Sanguijuelas
Casi siempre que alguien escribe algo contra el estado de Israel, o simplemente algo en que se le critica, hay otro alguien que suele sacar a relucir la consabida referencia al antisemitismo escasamente oculto en nuestra sociedad. Los más extremados de estos profetas llegan a husmear, incluso, en nuestro cubo de la basura anímico para encontrar en él casi siempre -hábiles que son ellos- un filonazismo apenas tapado por el barniz democrático occidental al uso.
Naturalmente, en el mismo Israel hay ciudadanos de diferente origen racial que se oponen a la estructura de ese Estado y, más frecuentemente, a la política concreta del gobierno de turno que lo gestiona. También ellos suelen ser criticados por los mismos profetas bajo la óptica de que en todas parte cuecen habas y que también allí proliferan los enemigos de la paz.
Lo que ya es más raro, y provoca serias dificultades argumentativas a los profetas, es el hecho de que ciudadanos israelíes que no sólo son judíos, sino también mártires del Estado, denuncien a éste y lo pongan a caer de un burro. Y hace muy pocas semanas había mártires de esos manifestándose ante el Knesset (Parlamento israelí) para dar a conocer algo que habla por sí solo de la ruindad humana de la clase dirigente.
Es el caso que poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, la vencida Alemania aceptó pagar al Estado de Israel una indemnización trasladable a las víctimas del genocidio que los nazis cometieron sobre los judíos. Las cantidades pagadas son astronómicas y se abonaron a lo largo de las décadas de los 50 y los 60, pero el Estado sólo paga a los supervivientes (que, además, son cada vez menos, obviamente) una mísera paga de... 52 euros mensuales. No me digan que no es propio de sanguijuelas.
Naturalmente, en el mismo Israel hay ciudadanos de diferente origen racial que se oponen a la estructura de ese Estado y, más frecuentemente, a la política concreta del gobierno de turno que lo gestiona. También ellos suelen ser criticados por los mismos profetas bajo la óptica de que en todas parte cuecen habas y que también allí proliferan los enemigos de la paz.
Lo que ya es más raro, y provoca serias dificultades argumentativas a los profetas, es el hecho de que ciudadanos israelíes que no sólo son judíos, sino también mártires del Estado, denuncien a éste y lo pongan a caer de un burro. Y hace muy pocas semanas había mártires de esos manifestándose ante el Knesset (Parlamento israelí) para dar a conocer algo que habla por sí solo de la ruindad humana de la clase dirigente.
Es el caso que poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, la vencida Alemania aceptó pagar al Estado de Israel una indemnización trasladable a las víctimas del genocidio que los nazis cometieron sobre los judíos. Las cantidades pagadas son astronómicas y se abonaron a lo largo de las décadas de los 50 y los 60, pero el Estado sólo paga a los supervivientes (que, además, son cada vez menos, obviamente) una mísera paga de... 52 euros mensuales. No me digan que no es propio de sanguijuelas.
Comentarios
ESTOS JUDÍOS FUNDAMENTALISTAS Serán castigados por su propio Dios.
A rezar, para que la justicia se cumpla.