Loa del escepticismo

Los presupuestos de Estado no son una Torah inamovible que el ministro de Economía de turno, o cualquier otro miembro de un gobierno, incluido su presidente, deban limitarse a consultar para ver si una determinada inciativa cabe o no en ellos. Son instrumentos de gobierno, los más importantes; y son, al mismo tiempo, la expresión de una política. Lo son, además, en positivo y en negativo: que recojan una partida específica, con su bonita cantidad allí puesta para llevar acabo tal cosa, es una forma de expresar en positivo la segura acción gubernamental al respecto; que no haya tal partida presupuestaria también expresa claramente, aunque en negativo, una posición del Gobierno: la de no estar decidido a llevar a cabo la medida para la que no asigna fondos.

Porque todo cuesta dinero, de un modo u otro, en esta sociedad. Y, con arreglo a ello, aquellas medidas que no tienen detrás esa bonita cantidad escrita pueden considerarse no tanto una parte de la política y de la acción venidera del Gobierno, sino una intención propagandística.

Tiene razón Solbes, por tanto, cuando muestra su escepticismo respecto a la batería de grandes iniciativas puestas sobre la mesa por dirigentes y gobernantes socialistas de distintos niveles. Cuando Chaves, con el apoyo de Carme Chacón, propone la un tanto inverosímil construcción de 300.000 viviendas públicas en Andalucía y la dotación de facilidades a quienes las busquen (¿qué ha instalado en él y en su Gobierno tal acuciante determinación, después de haber cumplido tan sólo la mitad de los objetivos propuestos en esa misma materia hasta ahora?), me parece lógico y, más aún, loable y muy de agradecer, que alguien diga que para hacer eso hay que tener primero muy claro lo que va a costar y cómo se va a pagar. Al parecer, no lo han hecho.

También tiene Solbes razón cuando muestra el mismo escepticismo respecto a la medida propuesta por Bernat Soria sobre la atención bucodental a niños y jóvenes entre siete y quince años de edad. Tan propagandística parece la medida, que el propio ministro de Sanidad, inmediatamente después de aparentar una gran firmeza en su determinación de sacarla adelante, aclara que lo que él ha anunciado ha sido su determinación de llevar la propuesta a un Consejo Interterritorial. ¡Pues vaya "determinación"! Para ese viaje no se necesitaban tales alforjas.

Y, por último, razón tiene también Solbes cuando insinúa que la medida de subvencionar con 2.500 euros el nacimiento de cada hijo, anunciada por el propio Zapatero a bombo y platillo en el debate del Estado de la Nación, no tenía un correlato que explicara bien en qué iba a consistir, a quiénes se daría ese dinero y en qué circunstancias, de dónde saldría el cash para ello, etc. Dicho de otro modo: que igual podría haber ofrecido el doble de lo que anunció porque el tiro no era de pólvora, sino de salva.

Pues éste es el problema de este Gobierno: que se ha dado cuenta de que debe hacer que se visualice mejor el esfuerzo realizado en materia de medidas sociales. Y para ello, no tienen otra salida mejor que empezar a lanzar propuestas-bomba. Solbes hace aquí el papel de comisario de policía impertérrito que anuncia que las bombas puestas hasta la fecha no tenían explosivo ni metralla y que, por tanto, nadie debe temer nada de ellas.

¿Temer? ¿He dicho temer? Sí, porque hay gente que en España teme profundamente que esas propuestas traspasen el umbral de la propaganda y pasen a dotarse de dineros para llevarse a cabo, momento en que pasarán de ser propaganda a ser política. Esa gente preferiría que el dinero que costaría ponerlas en marcha se dedicase a otras cosas. Por ejemplo, ahora que parece que la economía va a decaer, igual sería bueno ir pensando en una nueva ronda de flexibilización de la contratación y del despido. O también en una nueva vuelta de tuerca a los salarios. Ambas cosas se podrían fomentar seguramente si el Gobierno se mostrase dispuesto a dar a los sindicatos algunos fondos más para jubilaciones anticipadas (que tan bien engrasan la maquinaria del despido), o a aumentarles los presupuestos para formación (para que puedan explicar a los trabajadores que van a cobrar menos, pero a cambio se les va a formar más, con lo interesante que es eso a final de mes).

Sí, hay mucha gente que prefiere eso. Es gente bien conocida por Solbes. Es esa gente a la que él se refiere como "los que tienen dinero".

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
El problema es que ahora le entran las prisas al PSOE, como muy bien queda dicho, por hacer llegar su mensaje al electorado. Ahora bien, más le valdría al señor Solbes estarse calladito. Cualquier palabra mal dicha, y en el lugar equivocado, puede costar, a partir de ahora, una legislatura.