Con motivo del aniversario de la Segunda República
Pasada la fecha clave del 14 de abril y leídos los diferentes comentarios que respecto a esa efeméride se han suscitado en bitácoras conocidas, me animo ahora a poner por escrito el mío, sabedor de que nado a contracorriente, o más bien en una corriente distinta que la mayoría .
Empezaré por una afirmación rotunda: no me siento republicano. Tampoco monárquico, claro está, ni soy partidario de una teocracia. No me siento de ninguno de estos regímenes en particular, porque creo que nos acostumbramos con gran facilidad a identificarnos, por más o por menos razones, con tal o cual idea y al final acabamos siendo acérrimos partidarios de la misma pese a quien pese y, sobre todo, pese a lo que pese.
La matanza de Casas Viejas ocurrió bajo la Segunda Repíblica española y la CEDA gobernó España bajo esa forma de Estado. Lo que se hizo en ese periodo republicano, breve pero significativo, fue tan malo o peor que lo hecho en la mayor parte del tiempo que lleva funcionando esta democracia que ahora conocemos en España. Y no se trató de una perversión del régimen, sino de un resultado natural de las posibilidades que ese mismo régimen atesora. Con una república pueden gobernar unos haciendo unas cosas, y otros haciendo las contrarias.
Comprendo perfectamente lo que la Segunda República significó no sólo para las enormes masas de personas acostumbradas a la mayor represeión y marginación económica y social posibles, sino también para la historia de este país. Fue el primer intento serio de romper con las pesadas cadenas que durante siglos habían estado manteniendo a España atada a lo peor y más reaccionario de cada momento. Por primera vez se barruntó la posibilidad de entender la política como algo noble y no como un simple chalaneo entre generales, jerarcas, curas y terratenientes. Creo sin duda alguna que la Segunda Repúbica mereció con creces la defensa que una mitad de España hizo de ella a costa de muchos sacrificios entonces y más aún después. Mi recuerdo más emocionado para esas personas, vivas o muertas.
Pero tampoco olvido que dentro de la República se quería fraguar una revolución social. Con acierto o sin él, muchos miles de personas creyeron que precisamente el momento de tener en la mano unas armas siempre negadas hasta entonces y el hecho de tenerlas legalmente, sin tapujos, permitía hacer algo más que defender la República del ataque del fascismo. Y no olvido que la propia República desconfió -naturalmente, diría yo- de esas decenas de miles de militantes revolucionarios que soñaban tanto o más con futuros tanto o más bellos que los que iluminaban a los dirigentes más firmemente defensores de la República tal como entonces era.
No olvido que los partidos no republicanos que se erigieron en los baluartes de la República utilizaron las mentiras más viles contra esos militantes revolucionarios. No olvido que el PCE organizó una persecución infame contra esos militantes, organizados sobre todo en la CNT y en el POUM, y lanzó a los cuatro vientos vergonzosas proclamas que les presentaban como traidores y como fascistas camuflados. Y no olvido que el PSOE calló vergonzantemente ante la iniciativa de los que ya por entonces se habían hecho con los hilos del poder en la Segunda República.
Y resulta que las cunetas de las carreteras españolas están llenas no sólo de militantes del PCE o del PSOE, o de otros partidos republicanos, asesinados por los fascistas, sino también de esos otros militantes revolucionarios, asesinados por los fascistas y por sus perseguidores de la izquierda. Aun tuvo la propaganda comunista ortodoxa la desfachatez de responder a la consigna del POUM exigiendo que su principal dirigente, Andreu Nin, apareciese con vida después de haber sido secuestrado por miembros del PCE ("¿Dónde está Nin?", apareció en miles de pintadas en las paredes de muchas ciudades) con la macabra burla de respuesta: "En Roma o en Berlín". Bien sabían los que eso contestaban que no era cierto, que estaba ya muerto por miembros del comunismo oficial asesorados por algunos de los más execrables verdugos y torturadores creados en la escuela de Stalin.
"¿A qué viene ahora recordar esto?", dirán algunos. "No es momento de recordar lo que nos separa, sino aquello que nos puede unir". Estoy de acuerdo, pero con un matiz: para unirnos no es necesario olvidar. Yo puedo (siempre he podido) hacer muchas cosas junto con gente del PCE, por más que a ese partido como tal lo he considerado siempre y lo sigo considerando ahora, como una pesada losa que históricamente ha pesado sobre los hombros de quienes han querido realizar una acción revolucionaria. Puedo firmar cosas con esa gente, puedo ir a manifestaciones con ellos, encerrarme si es preciso pidiendo la libertad de alguien de sus filas a quien han detenido injustamente. Pero no por ello he de olvidar lo que hicieron sus antecesores en ese partido.
Y les digo más: mientras yo soy capaz de pasar por alto estos recuerdos la mayor parte del tiempo, los más viejos militantes del PCE, no hace tantos años, no eran capaces de hacer lo mismo. Todavía recuerdo la ira que me invadió cuando en el local del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid (el CAUM, histórico submarino del PCE en los años 60 en el régimen de Franco para buscar espacios de organización y de acción política) se negaron a proyectar la película "Tierra y libertad", de Ken Loach, porque se ponía sobre el tapete todo esto que yo he dicho aquí. Porque se atacaba al PCE, ¡¡¡ 60 años después!!! Eso sí que es capacidad de no pasar página.
Por eso, comprendiendo lo que la Segunda República sugiere a muchos que no son parte de mi cultura política, entendiendo perfectamente lo destacable y defendible de aquel régimen, me limito a callar respetuosamente ante el alborozo de la celebración de cada 14 de abril. Me parece que el deseo que late tras ese alborozo es sano, muy sano.
Pero yo no llevo lazos ni banderas tricolores, porque sigo creyendo que, en caso de tener sentido alguna bandera y algún color, ése ha de ser el rojo.
Empezaré por una afirmación rotunda: no me siento republicano. Tampoco monárquico, claro está, ni soy partidario de una teocracia. No me siento de ninguno de estos regímenes en particular, porque creo que nos acostumbramos con gran facilidad a identificarnos, por más o por menos razones, con tal o cual idea y al final acabamos siendo acérrimos partidarios de la misma pese a quien pese y, sobre todo, pese a lo que pese.
