Himnos y banderas

Pongo aquí este enlace con un artículo de Daniel Bensaïd, destacado e histórico dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria francesa, sobre las cuestiones identitarias y sus efectos sobre la gente que desde hace años y procedente de África, Asía o América Latina, viene incorporándose irregularmente al censo de los países europeos.

Me parece enormemente clarificador el planteamiento que hace sobre qué podrá parecerle a un habitante de, por ejemplo, los barrios parisinos de mayoría magrebí, el hecho de que se le intente hacer tragar una bandera y un himnos franceses que, junto a sus referencias clásicas de liberación y rebelión, atesora otras mucho menos orgullosas, como los genocidios en Argelia o en Asia. ¿Debe aplaudir al izarse la bandera que fue enarbolada por los paracaidistas franceses en su represión brutal en la Argelia de los años 60? ¿No importará nada el hecho de que quizás sus abuelos fueron asesinados en esas matanzas?

Y, más sugerente aún, ¿ese planteamiento es trasladable a España en la actualidad? ¿Qué trasposición creen ustedes que podría hacerse del mismo ante la cuestión nacional?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Cuestión nacional? ¿Que cuestión nacional? Démosles acogida, comprensión y ayuda, que seguro que para ellos lo más importante es la cuestión diaria de subsistir y seguir adelante...

Saludos
Maripuchi ha dicho que…
Difícil asunto plantea hoy, don Antonio.

Por un lado, creo que el inmigrante debe integrarse en la sociedad que le acoge. Por el otro, la sociedad que le acoge tiene que allanar el terreno para que las culturas no entren en conflicto.

Los ministerios de identidad nacional de Sarkozy no distan mucho del discurso de LePen....

Creo que Ségolène debería desmarcarse claramente. Los derroteros de la izquierda hoy en día, deberían ser comunes para mejorar en la pequeña medida de lo que cabe las sociedades.

Abrazos.
J. G Centeno ha dicho que…
En este problema, que no es baladí, la izquierda suele responder con generalidades, con tópicos, por su dificultad para entrar a discutir a fondo el problema de la inmigración y las señas de identidad de los inmigrantes. Es evidente, al menos para mi, que hay un componente de subjetividad a la hora de valorar un símbolo, incluso el momento, tiene su importancia. A mi no me hace daño la bandera bicolor española, cuando un connacional gana una medalla,en una especialidad deportiva y suena el himno "chundachundero", sin embargo me saca de quicio, sólo verla cuando se saca en una manifestación política con el objetivo de defender una determinada concepción de España, que no sólo no es la mía, sino que además me produce naúseas. En ese sentido, no escuchamos igual "La marsellesa" aquellos para los que es un canto revolucionario, hay que recordar que el catorce de abril de 1931, había más gente cantandola que el propio Himno de Riego, prácticamente desconocido entonces, que aquellos que con "La marsellesa" sonando fueron víctimas del imperialismo colonial francés. Sin ir más lejos la matanza de "Casasviejas" o la represión del movimiento revolucionario del treinta y cuatro, se hicieron bajo la bandera tricolor de la República Española. Creo que eso está claro, tan claro como, para mí lo está, que una opción progresista, una opción de izquierda, nunca debe poner reparos a la inmigración. El argumento de que pueden venir delincuentes es tendencioso. ¿No tiene el Estado armas más que suficientes para defenderse de la delicuencia, sea nativa o inmigrada? Además,y aquí me permito una pequeña dosis de demagogia, los mayores delincuentes se sientan en los Consejos de Administración, y los que son de fuera nunca han tenido el mayor problema para inmigrar. Otro argumento tan falso y tendencioso como el anterior es aquel de que aquí no hay trabajo para todos. ¿Cómo es posible, entonces, que todos acaben encontrando trabajo? Trabajo, eso si en peores condiciones que cualquier nativo. ¿No será que existe cierto interés en mantenerlos en la ilegalidad?
La cuestión más peliaguda estriba en lo que se ha dado en llamar las "señas de identidad cultural". Y aquí, y no es la primera vez que se me acusa de xenófobo, o de racista, soy contundente. A esta sociedad española, de raices mayoritariamente cristianas, le ha costado mucho secularizarse, han sido siglos los que hemos tardado, y lo que nos queda, en ir colocando la superstición y la superchería en el ámbito de la práctica privada, muy respetable que conste, pero privada. Las sociedades musulmanas no han recorrido ese camino que inevitablemente iran recorriendo hacia el laicismo. De manera que, cuando se ven obligados a emigrar, no olvidemos que la emigración nunca es voluntaria, lo hacen con unas "señas de identidad culturales" que hace siglos que Occidente abandonó. Y sinceramente son señas de identidad ante las que no tengo ningún respeto, es más me molestan. Me molesta ver a una señora tapada hasta los ojos, me molesta ver a una mujer caminar tres pasos detrás de su marido. Y francamente para mí el mayor esfuerzo integrador tiene que venir de ellos, y es parte de nuestro trabajo político convertir esa necesidad en virtud. No tiene sentido, y a mi me parece peligroso, tener que tenerle un especial respeto al "Profeta" Mahoma, que no hizo otra cosa que fundir supercherías y supersticiones anteriores, con la Torah hebrea y el Evangelio cristiano, para crear una religión tan intolerante y oscurantista como las demas, respeto que no se tiene con Jesucristo, por ejemplo, y ese derecho a no tener respeto a una figura, por muy sagrada que sea para mucha gente, que no se olvide que es una conquista laica conseguida en occidente después de mucha batalla. El apoyar el velo en las escuelas,por ejemplo, es para mí, un paso atrás en el desarrollo cultural de la sociedad. No por el hecho de llevar un velo, un casco o unas plumas como Cochisse, que sería un acto de libertad personal, sino por lo que representa, un modelo cultural que tiene que evolucionar, y tiene que hacerlo muy deprisa en el mundo globalizado en que vivimos.
Maripuchi ha dicho que…
Javi, aplaudo tu discurso. Lo comparto al 100%.
Abrazos.