De buenos y malos

Vivimos tiempos de confusión, porque es muy difícil saber a qué carta quedarse, a quién compadecer. Quién es la víctima y quién el agresor. Pervez Musharraf, el presidente de Paquistán, fue el gran aliado de Estados Unidos en la zona tras el atentado del 11-S. Aparte de eso, es un general de máxima graduación aupado al poder mediante un golpe militar, que ha pretendido gobernar con mano de hierro un estado que se le escapa de las manos por el lado de los integristas pro-talibanes o de Al Qaeda, y también por la presión que su indeseado vecino indio hace sobre ese trozo musulmán desgajado de la India post-británica. Dicen que tiene algo personal contra los integristas. No es de extrañar si se tienen en cuenta los cuatro atentados contra su vida, elúltimo de elloos hace sólo unos días.

Pero este indeseable presidente Musharraf ha sido quien ha tomado en sus manos la tarea de demoler la influencia integrista en su país. El asedio y ataque final a la Mezquita Roja, en que se refugiaba el líder pro-talibán Rasheed Ghazi, ha concluido con la muerte a tiros de éste. Siendo como era un destacadísimo líder político-religioso, Ghazi era una pieza importante en la desestabilización de Pakistán y en la tarea de empujar al país hacia una involución islámica extremista.

Así pues, ¿quién es el bueno y quién el malo? ¿Son los dos malos? ¿Tiene sentido hacer alguna diferencia entre uno y otro? (y en caso afirmativo, qué diferencia haríamos).

Miren a ver si me pueden iluminar, se lo ruego.

Comentarios

Fritz ha dicho que…
¡Joder! Por un momento creí que iba a ser realista e iba a decirle que pensaba que "iba a morirme sin haberlo visto". Pero no... Al final volvemos a lo de siempre, una pena.

Saludos

PD: "Realista" no es lo mismo que "bueno". Hitler o Stalin... Hitler o Stalin... Ay! qué dilema!.
AF ha dicho que…
Recuerdo a las señoras y señores comentaristas que he rogado iluminación, no criptogramas ni jeroglíficos. Les vuelvo a rogar, por tanto, que no sigan el ejemplo de don Fritz.
Blanca ha dicho que…
Se está pretendiendo en el siglo XXI arreglar los dislates de las descolonizaciones o las ocurrencias de los líderes del siglo pasado y anteriores.

Cuando las cosas se hacen mal en India-Pakistan, Palestina-Israel, las 3/4 partes de Africa, prácticamente toda Asia Menor y alrededores, América Latina... enfín, casi el mundo entero... y se siguen haciendo peor, intentando arreglar conflictos a través de las armas, o de invasión pura y dura o de "interposición", vendiendo armamento a cualquiera que lo compre para seguir viviendo del dinero de las armas y ejerciendo la soberbia del primer mundo y el desprecio por el que no consideran tal... la solución es imposible.

Aunque no debemos darnos por vencidos y nuestra obligación es seguir denunciándolo. Pero estoy segura, Antonio, que los malos somos nosotros, el primer mundo, sin duda...
SPOOK ha dicho que…
Pues no puedo iluminarle, no tengo una solución a su pregunta.
Si le interesa puedo resumir mi posición.
- Estoy muy mal informado. Los medios de comunicación tienen interés en dar una visión sesgada.
- Pakistan está situado en una posición geo-estratégica de capital importancia presente e inmediato futuro.
- Los problemas complejos tienen soluciones sencillas que se venden con facilidad y son erróneas.
- Desde los derechos humanos es in-admisible el terrorismo.
- Para luchar contra el terrorismo no pueden violarse los derechos humanos.

Por lo anterior me inclino más bien por pensar que ambos son malos.

Por si le interesa le copio un artículo de Tariq Ali, que si está informado y es un intelectual honesto, muy crítico con el gobierno pakistaní.