La matanza de Casas Viejas ocurrió bajo la Segunda Repíblica española y la CEDA gobernó España bajo esa forma de Estado. Lo que se hizo en ese periodo republicano, breve pero significativo, fue tan malo o peor que lo hecho en la mayor parte del tiempo que lleva funcionando esta democracia que ahora conocemos en España. Y no se trató de una perversión del régimen, sino de un resultado natural de las posibilidades que ese mismo régimen atesora. Con una república pueden gobernar unos haciendo unas cosas, y otros haciendo las contrarias.
Comprendo perfectamente lo que la Segunda República significó no sólo para las enormes masas de personas acostumbradas a la mayor represeión y marginación económica y social posibles, sino también para la historia de este país. Fue el primer intento serio de romper con las pesadas cadenas que durante siglos habían estado manteniendo a España atada a lo peor y más reaccionario de cada momento. Por primera vez se barruntó la posibilidad de entender la política como algo noble y no como un simple chalaneo entre generales, jerarcas, curas y terratenientes. Creo sin duda alguna que la Segunda Repúbica mereció con creces la defensa que una mitad de España hizo de ella a costa de muchos sacrificios entonces y más aún después. Mi recuerdo más emocionado para esas personas, vivas o muertas.
Pero tampoco olvido que dentro de la República se quería fraguar una revolución social. Con acierto o sin él, muchos miles de personas creyeron que precisamente el momento de tener en la mano unas armas siempre negadas hasta entonces y el hecho de tenerlas legalmente, sin tapujos, permitía hacer algo más que defender la República del ataque del fascismo. Y no olvido que la propia República desconfió -naturalmente, diría yo- de esas decenas de miles de militantes revolucionarios que soñaban tanto o más con futuros tanto o más bellos que los que iluminaban a los dirigentes más firmemente defensores de la República tal como entonces era.
No olvido que los partidos no republicanos que se erigieron en los baluartes de la República utilizaron las mentiras más viles contra esos militantes revolucionarios. No olvido que el PCE organizó una persecución infame contra esos militantes, organizados sobre todo en la CNT y en el POUM, y lanzó a los cuatro vientos vergonzosas proclamas que les presentaban como traidores y como fascistas camuflados. Y no olvido que el PSOE calló vergonzantemente ante la iniciativa de los que ya por entonces se habían hecho con los hilos del poder en la Segunda República.
Y resulta que las cunetas de las carreteras españolas están llenas no sólo de militantes del PCE o del PSOE, o de otros partidos republicanos, asesinados por los fascistas, sino también de esos otros militantes revolucionarios, asesinados por los fascistas y por sus perseguidores de la izquierda. Aun tuvo la propaganda comunista ortodoxa la desfachatez de responder a la consigna del POUM exigiendo que su principal dirigente, Andreu Nin, apareciese con vida después de haber sido secuestrado por miembros del PCE ("¿Dónde está Nin?", apareció en miles de pintadas en las paredes de muchas ciudades) con la macabra burla de respuesta: "En Roma o en Berlín". Bien sabían los que eso contestaban que no era cierto, que estaba ya muerto por miembros del comunismo oficial asesorados por algunos de los más execrables verdugos y torturadores creados en la escuela de Stalin.
"¿A qué viene ahora recordar esto?", dirán algunos. "No es momento de recordar lo que nos separa, sino aquello que nos puede unir". Estoy de acuerdo, pero con un matiz: para unirnos no es necesario olvidar. Yo puedo (siempre he podido) hacer muchas cosas junto con gente del PCE, por más que a ese partido como tal lo he considerado siempre y lo sigo considerando ahora, como una pesada losa que históricamente ha pesado sobre los hombros de quienes han querido realizar una acción revolucionaria. Puedo firmar cosas con esa gente, puedo ir a manifestaciones con ellos, encerrarme si es preciso pidiendo la libertad de alguien de sus filas a quien han detenido injustamente. Pero no por ello he de olvidar lo que hicieron sus antecesores en ese partido.
Y les digo más: mientras yo soy capaz de pasar por alto estos recuerdos la mayor parte del tiempo, los más viejos militantes del PCE, no hace tantos años, no eran capaces de hacer lo mismo. Todavía recuerdo la ira que me invadió cuando en el local del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid (el CAUM, histórico submarino del PCE en los años 60 en el régimen de Franco para buscar espacios de organización y de acción política) se negaron a proyectar la película "Tierra y libertad", de Ken Loach, porque se ponía sobre el tapete todo esto que yo he dicho aquí. Porque se atacaba al PCE, ¡¡¡ 60 años después!!! Eso sí que es capacidad de no pasar página.
Por eso, comprendiendo lo que la Segunda República sugiere a muchos que no son parte de mi cultura política, entendiendo perfectamente lo destacable y defendible de aquel régimen, me limito a callar respetuosamente ante el alborozo de la celebración de cada 14 de abril. Me parece que el deseo que late tras ese alborozo es sano, muy sano.
Pero yo no llevo lazos ni banderas tricolores, porque sigo creyendo que, en caso de tener sentido alguna bandera y algún color, ése ha de ser el rojo.
Comentarios
Hablas de aquellos que se identifican acérrimamente con unas ideas, y yo creo que el verdadero problema es el de aquellos que ven materializados todos sus ideales en una experiencia concreta. Eso es en gran medida conservador, inmovilista. Por aquel entonces, como cuentas, los que vieron en el "primero la guerra y después la revolución" tics inmovilistas para afianzar un sistema que no satisfacía plenamente sus ideales, fueron perseguidos como lo hubieran sido en cualquier otro sistema. Hoy, aunque mañana se exiliase el Borbón, tampoco habría un cambio sustancial en ese sentido y el que pretendiese superar el nuevo sistema tampoco sería bien recibido.
Saludos, y enhorabuena.
"No hay que esta tan orgullosos del período de la IIª República"
No, en ningún caso, en tanto que período político. Estoy de acuerdo contigo en que el PCE no era republicano, como no lo era una parte importantísima del PSOE (si no la mayoría) pero de la misma manera no lo era ni la CNT ni el POUM (y de la derecha se salvaban menos todavía que de la izquierda). Suele decirse que había muchas repúblicas el 14 de abril, pero habría que añadir que prácticamente ninguna era auténticamente republicana.
Yo soy demócrata(-liberal), aunque sólo sea porque es el mejor sistema que se conoce; no sé muy bien a qué se refiere Jimmy Jazz cuando habla de "la superación del sistema (-democrático)", pero yo no veo superación desde la anarquía ni desde el comunismo libertario del POUM (realmente no estoy muy al tanto de su ideología). No creo yo que sea desde el "marxismo" (concedamos a quienes se dicen tal el serlo de veras) desde donde se vaya a superar el sistema democrático-liberal.
