Una abyección incomprensible

Perdonen ustedes que comente una noticia que no debería tener nada que comentar por parte de un agnóstico, que es lo que yo me considero, pero se trata de unos hechos que transpiran la más lamentable abyección. Se trata de la actitud tomada por los feligreses de la parroquia católica de Albuñol, en Granada, quienes recientemente organizaron una masiva protesta por el traslado "disciplinario" de su párroco, el sacerdote Gabriel Castillo, por parte del arzobispado de la provincia.

Estos creyentes católicos quieren que el párroco trasladado sea devuelto a sus funciones en la localidad, no importa, sinceramente, por qué razón. Ellos sabrán si es válida o no, y ni a mí ni a nadie nos toca juzgarla. Hasta ahí, nada que objetar, nada que comentar.

Lo chocante, lo que me da repelús, es la actitud chulesca y barriobajera del arzobispo granadino, Francisco Javier Martínez, consistente en dejar al pueblo sin cura y, por tanto, sin culto. Esto implica no celebrar bodas, ni bautizos, ni funerales, ni administrar la extremaunción, ni confesar a quienes se ahoguen en el sentimiento de culpa, ni dar la comunión a quienes, siempre según esa pintoresca religión, se sientan limpios de pecado y listos para renovar su vida cristiana.

Y lo que da más grima aún es la angustia en que esta medida ha sumido a los católicos de Albuñol. Dice un vecino que están "rezando para que no se muera nadie". Creen sin duda que si alguien muere sin ese espantajo negro a su lado recitando letanías absurdas, irá al infierno. Hasta hace poco, las modas terrenales aconsejaron a la iglesia católica eliminar la visión apocalíptica del infierno, pero recientemente Ratzinger decidió que tal cosa era contraproducente, porque así no se metía el suficiente miedo. Miren si le dan los hechos la razón.

¿Qué tipo de castración intelectual provoca esta abyección? ¿Qué es lo que hace que gente seguramente buena, no más listos quizás que la mayoría, pero seguro que tampoco más tontos, se humillen de esta manera ante un pasmarote cargado de cadenas y sortijas, ante un buhonero de almas?

No lo entiendo. No les entiendo.

Comentarios

Stewie Griffin ha dicho que…
Menos entiendo yo la fe que tienen otros en ese deus ex machina que se nutre de nuestro trabajo y esfuerzo, y pretende por medio de un monopolio violento hacer mejor las cosas que la libre iniciativa de la sociedad en competencia... al menos los critianos creen que los angeles estan en otro plano de existencia, los socialistas de todos los partidos (llamemosles estatistas) creen que hay angeles entre los hombres con la misión divina de dirigir al resto mediante la coación pretendiendo conocer que fines y que medios son los adecuados para ellos.

¿Resulta este hecho gracioso?
Freia ha dicho que…
Y eso que no se ha puesto Vd. a hablar de las "monjitas", las terceras en discordia. La cosa tiene bemoles... Y encima todos chupan del erario público, que tiene más bemoles todavía.
SyrianGavroche ha dicho que…
Vaya historia... la segunda en un año ..Creo que la conferencia episcopal debería escuchar la voluntad popular de la misma manera que escucha al partido popular..

Un saludo!!
Manuel ha dicho que…
A stewie griffin.

"los socialistas de todos los partidos (llamemosles estatistas) creen que hay angeles entre los hombres con la misión divina de dirigir al resto mediante la coación pretendiendo conocer que fines y que medios son los adecuados para ellos."

El Socialismo Democrático no cree que hay ángeles entre los hombres, por eso considera que tiene que haber un Estado de Derecho en el que participe la ciudadanía con un control de la sociedad civil al poder político y este a su vez garantizar mediante el Derecho la justicia social, ya que el ser humano tiende a explotar a los demás y a marginar, así como el estado tiende a abusar si no hay separación de poderes y control al gobierno.

En cambio la jerarquía eclesiástica de cualquier religión, no tiene ningún control del pueblo ni le representan, así como no representan al bajo clero, ya que solo se eligen a dedo entre ellos según intereses de poder de grupos de presión. Esos grupos y poderes fácticos que muy a menudo pueden bastante más que el Estado y que la ciudadanía de a pié y que nadie los eligió y que condicionan tanto la labor de los gobiernos y de las religiones.