Pakistán: ley y orden Tariq Alí )(
En agosto Pakistán cumplirá sesenta años y durante exactamente la mitad de su existencia ha estado bajo la bota militar. Los líderes militares han tenido habitualmente un ciclo vital de 10 años: Ayub Khan (1958-69), Zia-ul-Haq (1977-89).
El primero fue eliminado por una insurrección de toda la nación que duró tres meses. El segundo fue asesinado. De acuerdo con este calendario político, Pervez Musharraf tiene aún un año y medio de plazo, pero los acontecimientos se precipitan.
El 9 de marzo pasado, el presidente apartó del cargo al presidente del tribunal supremo de justicia. A diferencia de algunos de sus colegas, el magistrado en cuestión, Iftikhar Chaudhry, no se resignó en el momento del golpe, pero como otros presidentes del tribunal supremo había consentido con la falaz “doctrina de la necesidad" que se utiliza siempre para justificar judicialmente un golpe militar. No tenía fama de activista judicial y los cargos que se le imputan están más bien relacionados con un “abuso de poder”, pero no es ningún secreto que últimamente Chaudhry había emitido varios fallos contra el gobierno en temas sensibles —entre ellos todo lo relacionado con la privatización a toda prisa de la Karachi Steel Mills (Fundidora de Karachi), su insistencia de que los activistas políticos “desaparecidos” se encare por vía judicial y la petición de que las víctimas de violaciones sean tomadas en serio— aterran a Islamabad.
¿Podría ir aún más lejos este díscolo magistrado y declarar inconstitucional la presidencia militar? Se ha desatado la paranoia.
Las cadenas de televisión comprometidas con informaciones objetivas fueron asaltadas por la policía, difuminando así la jactancia presuntuosa del régimen (hasta la fecha verdadera) de que había interferido menos con los medios de comunicación que todos sus predecesores.
La decisión desencadenó un fuerte movimiento social. Al principio solamente estuvo confinado a 80.000 abogados y algunas docenas de jueces, pero pronto empezó a extenderse. En sí mismo esto ya fue una sorpresa en un país cuya gente se ha alejado de forma creciente de la ley de una elite corrompida hasta la médula. Más significativo aún es que esta oposición de la sociedad civil a esta grosera decisión no tiene nada que ver con la religión. Se trata de una defensa de la independencia judicial (nominal sin embargo) frente al gobierno. Los abogados que se manifestaron por las calles insistían en la separación de los poderes constitucionales. Hay algo encantadoramente pasado de moda y chapado a la antigua en esta lucha. Ni la religión ni el dinero están presentes, sino los principios. Cuando el movimiento creció, los carreristas de la oposición se sumaron al carro (algunos de los cuales había organizado sus propios asaltos matones contra el tribunal supremo cuando estaban en el poder) haciendo suya la causa.
Como sucede a menudo en una crisis, Musharraf y sus consejeros, en vez de reconocer que alguna falta habían cometido para corregirla inmediatamente, decidieron hacer una prueba de fuerza. A medida que las manifestaciones de Iftikhar Chaudhry fueron más populares, Islamabad tramó su contraofensiva. El magistrado fue obligado a visitar la ciudad más grande del país, Karachi. El poder político aquí está en manos del MQM [Muttahida Quami Movement], un desagradable conglomerado, creado durante la dictadura anterior, adicto a la violencia y a los barullos e insensible a las realidades humanas y morales. Está formado en buena parte por familias pobres de muhajir (musulmanes que se refugiaron en Pakistán en el momento de la partición en 1947), que se sienten abandonados por el estado. Musharraf también proviene de una clase media de refugiados. Por esta razón, el MQM lo adoptó como uno de los suyos (aun cuando la madre de Musharraf fue una simpatizante comunista y la familia en conjunto era progresista).