El PCE defendía SU República, el PSOE la SUYA, y así sucesivamente. Muy pocos eran republicanos de veras, en el sentido de demócratas y, sinceramente, a mí me importa más vivir bajo un régimen democrático que que este tenga en la cúspide un Rey o un Presidente, es algo que me parece irrelevante... y desde luego que no era el POUM, el PCE o el PSOE por aquella época muy demócratas, la verdad (por la derecha sucede lo mismo pero esa es ya otra cuestión).
El período republicano vio muchísimos asesinatos políticos y etc, etc, etc, no me parece a mí algo muy propenso a la idealización, y si bien no sucede lo contrario por lo que tu mismo dices, no es algo que desearía ver. Y, por supuesto, mi deseo no se encuentra en "estar más cerca de hacer una revolución socialista o anarquista", dejémonos de zarandajas.
Saludos
Creo haber escrito ya antes, aunque no estoy seguro de donde, algunos de los porqués a la celebración del catorce de abril. Pero aunque sea por encima no está de más repetirlos. Yo, como marxista que creo ser, intento explicar los fenómenos del pasado utilizando como herramienta el materialismo histórico, que no deja de ser una aplicación de las leyes del materialismo dialéctico a los fenómenos históricos. El materialismo histórico determina, y es que el marxismo es esencialmente determinista, que son las contradicciones entre las clases que conforman la sociedad el motor de la historia. Así de las contradicciones propias del sistema feudal van a surgir las sociedades burguesas, y de las contradicciones entre burguesía y proletariado deberá surgir el socialismo. Todo este argumento está simplificado al máximo. Parece evidente que en la Europa que nos rodea, bien de una forma, a través de la llamada "Revolución Industrial" o de otra más política, la Revolución Francesa o las unificaciones italiana o alemana, es ,a partir de finales del siglo XVIII y todo el XIX, cuando se da lugar esta toma del poder por parte de la burguesía como clase más pujante, lo cual trajo como consecuencia, entre otras el nacimiento, o fortalecimiento de la conciencia nacional. Sin embargo en España la colusión de los intereses de dos factores como son la resistencia numantina a dejar el poder de la casa de Borbón, tres veces expulsada y las tres de vuelta, y el excesivo poder de la Iglesia Católica, íntimamente relacionada con los terratenientes y grandes propietarios, no se ha podido completar un cambio burgués completo, frustrados los intentos de 1812, 1868 y 1931. En este sentido, y éste es un factor muy importante, la efémerides de la II República debe servir para que no olvidemos los parámetros que debe tener la futura III República y que esencialmente deben ser de progreso, modernizando unas estructuras socieconómicas, que en su tiempo no sufrieron el cambio radical adecuado. Para un marxista, en España, procurar la llegada de la III República es prioritario, y utilizar los simbolos de la II como arma propagandística puede que necesario, y en ningún caso contradictorio, como Antonio pretende insinuar, con la Revolución Socialista. Es evidente que en la II República se produjeron hechos deleznables, los apuntados de Casasviejas o la represión del 34 los más destacados, pero tambien se produjo el mayor avance en política educativa y sanitaria de la historia de España, la extensión del voto a las mujeres, el primer intento serio de Reforma Agraria, la reestructuración, a la postre vemos que insuficiente, de un ejército plagado de generales procedentes de las campañas de África. En definitiva durante la II República la sociedad española avanzó más que en los doscientos años anteriores. Destacar los logros republicanos, sin tener porque ocultar sus desaciertos, es una tarea que nos corresponde, porque el balance es, esencialmente positivo.
El 14 de Abril de 1931 un muy minoritario, y sectario PCE salió a la calle al grito de "¡Abajo la República, Vivan los Soviets!". Una consigna que puede parecer muy revolucionario, pero que no es más que un sintoma de "infantilismo izquierdista", enfermedad ésta que es necesario combatir adecuadamente. "El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo" escribió Lenin, y me apresuro a reconocer que Lenin murió en 1921, antes de que alguien lo haga por mi.Sólo con la desaparición del trio dirigente, Bullejos, Adame y Trilla, y el acercamiento del PCE a las fuerzas burguesas republicanas, que tendrá su máxima representación en la Constitución del Frente Popular en 1936, van a salir los comunistas de su aislamiento y a convertirse en una organización de masas.
Una organización de masas, que va a ser la única capaz de dotar de una estructura militar a unas milicias inconexas e inexpertas, estructura imprecindible, y no me importa repetirlo IMPRESCINDIBLE, para hacer frente al ejército sublevado. Es evidente que los sucesos del 37 existieron, pero ¿Fueron los comunistas del PCE y PSUC los únicos responsables? ¿No es cierto que hubo quienes antepusieron unas curiosisimas "colectivizaciones" de tierra a la defensa de la República? Y digo curiosísimas porque los afectados nunca las entendieron, ni los previos dueños, en general pequeños campesinos, ni los teóricamente beneficiados. Y tampoco está de más recordar las palabras de alguien tan poco sospechoso de "estar a las órdenes de Moscú" como Buenaventura Durruti:"primero hay que ganar la guerra, después la Revolución".
Sin justificar la no proyección de la película de Ken Loach por parte del CAU, por injustificable, la película en cuestión es un panfleto sectario con una visión maniquea en las que los comunistas, me refiero siempre a lo que Antonio llama los comunistas oficiales, son una especie de autómatas sin sentimientos, que al dictado de Moscú, ahogan sin compasión las expectativas revolucionarias que los angelicales militantes de CNT, FAI y POUM, transmitían de una forma didáctica entre las masas. Porque del papel de la CNT y del POUM mucho habría que hablar. Desde luego yo no creo que ni Andreu Nin, ni otros dirigentes del POUM fueran aliados del fascismo, ni me siento orgulloso de su desaparición, como no lo estoy de la de Trotski, vaya por delante. Las asumo porque forman parte de mi equipaje político y apechugo con ellas, pero tambien tengo que decir que la excesiva permisividad de la CNT a la hora de extender sus carnets posibilitó que muchos "quintacolumnistas" se ampararan en esas siglas para salvar el pellejo. Y como los ejemplos sirven para algo valga decir que trás el golpe de Casado el 28 de marzo de 1939, la Brigada Mixta Ferroviaria no fue desarmada por el los regulares de Franco, sino que fue desarmada y entregada al enemigo por la unidad al mando de Cipriano Mera, dirigente anarcosindicalista de la construcción, y lo sé de primera mano porque uno de los desarmados y entregados fue mi padre, destinado en el tren blindado del Norte como servidor de una ametralladora antiaérea.
