Demócratas, pero sin pasarse

Las noticias sobre la batalla entre la policía danesa y los manifestantes de varias nacionalidades europeas que se han dado en llamar "antisistema" son cada vez más alarmantes. Tras lo que empezó siendo, desde nuestros ojos hispanos acostumbrados al "vita brevis" de los acontecimientos sociales, una simple escaramuza para desalojar un edificio de Copenhage ocupado y gestionado por lo que, resumiendo, llamaríamos okupas, resulta que la cosa se ha ido ampliando y ahora la policía danesa ha tenido que pedir ayuda a las policías sueca y alemana para contener la rebelión.

En El País de ayer, 6 de marzo (edición impresa, en la digital es de pago) aparece una noticia titulada "Reclamad las calles" en que la corresponsal, Ana Carbajosa, cuenta cómo pudo ver a un punkie "prototípico" llorando "lágrimas de cocodrilo" al ver cómo derribaban el edificio que desde hacía 25 años había sido un símbolo de la cultura alternativa en la capital de Dinamarca. Algunos otros protagonistas que la corresponsal encontró para que le contaran sus versiones de la batalla que se estaba dando, decían que la convocatoria de acciones de protesta se estaba haciendo por el ya conocido método del móvil, y que había que tener mucho cuidado con borrar el mensaje SMS de convocatoria si llegaba a tu aparato, porque si la policía te paraba, te pedía el teléfono y encontraba en él ese mensaje, te detenía. La periodista española no confirma ese extremo, pero lo cierto es que lo cita y no da versiones contrarias.

¿Es posible? ¿Puede ser que hasta ahí se haya llegado en uno de los baluartes de la Europa más democrática? ¿Detenerte por haber recibido un mensaje SMS? Va a resultar que el Estado es demócrata mientras todo el mundo sea muy educado y no se violente porque se acometan ciertas reestructuraciones sociales y económicas imprescindibles para el mejor devenir de los acontecimientos en la amada patria; pero en cuanto alguien mira de reojo y mosqueado, decide que lo que quiere el Estado no es de recibo y se enfrenta a ello, la democracia y los métodos democráticos pueden ir desfilando tranquilamente por delante y con el carnet en la boca, no vaya a ser que nos confundamos y queramos libertinaje en lugar de libertad.

Y ya, de paso, ¿alguien podría explicarle a Ana Carbajosa que "llorar con lágrimas de cocodrilo" es una expresión que alude a la doblez e hipocresía de quien se lamenta por algo, y no a quien llora desconsolado por no importa qué motivo? Gracias.

Comentarios

RGAlmazán ha dicho que…
En temas de control ciudadano, desde el 11-S vamos de cráneo. No se ha pisado fondo todavia. Esperemos que esté pronto el punto de inflexión. Si es verdad, es alarmante por lo que Dinamarca significa: ser uno de los países más tolerantes.
En cuanto a lo de la periodista (lo de las lágrimas de cocodrilo) sugiero que sea castigada con trabajos forzados en La Razón quince días hasta que se aprenda bien el uso de todos los dichos, proverbios, frases hechas, refranes, latiguillos y demás herramientas que adornan y enriquecen el idioma.

SAlud y República
J. G Centeno ha dicho que…
perdón por las tres "aes", mi inexperiencia las ha editado por su cuenta. A lo que vamos.
Cuando los defensores de este sistema político de justificación de la economía de acumulación capitalista, quieren defender su sistema "democrático", lo que los izquierdosos de toda la vida llamábamos de forma despectiva "democracia burguesa", suelen recurrir a ingeniosos juegos de palabras, muchos de ellos creados por un gran humorista llamado Winston Churchill. Uno de los más conocidos es "La democracia es que llamen a tu puerta las cinco de la mañana y es el lechero", otro, todavía más celebrado es "La democracia es el peor de los sistemas..., si exceptuamos todos los demás".No podemos negar, y mucho menos lo haremos los que hemos conocido un sistema político negador de toda clase de libertades, que en este sistema aparentemente democrático, en realidad a quien uno elije es a quien le va a mandar, es infinitamente mejor que un sistema fascista.
Pero este "maravilloso sistema", que disfrutamos en el primer mundo, a veces a costa de putear hasta lo indecente a los del tercer mundo (¿dónde coño se habrá quedado el segundo?) tiene sus límites, y a veces en lugar del lechero aparece, inopinadamente, un policía antidisturbios de fuerte complexión que te explica la gracia de los juegos de palabras antes citados. Y ¿donde nos pone los límites nuestro bendito sistema capitalista?. Pues justamente donde más le duele en la propiedad privada. Podrás poner en cuestión la guerra, la religión, la moral, incluso la propia propiedad privada, pero en cuanto dejes de dar tu opinión, sin dudad de una forma libérrima, y pases a actuar en consecuencia con la opinión que has dado, el lechero se pone un casco, la botella de leche se torna en potente cachiporra, y puede dejarte el lomo al "filtiré".
El edificio que estaba ocupado en la avanzadísima democracia danesa, lo estaba desde hacía mucho tiempo, para uso de la cultura alternativa. ¡Que avanzados son los suecos y los daneses! Además de tener muchas mujeres en sus gobiernos, de tener unos reyes que toman café, y otras bebidas, con sus súbditos, dejan a los "antisistema" que ocupen edificios inutilizados para hacer propaganda de su anarcoide sistema de vida. Pero eso es mientras su legítimo dueño, ¿dónde estriba su legitimidad?, no reclama sus ¿derechos?, porque cuando se reclaman el estado del bienestar manda a sus muy amados antidisturbios a imponer su autoridad.
La globalización de la información a través de los satélites tambien tiene sus ventajas, y no sólo se pueden sintonizar CNN y la FOX, en el canal 305 de Digital+ está Cubavision (para los que tienen la parabólica orientada al ASTRA) y estos últimos días ha estado dado abundante información sobre los sucesos de Copenhague (por cierto, pronuncian Copenjague aspirando la hache), evidentemente con fines claramente propagandista, obviamente lo que a la periodista de "El País" le parecen lágrimas de cocodrilo a los informadores de Cubavisión le parecen la dolorosa consecuencia de la brutal actuación de la policía al servicio de la sociedad capitalista. Cuestión de óptica.