Siguiendo instrucciones de Islamabad, los líderes del MQM decidieron impedir al magistrado cualquier mitin en Karachi. Esto es lo que motivó los enfrentamientos armados y cerca de 50 muertos en la ciudad hace pocos días. Secuencias de los asesinatos, pasadas en la cadena de televisión Aaj (Hoy), hizo que la cadena fuera asaltada por voluntarios armados del MQM. Hechos que, a su vez, provocaron una huelga general exitosa, aislando al régimen. Si unas elecciones presidenciales se realizaran ahora pocas dudas hay de que el magistrado podría derrotar al general. La popularidad del magistrado Chaudhry solamente puede ser entendida en un contexto en que los políticos tradicionales están completamente desacreditados.
El fracaso de Benazir Bhutto (Partido del Pueblo de Pakistán) al no hacer algo substancial en favor de los pobres que la habían votado para el gobierno tuvo como resultado una desilusión enorme. Fue sacada del gobierno supuestamente por corrupción y en las siguientes elecciones su antiguo rival Sharif (Liga Musulmana del Pakistán) obtuvo una gran mayoría con una participación muy baja (por debajo del 30%). Los asqueados partidarios de Bhutto se quedaron en casa.
Nawaz Sharif hizo a su hermano Shahbaz el primer ministro del Punjab. Su difunto padre fue el presidente no oficial de Pakistán y estuvo implicado en las negociaciones con el ejército desafecto. Fue este Sharif que advirtió a sus hijos que los generales, que no eran angelitos del cielo, podían ser vendidos y comprados en el mercado. Pero no todos. Ni Musharraf tampoco. En el intento de ópera bufa de Nawaz Sharif de echar a Musharraf le salió el tiro por la culata.
El 11 de Septiembre convirtió al presidente de Pakistán en una pieza clave de la región. Para la elite del país fue una bendición. El dinero empezó a fluir, las sanciones por los experimentos nucleares fueron levantadas, y las concesiones comerciales con la UE supusieron más de mil millones de euros, y simultáneamente se redujeron las tarifas sobre las exportaciones textiles pakistaníes. Los Estados Unidos se implicaban cada vez más y los militares y los altos cargos paquistaníes se conformaban. Todos (políticos venales, postrados altos cargos, y las damas casquivanas de la alta sociedad) aplaudieron la vuelta de Pakistán al viejo estatus de estado puntero. No los islamistas, por supuesto, puesto que la nueva guerra era contra ellos y sus amigos de Afganistán. Por un tiempo la única oposición al régimen fue la de los islamistas, moderados y extremistas, aunque los métodos fueron diferentes en cada caso.
El intento de intimidar al magistrado ha desatado una nueva fisura en la sociedad pakistaní. La violencia en Karachi dificulta el acuerdo por ambas partes. Hay una solución sencilla. El general debería deshacerse del uniforme, el magistrado debería renunciar a su negra toga y los dos hombres deberían batirse en las elecciones sin obstáculos del MQM o de los numerosos aparatos del estado. Puede parecer la cuadratura del círculo, pero existen peligros inminentes a menos que los generales acuerden el compromiso.
SPOOK ha dicho que…
Para Blanca.
Pues si, pero…
No es precisamente Pakistán el mejor ejemplo para buscar las causas inmediatas de su triste situación actual en el colonialismo occidental.
Si mezclamos todo no entendemos nada, e impedimos ver las soluciones
Imperialista ha dicho que…
Yo lo tengo claro: en caso de duda disparar al del turbante. Es decir, y volviendo a la pregunta, el malo es el del turbante.
Anónimo ha dicho que…
Imperialista ¡cariño¡ deja de jugar en Internet y prepara la cena.
Y si esta noche quieres que lo hagamos lávate la boca que tu halitosis es muy desagradable
Juanlu Gonzalez ha dicho que…
El del turbante era el más destacado opositor al régimen dictatorial de Musharraf, pero desde luego era otro grillado. No obstante no se puede olvidar que los talibanes están protegidos por los propios servicios secretos pakistaníes (ISI) y algún que otro ministerio de su gobierno que pertenece al islamismo moderado con el que ha pactado el general.