Y como las cosas hay que decirlas del todo, no está de más recordar que la única ayuda militar y humana que recibió la República, las Brigadas Internacionales, eran en su 90% comunistas, y que las armas y los aviones del ejército popular de la República, procedian en su inmensa mayoría de la URSS, dirigida entonces por el vituperado, probablemente con toda la razón del mundo, Stalin.
Por último, mi querido Antonio, comparar los muertos causados por el fascismo, con los que pudieran ocasionarse por el enfrentamiento entre el PCE y la CNT y el POUM no son de recibo, sinceramente.
Enfin Antonio, esta es una vieja discrepancia, un disenso de muchos años, pero es refrescante que todavía, hoy que no somos niños, estemos en condiciones de mantener, esta es la grandeza de la izquierda, y puede que nuestro talón de Aquiles, pero yo me niego a renunciar a ella. Y como se trata de unir y no separar acabemos con el grito unitario de :
¡hala madrid!
Sólo por eso, mereció la pena. Sólo por eso, y por el deseo de miles de personas de avanzar y mejorar. Yo no soy perfecto, nadie lo es. Tampoco la República lo fue. Pero comparandola con cualquier otro momento de la historia de España fue un sueño. Y lo sigue siendo.
Saludos desde el agua
Le arrojo, pues, el guante, pero con retardo automático, de modo que mañana (hoy cuando temrino de escribir), a alguna hora que pueda, le contestaré como se merece (o sea, bien).
(Y que conste que por obligarme a ajustarme los pantalones más arriba de donde los llevaba para articular una respuesta en consonancia con su muy bien expuesta disertación, le haré pagar en breve una comida de las que yo hacía hace unos veinte años, o sea que prepare su cuenta corriente).
Es insostenible afirmar, por ejemplo, que "muchos brigadistas vinieron a España a luchar por la democracia y el socialismo" como dijo no ha mucho Llamazares. Estoy convencido de que muchos vinieron a luchar por la democracia, y muchos por el socialismo, pero por lo uno y lo otro a la vez y simultáneamente es una cosa metafísicamente imposible... aunque la dialéctica de Hegel, aplicada por Marx a la economía (mejor "materialismo economicista" que "materialismo histórico" o "científico") hacen milagros. Pero es que los milagros no existen, y hay que darse cuenta, al menos, de que la IIª República no fue un período de grandes demócratas, sí, los había de la "democracia verdadera" y la "libertad verdadera", pero la experiencia histórica demuestra que esos son de todo menos de la democracia y la libertad. Por mi parte no tengo ninguna vinculación moral con semejante gentuza (en el ´36 el 90% de los políticos son gentuza, sumando derecha e izquierda), más preocupados por sus fantasías de progreso o de conservación que por la vida de la gente corriente: por un lado los de las profecías, profetas de una nueva religión y por el otro de las tradiciones, tan irracionales tantas y tantas veces.
Festejar el aniversario de la IIª República como un intento de instaurar la democracia en este país me parece de lo más loable; tratar de vincular los partidos e ideologías de entonces me parece de lo más penoso: como si el PSOE de la época fuera una cosa fantástica, el PCE -reconocidamente- stalinista otra y así sucesivamente. Que la gente tenga intenciones de hacer progresar el país es bonito, pero que para ello sea capaz de pasar por encima, ya no de la legalidad, sino de medio país (en realidad de TODOS los que no son ellos mismos; 80-90%¿?) no es bueno, y se trata de "lo bueno" no de lo "bonito", que si no se cae en análisis de sentimientos y estupideces que son lo más irracional y anticientífico. También los nazis creían que estaban haciendo algo bueno, no nos engañemos.
Saludos
Con todos los respetos, me parece que usted establece igualdades y comparaciones entre cosas de distinta naturaleza. Así, habla de marxismo y de democracia, cuando una cosa y otra no son opuestas, pero porque no pertenecen a la misma dimensión.
Karl Marx elaboró dos tipos de cosa: por un lado, una teoría económica que ningún liberal ha podido refutar más allá de la propaganda (el liberalismo no es más que propaganda sin base científica en nada) y que se ha demostrado y se sigue demostrando plenamente vigente en aquellas facetas que la propia teoría podía aprehender (no en aquellos fenómenos surgidos posteriormente a su época y que eran imprevisibles); y, por otra parte, una serie de documentos políticos y lo que ahora llamaríamos sindicales, relacionados con su actividad de cara a la fundación de la Primera Internacional y la posterior actividad de ésta.
Esta última faceta es la que sí podría tener puntos de contacto con el problema de la democracia, pero no es la que ha dado fama a lo que conocemos como "marxismo", y desde luego no tiene sentido comparar lo que Marx planteaba en este terreno en su momento (que no es trasladable a otras épocas, a diferencia de sus teorías económicas) con lo que ahora llamaríamos democracia.
En la época de Marx, sin duda las propuestas de organización independiente de los trabajadores y de acción orientada a lo que se llamó su emancipación social y económica, eran lo más democrático (democracia = gobierno del pueblo) que se podía encontrar.
Lo que nunca ha sido democrático ha sido el gobierno sustentado en el poder de una élite, sea ésta cual sea. Por eso no es democrático un régimen en el que el poder está en manos exclusivamente de una élite económica (oligarquía), o religiosa (teocracia) o burocrática (las antiguas repúblicas soviéticas y regímenes aledaños). Los órganos de poder esbozados (sólo esbozados, pues en su época no hubo lugar a más) por Marx y sus amigos no tenían nada de élite, de ningún tipo. Eran lo más aproximado a un gobierno real del pueblo. Una democracia.
Tal y como dejé dicho ayer, procedo ahora a intentar contestar a su extenso y argumentado comentario anterior.
Dejo de lado el preámbulo histórico con el que estoy esencialmente de acuerdo y paso a centrarme en lo siguiente:
" (...) Para un marxista, en España, procurar la llegada de la III República es prioritario, y utilizar los simbolos de la II como arma propagandística puede que necesario, y en ningún caso contradictorio, como Antonio pretende insinuar, con la Revolución Socialista (...)"
