Alegría
No todo iban a ser penas. Al saber que Second Life y Twitter son considerados ya sendos fracasos, mi corazón se ha henchido de gozo y casi podría decir que tengo el corazón contento, el corazón contento y lleno de alegríaaaaa... No sé si don César y don Ricardo (que detrás de tanta palabrería conservadora esconde un forofo de las novedades) me perdonarán por ello, pero es que no puedo sufrir la continua creación de tecnologías, sistemas, aplicaciones y demás objetos de software calificables globalmente como archiperris, que nos invade con una frecuencia que convierten en tarea imposible su conocimiento y aplicación rentable (o sea, frecuente y satisfactoria).
No puedo soportar que cuando estábamos tan ricamente desde hacía sólo unos pocos años acostumbrándonos a intercambiar nuestras ideas mediante el chat, los blogs y otros medios, alguien haya considerado que era imprescindible dotarse de una personalidad virtual con características físicas incluidas para hacer lo mismo. Comprendo la parte de negocio que el asunto tiene, lo que no comprendo es el furor con el que algunos usuarios (sólo algunos, según se asegura en el enlace que he puesto) se han lanzado a una experiencia costosa en tiempo y en dinero (si es que uno quería hacerse con un terrenito apañado y con todos los extras que ponían en órbita al avatar de uno). No lo entiendo porque no hacía falta. Está bien que exista como posibilidad, pero no entiendo que la gente lo quiera usar.
Es el mismo problema que tengo con la información en internet: es excesiva y, como tal, parcialmente inútil y contraproducente. El ser humano tiene una limitada capacidad de procesar y asimilar casi todo: la comida, la bebida, la velocidad y la información. Más allá de sus límites justos, comer mucho nos puede matar, lo mismo que la velocidad excesiva. Y con la información o, más en general, con la capacidad de hacer cosas, no es que nos vayamos a morir, pero sí nos vamos a colapsar.
El otro invento en vías de fracaso, Twitter, explica mejor la futilidad de buena parte de los esfuerzos personales y empresariales de hoy en día: una tecnología que permite un nivel de comunicación tan constante y directo, que mucha de la gente que lo ha querido usar ha descubierto que no tiene con qué. No tiene nada que decir con tanta urgencia.
No puedo soportar que cuando estábamos tan ricamente desde hacía sólo unos pocos años acostumbrándonos a intercambiar nuestras ideas mediante el chat, los blogs y otros medios, alguien haya considerado que era imprescindible dotarse de una personalidad virtual con características físicas incluidas para hacer lo mismo. Comprendo la parte de negocio que el asunto tiene, lo que no comprendo es el furor con el que algunos usuarios (sólo algunos, según se asegura en el enlace que he puesto) se han lanzado a una experiencia costosa en tiempo y en dinero (si es que uno quería hacerse con un terrenito apañado y con todos los extras que ponían en órbita al avatar de uno). No lo entiendo porque no hacía falta. Está bien que exista como posibilidad, pero no entiendo que la gente lo quiera usar.
Es el mismo problema que tengo con la información en internet: es excesiva y, como tal, parcialmente inútil y contraproducente. El ser humano tiene una limitada capacidad de procesar y asimilar casi todo: la comida, la bebida, la velocidad y la información. Más allá de sus límites justos, comer mucho nos puede matar, lo mismo que la velocidad excesiva. Y con la información o, más en general, con la capacidad de hacer cosas, no es que nos vayamos a morir, pero sí nos vamos a colapsar.
El otro invento en vías de fracaso, Twitter, explica mejor la futilidad de buena parte de los esfuerzos personales y empresariales de hoy en día: una tecnología que permite un nivel de comunicación tan constante y directo, que mucha de la gente que lo ha querido usar ha descubierto que no tiene con qué. No tiene nada que decir con tanta urgencia.
Comentarios
Una aplicación que tiene buena pinta es weblin. Pero no tengo tiempo de trastear en ella...
En fin, cada día salen doscientas nuevas memeces... adaptarse o perecer, amigo Antonio.
Besotes
Me alegro de tu recuperación. Siempre es un placer leerte. Un abrazote.
Salud y República
De todas formas no estoy de acuerdo con el artículo de PUBLICO respecto a Twitter, mi impresión es que cada día tiene nuevas opciones y aplicaciones a distintos ámbitos.
Lo importante no son las aplicaciones, son las personas.