No creo que pueda apretar demasiado pero necesitaba un golpe de efecto para demostrar que está al mando de un país que se le escurre cada día más entre los dedos
AF ha dicho que…
¡Vaya, don Miguel, qué agradable sorpresa! Conozco desde hace décadas a Tariq Alí, doy fe de que es una persona muy informada y aunque bajo ese pseudónimo se esconde alguien que ha pasado por varias vicisitudes de orientación política, me parece que en materia de información ha sido en todo tiempo alguien de referencia.

Don Impe: si algo tiene la derecha es su facilidad asombrosa para situar al enemigo.

Don Juanlu: creo que además el contencioso indo-pakistaní pesa mucho más de lo que parece en esta guerra. Los indios vienen ayudando subrepticiamente a cualquier fuerza política, religiosa o lo que sea, que muestre intenciones de enfrentarse al gobierno pakistaní de turno. Los pakistaníes hacen eso mismo pero más dificultosamente por razones obvias de tamaño y complejidad de un país y otro.

Lo que agrava la cuestión es que ambos países tienen un cierto poder nuclear, lo que, por cuestiones simplemente de procedimiento, casi diríamos que burocráticas, les coloca relativamente fuera de la acción "sorpresiva" del gendarme mundial. Es decir, se han ganado a pulso el derecho a pegarse como quieran hasta cierto punto y bajo ciertas condiciones, mucho más laxas que las que atañen a países sin poder nuclear.

Saludos a todos (incluido don Fritz).
Fritz ha dicho que…
Gracias por el segundo saludo, Don Antonio.

Mi posición es muy clara respecto del post de la entrada. Musharraf es un dictador, y esto es malo. Los islamistas son totalitarios, y esto es malo. ¿Cómo resolver el dilema?

En primer lugar hay que tratar el tema de una manera "realista" como dije antes, no se trata de "buenos" y "malos", se trata de lo que es conveniente, y no sólo a Occidente, sino desde luego también a Pakistán. En un enfrentamiento entre Musharraf y los islamistas no caben más cojones que apoyar a Musharraf, y es que era esta la duda supuestamente irresoluble del post de entrada.

Es más, no cabe tampoco hacer hueco a los islamistas cuando otros opositores al dictador (que hay muchos) se le enfrenten. Es natural querer recibir todos los apoyos contra el enemigo que se encuentra en el poder, pero esto no elimina que ciertos aliados coyunturales sean mucho más dañinos y opuestos a las ideas de uno mismo que el propio enemigo, aunque este tenga el poder.

Sin entrar en profundidades, Don Antonio, es claro y meridiano que peores son los islamistas que Musharraf; esto es como dudar en justificar la legitimidad de matar soldados yankies en Irak, no por parte de la insurgencia suní o chií, sino de Al-Qaeda. Es que no se trata de buenos y malos, porque así le pasa, que siendo malos los dos no sabe dónde elegir. Nada más estúpido. Debe haber unos buenos y otros malos para plantear la pregunta, si no uno se queda de brazos cruzados sin darse cuenta de que lo de los islamistas es que es otra película, no es la lucha clásica entre dictador/oposición, es otra cosa.

Estoy muy en acuerdo con el artículo que cuelga Miguel. Viene a decir que Musharraf utiliza el peligro de que los islamistas se hagan con el poder en Pakistán de la misma manera que Bush el terrorismo internacional: demagógicamente. Dice que las grandes revueltas en Pakistán no son tanto por parte de los islamistas, que no tienen tanto poder. Dice que Musharraf (su régimen) es ya más parte del problema que de la solución, porque hay una oposición no islamista muy fuerte... Pero fíjese, Don Antonio, que al final dice "... pero existen peligros inminentes a menos que los generales acuerden el compromiso." No dude que esos "peligros inminentes" son los islamistas. No dude que el Sr. Alí no equivoca la pregunta.

… Y es más/sobre todo no dude ni por un instante que el Sr. Alí cree que peores son los islamistas que Musharraf.

… Y fíjese que el Sr. Alí da todavía legitimidad a Musharraf, no exige su retirada sino que compita en igualdad de condiciones con otros (y habla de la urgencia de hacerlo precisamente para luchar contra los islamistas).

Había buenos artículos hoy en “El País” que trataban la cuestión y que vienen a decir algo similar a lo que se dice en el artículo que cuelga Miguel. El mejor el de Ángeles Espinosa (que no se encuentra en la edición digital). De lo que se trata, en fin, es de que Musharraf pacte con la oposición democrática una descarga sin tregua contra los islamistas adquiriendo el compromiso de unas elecciones limpias, no de entrar en tribulaciones. No todo está tan claro (o sí, yo no votaría a Musharraf en las hipotéticas elecciones) pero hay cosas que sí lo están; hay dudas irresponsables y, entre ellas, las suyas.

¿Islamistas o Musharraf? Es que tiene muchas pelotas el asunto, la verdad.

Saludos

PD: ¿Bush o Al-Qaeda?