Yo no digo nada, ni siquiera lo insinúo, sobre la idoneidad del recurso a la propaganda positiva sobre la Segunda República con vistas a preparar la Tercera. Es algo que forma parte de una discusión distinta en la que, francamente, creo que estaríamos más de acuerdo. Yo me refiero en mi nota, con respecto a la cuestión de República versus Revolución (perdóneseme la generalización), sólo al contexto de la Segunda República, y para nada tiene que ver la posible Tercera.
Y en ese contexto, desde luego que la defensa de la República acabó siendo contradictorio con el impulso de la revolución social. Es obvio que quienes se consideran herederos, con mayor o menor grado de aceptación de esa herencia, de quienes mantuvieron posturas como las del PCE en aquella época, seguirán pensando que en el dilema entre ganar la guerra o hacer la revolución, había que optar por lo primero. Con ello obvian algo importantísimo: entre quienes defendían lo segundo, no existía nadie que no quisiera también ganar la guerra.
Haces una afirmación en mi opinión bastante discutible: "Para un marxista, en España, procurar la llegada de la III República es prioritario (...)". Sinceramente, al igual que algún otro comentarista, creo que una república, por sí misma, no añadiría nada fundamental al régimen que tenemos, en el sentido de avance (mayor o menor, pero avance) hacia una revolución social y económica... que es lo que creo yo que un marxista debe buscar siempre. Puede que añadiese el gustazo de quitarnos a los Borbón de encima, que no estaría mal, pero las estructuras del régimen cambiarían poco y sobre todo en las formas (puede que, de rebote, el cambio de régimen acabara implicando también una serie de reformas dela Ley electoral, pero no porque una cosa lleve directamente a la otra, sino porque aprovechando el momento de cambios, se viese conveniente hacerlo).
Otra afirmación ("El 14 de Abril de 1931 un muy minoritario, y sectario PCE salió a la calle al grito de "¡Abajo la República, Vivan los Soviets!". Una consigna que puede parecer muy revolucionario, pero que no es más que un sintoma de "infantilismo izquierdista", enfermedad ésta que es necesario combatir adecuadamente.") dice lo que a ti te parezca sobre el PCE, pero nada sobre otras fuerzas políticas. Dicho de otra manera: que una organización como el PCE dijera eso cuando no era -como tú mismo dices- más que una pequeña secta, convertía su consigna en risible. Que lo hubiera hecho la CNT, ya por entonces muy fuerte, habría dado a la consigna un valor distinto, nada infantil y nada izquierdista. Porque las cosas se hacen cuando se pueden, y si se puede, se hacen. Por el contrario, la burocracia de la Tercera Internacional se inventó un complejo entramado de lo que podríamos denominar protocolos revolucionarios que querían sistematizar lo insistematizable y facilitar a las direcciones y a los militantes de los partidos afines, un recetario para saber cuándo sí y cuándo no. Pero las cosas no han funcionado nunca con recetas. Marx no las daba, Lenin algo más y luego lo que alguna corriente política ha llamado sus epígonos, se hincharon de ellas.
También respecto al PCE añades luego que "Sólo con la desaparición del trio dirigente, Bullejos, Adame y Trilla, y el acercamiento del PCE a las fuerzas burguesas republicanas, que tendrá su máxima representación en la Constitución del Frente Popular en 1936, van a salir los comunistas de su aislamiento y a convertirse en una organización de masas". Cierto, muy cierto. Pero tampoco creo que eso diga nada interesante respecto al problema que parece estar más a debate: ¿optar por intentar la guerra y hacer la revolución al mismo tiempo, o sólo por ganar la guerra y luego ya veremos? Evidentemente, el hecho de ganar el PCE rápidamente peso político y organizativo estuvo motivado por diferentes razones. La que tú aduces está en la base de la mayor parte de ellas, pero también hubo otras que fueron más mérito del propio partido, como su capacidad organizativa (no discutida nunca por nadie que yo conozca) y su disciplina (que es una virtud en ciertos momentos y pienso que un defecto en otros, pero es otra discusión...). Y, desde luego, su carácter de representante oficioso de la URSS, que ya por entonces comenzaba a ser una potencia militar apreciable. Pero faltaría por dilucidar no a qué se debió la ganancia de peso político, sino si lo hecho con ese nuevo capital en sus manos fue correcto o no. En mi opinión, no, desde luego.
Lanzas después un párrafo ensalzando las virtudes de la disciplina y la organización militares como condición imprescindible para ganar la guerra y lo contrapones con lo que insinúas (en la línea de una corriente de historiadores muy nutrida, pero no la única ni la más importante, ver los Bolloten, Ronald Fraser y otros) que fue un desastre organizativo militarmente hablando, de aquellos a quienes las fuerzas militares organizadas por el PCE desarmaron y posteriormente persiguieron (POUM y CNT básicamente). Pero no hay ninguna noticia de que en los frentes en los que estas milicias operaban hubiese un problema militar que no se diese en otros lugares. La capacidad militar de las unidades estructuradas por el PCE fue incomparablemente mayor que las de otras cuyo origen estaba en otras fuerzas políticas, pero hay que entender que a ello ayudó no una especie de cuestión mística que tenga que ver con quién tenía razón (son mejores, luego tienen razón), sino con el apoyo decisivo, en el plano organizativo y de medios materiales y humanos del ejército de la URSS. Esta mayor capacidad la destacó el general Rojo y no se pone en duda, pero, insisto, las milicias del POUM o de la CNT, siendo menos eficaces que las del PCE, no lo fueron en absoluto menos que otras unidades del Ejército de la República. Sin embargo, la CNT y el POUM fueron perseguidos y otras unidades relacionadas con otras fuerzas políticas o no relacionadas con nada en especial, no lo fueron. Así que la motivación fue política y no de disciplina militar.
Me sorprende esa novedad que introduces respecto a los testimonios condenatorios de las colectivizaciones anarquistas en Aragón. Comprendo que se trató de procesos traumatizantes para más de uno, que seguro que lo vio fatal. Pero no creo que sea ése un criterio válido para juzgar políticamente lo acertado de esas medidas. Por mi parte, recomiendo la lectura (lamentablemente difícil de efectuar, porque probablemente esté agotado) del libro "Colectivizaciones en Aragón", de los franceses A. Souchy y P. Folgare, en ediciones Fontamara. Y también la visión de una película ("Caudillo", de Basilio Martín Patino, en la que hay extensas referencias a ese fenómeno de las colectivizaciones).
