brillo de los oropeles revolucionarios a la austera sequedad de la Constitución, transitando sucesivamente por los pactos que desmantelaron no sólo un sistema productivo completo (obsoleto desde el punto de vista capitalista, desde luego), sino también, y sobre todo, un modelo de relaciones laborales; por los golpes de Estado; por la primera victoria socialista y por la primera decepción ma non troppo desde el punto de vista izquierdoso; por la casi victoria en el referéndum sobre la OTAN; por la nausea de la corrupción; por la pesadilla aznariana y por el advenimiento de Zapatero.

No se extrañen, pues, tirios ni troyanos de la distancia con la que uno mira ciertas cosas, ciertos giros, ciertas mentiras y hasta ciertas verdades. Y no se extrañen de que la vista se le vuelva hacia atrás, siquiera sea para descansar los ojos de tanto hastío banal ante la política gualtrapa de los espejitos y los retales de tejido chillón repartidos cada cuatro años por los buhoneros de turno.

Salud, José Afonso, aunque estés muerto.

Comentarios

Blanca ha dicho que…
Fué uno de los momentos más emocionantes que viví en aquella época... consiguió que muchos españoles envidiáramos (por primera vez, creo) a Portugal.

... Grándola, vila morena... terra da fraternidade...
Joaquín Rodríguez ha dicho que…
Grándola Vila Morena...melancólica canción que te devuelve a un momento clave de la Historia y que yo también creo que hizo que España mirara con envidia sana al país vecino.

Me encantó la peli Capitanes de Abril, creo que reflejaba fielmente hechos reales.

Saludos
Anónimo ha dicho que…
Buenísima descripción de aquel importante y emocionante hecho que yo también viví y, como dicen blanca y joaquín rodríguez nos hizo desear lo mismo para nosotros.

El blog me parece muy interesante y coincidimos bastante; volveré a visitarlo.

Gracias
AF ha dicho que…
Gracias por la visita y el comen tario doña Blanca, don Joaquín y don Ernesto.

Un saludo.