Otra afirmación creo que descaradamente partidista es la de que el 90% de los brigadistas internacionales procedían de partidos comunistas de ésos que yo llamo "ortodoxos". Desconozco la cifra o el porcentaje exacto al respecto, pero desde luego no alcanzaría jamás ese 90%. En la propia película mencionada en mi comentario y en el tuyo ("Tierra y libertad") se hace una alusión evidente al respecto de cómo se encuadraba a la gente en una u otra brigada, tanto si ese encuadramiento se producía en el país de origen, como si se hacía ya en España. En el caso del protagonista de la película, él viene conducido por el Partido Comunista inglés, pero sin una férrea actitud militante, y acaba admitiendo que le encuadren en una unidad de milicias del POUM. En otros muchos casos el hecho de que los partidos comunistas se encargasen del reclutamiento en los países de origen (eso nadie se lo niega) dio lugar a que mucha gente que no era miembro de esos partidos, pero que quería luchar en favor de la República y contra el fascismo, acabara vinculado a una unidad comunista.
Por último en lo que a respuestas a comentarios concretos se refiere, decir que, efectivamente, la URSS fue la única potencia que ayudó militarmente a la Segunda República con armas y personal cualificado. Pero también es cierto que se lo cobró (lo del oro de Moscú y lo que no fue oro, no es únicamente un latiguillo de los fascistas) y que, además, lo utlizó para poner en sus manos el control efectivo de la marcha de la guerra y de la política en España. Habrá a quien eso le parezca normal, pero a mí, no. Porque no se trataba de una transacción comercial en que cada empresa busca ganar lo más posible, sino, supuestamente, de una ayuda solidaria de unos revolucionarios a otros.
En fin, y por encima de todas las anteriores respuestas parciales, don Javier, me parece lo más importante destacar que usted habla de pareceres sobre la actuación política y/o militar de estas o aquellas organizaciones, de estas o aquellas personas, y me parece muy bien, muy discutible y no tiene problemas. Pero yo de lo que hablo es de persecución (no política, sino personal, física), secuestros, cárcel y asesinatos. Esas respuestas se dieron por parte del PCE y de quienes lo consintieron, y no de la "otra parte" (y si las hubo, fueron como respuesta, no como provocación). Y saldar las discrepancias políticas con la cárcel o el asesinato son palabras mayores. Son cosas que ocurrieron en la URSS de Stalin con la frecuencia de todos conocida y que aquí, en España, en pleno auge del estalinismo, se dio también con la frecuencia esperable.
A eso me refiero.
Una vez solucionado lo importante, pasemos a lo académico, que, en gran medida, nos transporta a los años treinta del siglo pasado, e incluso al anterior.
Puedo haber entendido mal, y si es así rectifico que cuando dice:
"Lo que se hizo en ese periodo republicano, breve pero significativo, fue tan malo o peor que lo hecho en la mayor parte del tiempo que lleva funcionando esta democracia que ahora conocemos en España. Y no se trató de una perversión del régimen, sino de un resultado natural de las posibilidades que ese mismo régimen atesora. Con una república pueden gobernar unos haciendo unas cosas, y otros haciendo las contrarias."
Yo entiendo que Ud. está diciendo que la forma de estado republicana, y estamos hablando de la España de 1931, agota sus posibilidades de evolución en su misma esencia. Introduce usted la concepción republicana del Estado com antitética de revolucionaria, e incluso, en su segundo comentario habla abiertamente de "República versus Revolución". Da la sensación, a mi me la da, pero insisto en que puedo estar equivocado, de que usted no celebra el 14 de abril, aunque lo respeta, porque en realidad se está celebrando la proclamación de una "República burguesa", no revolucionaria. Y es verdad, era una "república burguesa" y por eso como marxista, que creo ser y esto es efectivamente discutible, yo sí celebro su llegada, porque pudo llenar el hueco evolutivo, la necesidad de una revolución burguesa que modernizara las estructuras socieconómicas e industriales, que pudiera abandonar una estructura de la propiedad de la tierra (¡ojo! no su colectivización) basada en el latifundismo y la improductividad. Es decir, por utilizar una terminología marxista clásica, que fuera creando las condiciones objetivas para el asalto al poder de los trabajadores organizados. Un asalto directo al poder (¡Todo el poder para los soviets!) como se había hecho en la Rusia de 1917, que si bien es cierto tenía una estructura social tan atrasada,o más, que la España de 1931, también tenía una clase dirigente en descomposición y un ejército deshecho por la guerra europea, hubiera sido en la España de los años treinta una temeridad. Una temeridad "izquierdista" independientemente de si se tratara de un grupo de iluminados como la cúpula del PCE de entonces, o una organización sindical de la talla de la CNT, incluso de la CNT y UGT juntas. Y hubiera sido una temeridad porque no era el momento, como se demostraría posteriormente, de forma dramática, con el intento revolucionario de 1934, aplastado sin contemplaciones por el ejército con, si no la complicidad si la anuencia de sectores burgueses que inicialmente apoyaron a la República. ¿Estoy entonces afirmando que el intento revolucionario de 1934 fue temerario o "izquierdista"? Ni mucho menos, dado que fue en defensa de una agresión anterior, como es la llegada al poder de una fuerza reaccionaria y antirrepublicana com la CEDA. Llegada al poder, todo hay que decirlo ya que estamos repasando presuntas actuaciones "delictivas", por, entre otras razones como el voto femenino, la abstención "activa" pedida por el Comité nacional de CNT, para las elecciones de 1933. Visto con la perspectiva de hoy, la llegada de la CEDA al poder, por las razones expuestas, precipitó un movimiento revolucionario para el que no se daban las condiciones. Y la CNT alguna responsabilidad tuvo, que no se olvide.
Con este análisis, que no es solo mio, tambien es el de Tuñon de Lara, aunque este es sospechoso por su pertenencia al Comité Central del PCE, la dicotomía "ganar la guerra o ganar la revolución" es evidente y no porque los que querían ganar la revolución, no quisieran ganar la guerra, que está fuera de duda, sino porque era imposible. Porque esa revolución "aquí y ahora" espantaba y ponía en contra a una gran cantidad de sectores republicanos que acabaron viendo, sin imaginar lo que venía después, el régimen de Franco como un "mal menor". No era el momento Antonio de colectivizar las tierras, no era el momento de ocupar las fábricas, era el momento de que las tierras produjeran alimentos, era el momento de que las fábricas produjeran lo necesario en una economía de guerra.
En cuanto a la guerra propiamente dicha, yo no insinuo, afirmo categoricamente que las unidades no estructuradas como ejército (no necesariamente estructuradas por el PCE, aunque muchas si lo estaban) eran desde el punto de vista militar un auténtico desastre. Dices que no hay noticias de que en los frentes en que operaban las unidades de CNT y POUM hubiera más desastres que en otras unidades, descontando las controladas por el PCE de las que dices y estamos de acuerdo:
" La capacidad militar de las unidades estructuradas por el PCE fue incomparablemente mayor que las de otras cuyo origen estaba en otras fuerzas".
Y yo no sé de que unidades estamos hablando, que ni son las de CNT POUM, ni las estructuradas en el Ejército popular de la República, que no sólo eran del PCE. Cuando se toma la decisión real, en teoría el EPR se forma en Octubre de 1936 con la integración de las milicias populares en el ejército de la República,y es una decisión del gobierno unitario de la República, son las unidades mayoritariamente cenetistas, si somos rigurosos hay que decir que el POUM era una fuerza pequeña, las que con contumacia se niegan a aceptar la estructura y disciplina militares. Están, por tanto, cometiendo un delito militar grave en tiempo de guerra y eso es lo que tienen que reprimir, y con contundencia ya que se trata de unidades armadas, tanto el Gobierno de la República, como el de la Generalitat. Echarle la culpa al PCE de cumplir con la legalidad republicana, aunque fuera una "República burguesa", cuando lo que está en frente es el fascismo, no me parece objetivo. Es cierto que murieron combatientes revolucionarios, es algo de lo que yo, sinceramente, no me alegro, es más, me duele. Pero también es cierto que podían haber dedicado más esfuerzo a combatir al fascismo que a la "República burguesa", el enemigo era Franco no Stalin, mal que pese, a quien le pese, Stalin o la URSS era el aliado. Aliado que aportó, por cierto, bastante más que el valor que pudiera tener el tan manoseado, por unos y veo que por otros, oro de Moscú, y lo aportó para intentar ganar la guerra, y ya he expuesto antes, las condiciones necesarias, pero no suficientes para ganarlas. Y lo que aportó lo hizo cumpliendo resoluciones emanadas del VII Congreso de la Komintern, presidida por Jorge Dimitrov, que no pretendió nunca establecer "recetas" de universal aplicación, pero si constató que en esos momentos en Europa el peligro no era "el capitalismo" sin más apellidos, sino el fascismo, y para luchar contra el fascismo era imprescindible una alianza de todas las fuerzas antifascistas, sin matices.
Lógico fue, por tanto que la URSS canalizara su ayuda a través de quien representaba firmemente esa política, y no hay que olvidar que el PCE era tan miembro del Komintern como el propio PCUS. Los beneficios que según Antonio obtuvo la URSS por su ayuda, yo no acabo de verlos.
Pone en duda Antonio que fuera comunista "ortodoxo" el 90% de los componentes de las Brigadas internacionales, trabajando donde trabajo sé muy bien como torturar los datos, "acurar" se dice en estadística, por tanto lo retiro y lo dejo sin cuantificar, pero lo que si es cierto es que el reclutamiento, y esto no lo puede negar nadie, fue a través de las distintas secciones de la Internacional Comunista, es decir de los Partidos Comunistas, incluso en países como Alemania e Italia, donde estaban en absoluta clandestinidad.
Decía al principio que esta es una discusión que nos retrotraía al siglo pasado, y lo sigo afirmando, y me parece bueno que de vez en cuando aflore (sin cachondeo alguno Antonio),como otros serios debates que ha habido en el seno del Movimiento Comunista Internacional, y que, no me duelen prendas en reconocer , fueron ahogados por la prepotencia, cuando no por la intransigencia, a veces con consecuencias terribles, dramáticas y dolorosas, de mis camaradas los, por Antonio llamados, comunistas "ortodoxos". Es un pecado que yo hace mucho tiempo me comprometí conmigo mismo a no cometer. Lo cual no quiere decir que con Baraja por medio no vaya a condenarle a Ud. D.Antonio a tener caballo,sota,siete,seis durante toda la partida en la que morderá el polvo.
Me voy a permitir enlazar este 'post' con mi blog por si alguien más, si es que hay alguien tan pirado como nosotros, a parte de fritz y jimmy jaz quiere intervenir
Don Antonio;
Naturalmente, hablo de marxismo y democracia como cosas diferentes, y absolutamente irreconciliables, al menos –y no es poco… es todo- en la práctica. Los regímenes marxistas han demostrado todo excepto que sean partidarios de la democracia y la libertad. La democracia es “el gobierno del pueblo” y no hubo, ni hay ningún régimen “marxista” que permita gobernar al pueblo, antes bien lo contrario. Respecto de la libertad yo la considero primero de todo como personal, individual, aunque luego –y en esto no me extenderé- sea un hecho empírico que no se puede garantizar la libertad de los individuos si se atiende simplemente a su calidad como individuos, garantizando una libertad simplemente formal que no suponga ni de lejos la libertad de todos y ni siquiera –esto es lo realmente importante a efectos prácticos- ciertos mínimos básicos que afecten a todos los individuos.
Respecto de la teoría, aunque la mayoría si no todos, los presupuestos marxistas han sido ya desmontados (lea por ejemplo “La sociedad abierta y sus enemigos” de Karl R. Popper) es un hecho que el colectivismo absoluto que se desprende de algunas de sus teorías impide la simple “libertad de las personas” aspirando a una libertad de las “clases” y los “pueblos” que no se sostiene más a partir de la creencia en una serie de profecías que no existe ninguna prueba de que vayan a cumplirse.
Respecto al segundo párrafo, y con todos los respetos (también antes y, también, después), no sé muy bien a qué se refiere. Aparte de que el liberalismo es bastante válido en los tiempos que corren, su “espíritu” me refiero, no hablo de estos “neoliberales” que pretenden arrasar con todo y se creen en posesión de la verdad absoluta… un poco al estilo de los marxistas :P. Las tendencias económicas de Marx no han sido demostradas, y no sé hasta qué punto han sido refutadas por “los liberal”, pero sí por los hechos. Por poner un ejemplo, uno de los puntales del marxismo como era la teoría de “la miseria y riqueza crecientes”, la primera para “el pueblo” y la segunda para “los capitalistas”, no se cumplió ni siquiera en la época de Marx y, al final de su vida (aunque no tengo del todo claro si esto no lo hizo ya Engels en solitario) tuvo que llamar al pueblo inglés, a los obreros ingleses, “aburguesados”, por el simple hecho de que no eran “cada vez más miserables” y no cumplían así su teoría (ahí “mundializó la teoría diciendo que era en las colonias donde se era cada vez más miserable). Marx propuso el corpus central de su obra (El Capital) en tiempos del laissez faire, en el que por supuesto no había ningún tipo de intervencionismo, cuando comenzó a haber algo de intervencionismo (Trade Unions, por ejemplo) se impidió absolutamente que las profecías de Marx, sus “leyes históricas” –que a lo sumo serían “tendencias”- se cumplieran. Le recomiendo nuevamente el libro de Popper.
Lo de sus documentos políticos es perfectamente disculpable, pero haga la cuenta de que todo el programa político de Marx se reducía al “obreros del mundo uníos”, y nada más. Marx decía que “los trabajadores deben tener el control sobre los medios de producción” pero no decía cómo ni de qué manera: Marx no estableció ninguna directriz respecto de cómo el Estado soviético (por poner el ejemplo cronológicamente más cercano) debía “nacionalizar” o “estatalizar” las empresas. Cierto es que “hay que aplicar el marxismo a cada circunstancia histórica concreta” pero es un hecho que no proponía nada al respecto. Marx se mostraba, además, muy alejado de toda tecnología social, se basaba en sus profecías, que no tienen ya ninguna validez: el estado de cosas y su evolución producirían finalmente el levantamiento social y posteriormente el advenimiento del comunismo; no era necesario –antes bien iluso- realizar ninguna acción desde la política pues esto podía retrasar la llegada del estado socialista (por ejemplo, si el levantamiento era muy prematuro y el poder lo reprimía), aunque también podía adelantarlo (incluso si era rechazado: el rechazo podía hacer que los capitalistas exprimieran más a unos trabajadores derrotados y esto… pues eso), el caso es que eso no era posible saberlo. Todo pura creencia. Además Marx pensaba, como sabrá, que toda ideología era algo así como “un epifenómeno derivado de las circunstancias –o infraestructura- económica” y quizá sea por eso por lo que nada servía: la forma de producción (las “técnicas de producción”) debían cambiar primero, y con ello cambiaría todo lo demás.
Respecto del quinto párrafo decir que un marxista puede ser de lo más demócrata que se puede encontrar… cuando el marxismo no está en el poder, una vez allí es de lo menos. La “Dictadura del proletariado” es, a fin de cuentas, el gobierno de unos pocos en nombre del pueblo; este Gobierno no está limitado y tiene –supuestamente, porque gobierna “por y para el pueblo”- toda la legitimidad, así que puede hacer lo que crea conveniente, y así que pasa lo que pasa.
Sin entrar a discutir sobre la posibilidad o imposibilidad de que “gobierne el pueblo” en sentido estricto: sin representación ninguna, sí digo que tan democrático es que “gobierne el pueblo” (en la práctica, “que no gobierne nadie”) a que el pueblo, de manera libre, decida dar el poder a un grupo concreto. Pero bueno, más allá también de esto, decir que la experiencia histórica demuestra que no ha habido régimen orientado (en mayor o menor medida) por el marxismo que haya tenido el menor signo de democratismo. Y si usted me dice “es que esos no eran marxistas” yo podría decir lo de antes “es que cualquiera puede ser un Gobierno marxista porque Marx no dejó nada de lo que tiene que ser un Gobierno” (y al fin y al cabo “Gobierno” tiene que haber aun sólo durante la “Dictadura del proletariado”).
Termino. Las teorías económicas de Marx están indisolublemente asociadas a las sociológicas, y es evidente que no hay cada vez más obreros; Marx no estaba pensando en abstracto diciendo “hay poseedores/capitalistas y desposeídos” sino que estaba pensando en los obreros que vivían miserablemente en Inglaterra, Alemania y otros países (en Rusia no, por cierto), no se detenía tanto en sus teorías abstractas sino en la realidad palpable -y ojo, que esto es muy loable y acertado- el problema es, básicamente, que los poderes políticos intervinieron en la economía (y poco importa en esto que estamos hablando que fuera gracias al “trabajadores del mundo uníos”) y cambiaron el estado de cosas y su evolución, y las profecías de Marx se invalidaron de principio a fin.
Saludos
Descubro su último comentario con muchísimo tiempo de retraso, lo cual siento. Pero como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Falta por ver si lo será...
Resumiendo: las teorías liberales, en lo económico y mucho más en lo social, son mastodontes de cuando la relativamente joven burguesía creía poder hacer cuanto quisiera, tomar lo que estaba a su alcance (recursos, personas, instituciones...) y usarlo a su antojo, sólo con un objetivo: la maximización del beneficio. El famoso lema del "laissez faire..." nació sintomáticamente cuando, como clase, la burguesía tenía ya el poder consolidado en sus manos. El poder, no sólo los gobiernos.
Me hace gracia, por fijarme sólo en un detalle de lo que usted escribe, que haga referencia al error de Marx al hablar de un futuro de más miseria y más riqueza (no lo formuló exactamente así, pero valga su expresión). Hoy en día, precisamente, se ha vuelto a abrir la brecha entre ricos y pobres mirando la sociedad globalmente, a escala mundial (que es como se pueden juzgar las grandes teorías económicas y sociales). Y eso en un momento en que, por primera vez en la historia, existen los recursos necesarios para erradicar la pobreza globalmente.
Respecto a la libertad, ciertamente los regímenes soviéticos y aledaños no fueron grandes defensores de las libertades individuales, que digamos. Marx tenía que ver con eso... cero, nada. Insisto en que Marx tuvo una actividad política relativamente corta y si bien fue, al parecer, muy importante para él, no ha tenido ni mucho menos tanta trascendencia como la económica. Pero no se vaya de rositas, se lo ruego: la libertad que el liberalismo defiende (por no hablar del neoliberalismo, que usted mismo parece reprobar en cierta medida) no es más que la libertad del poderoso para hacer todo lo necesario para seguir siéndolo.
Al final, evidentemente, todo es un problema de conceptos (desde la hilarante Airbag, todos sabemos que el "conceto" es lo importante): siempre habrá quien esté dispuesto a defender uno u otro, pero al final lo que cuenta a efectos de saber quién tenía razón es lo que la historia dictamina. Y la historia hace ya tiempo que dictaminó que el capitalismo (de cuya vertiente salvaje son principales abanderados los liberales) es el causante de la proximidad en que ahora vivimos respecto al agotamiento final de todo un planeta... ¡en sólo doscientos años! Todo un triste record.
Un saludo.