¡Abajo la dictadura de la DGT!

No hace mucho hice referencia a un pasmoso descubrimiento del apreciado don Ricardo acerca de la manera de restaurar, siquiera sea temporalmente, la concordia nacional entre derecha e izquierda. Acogiéndome a la reacción estudiada por el supradicho en ese post, deseo hacer aquí una reflexión sobre el problema del respeto a los límites de velocidad impuestos por los organismos competentes.

Yo creo que es muy apreciable, especialmente para quienes nos movemos frecuentemente por las carreteras del entorno de Madrid, el descenso de la velocidad media de circulación en los últimos dos o tres años. No sé si la razón es la continuidad de las impactantes campañas de publicidad de la Dirección General de Tráfico, el aumento espontáneo de la conciencia ciudadana, el miedo a los medios de control y a las sanciones desplegados recientemente o una combinación de todo ello, pero lo cierto es que, por poner un ejemplo, si hace cuatro o cinco años circular por la M-45 suponía pasar un calvario para intentar respetar el límite de 100 kilómetros por hora impuesto en esa vía, a consecuencia de los muchos vehículos que le adelantaban a uno a 150 km/h. (con la consiguiente sensación de tortuga estúpida que a uno se le ponía), desde hace un tiempo ir a 100 ó a 110 km/h. no supone la misma sensación. Parece que va uno a la velocidad media del personal. Aun teniendo en cuenta la ostensible desmesura de la limitación impuesta (la vía reúne iguales, sino mejores, condiciones que la M-50, y en esta última se puede circular a 120 km/h.; la diferencia, obviamente, es de índole meramente administrativa), aquí parece que la mayoría de la gente no tiene problemas para atenerse a lo impuesto por el código.

Donde sí que se hace difícil, por no decir imposible, es en aquellas vías o tramos en que la limitación se vuelve absurda. Poner el límite en 20 km/h., incluso tratándose de tramos en que sea previsible el cruce de la vía por parte de niños o personas ancianas, supone convertir en no funcionales las calles, sin por ello contribuir a establecer una diferencia clara entre la vida y la muerte de personas por atropello. A más velocidad que la reseñada, si el peatón cruza de manera adecuada (mirando antes y no lanzándose sin previo aviso a la calzada) también es posible frenar y evitar el atropello. Si el peatón no procede correctamente, hay muchas probabilidades de que, aun respetando el límite, se lleve, como mínimo, un golpe importante.

Hay otros casos más demostrativos de lo que digo. Tomaré un par de ejemplos bien cercanos. El primero es el del tramo que une la M-31 (sentido Madrid) con la M-45 (sentido Córdoba). Nada más meterse en el ramal mencionado se produce una curva bastante pronunciada, pero con dos carriles de anchura, en la que la velocidad se reduce a... ¡50 km/h.! En muchas ocasiones he hecho la prueba de reducir la velocidad con la que uno viene de la M-31 (90 km/h) hasta los 50 señalados, y la sensación de que te quedas parado es poco menos que insoportable. Como anécdota, en una ocasión, viendo que un coche de la Guardia Civil venía detrás de mí por ese tramo, reduje la velocidad hasta los 50 km/h indicados en la limitación. Tras pocos segundos de ir detrás de mi vehículo, el coche policial, sin sirena alguna que denotase que estaba realizando un servicio urgente, me sobrepasó a no menos de 65-70 km/h.

Segundo ejemplo: en la vía de servicio existente en la A3, sentido Madrid, a la altura entre la salida para Rivas Este y la de Rivas Oeste, poco después de pasar la salida a calle Cincel, se encuentra uno con una limitación de 60 km/h que no está justificada bajo ningún aspecto de seguridad ni de circulación. Pero lo verdaderamente incoherente del caso es que, pocos metros después de la señal de limitación mencionada, hay otra que indica la velocidad máxima para quienes se salen de la vía de servicio para dirigirse a la avenida de los Almendros. En ese carril de deceleración la limitación de velocidad es de... ¡80 km/h! Resulta, por lo tanto, que en un carril pensado para reducir la velocidad, se la puede aumentar en un 30%.

Aparte de estos ejemplos, todos conocemos los muchos tramos en que las limitaciones temporales de velocidad por obras en la calzada se eternizan en el lugar donde se pusieron originalmente, meses después de que la obra se haya terminado y sin que exista ya ningún motivo que justifique la limitación temporal.

Esto es lo que la gente se resiste a cumplir, y con razón. Costará muchas multas, pero serán multas injustas. Compañeros y compañeras de la derecha: ¡abajo la dictadura de la DGT!

Comentarios

Gracchus Babeuf ha dicho que…
Si conocieras personalmente a los ingenieros de caminos, canales y puertos de la Dirección General de Carreteras de la Comunidad de Madrid, no te sorprendería nada de lo visto. Demasiado bien va todo. Y no hablo de sabotaje, sino de ineptitud.
Daniel Isaac ha dicho que…
Quizás porque sea más pequeña, quizás por el maldito "seny catalá", quizás sean los radares colocados cada 100 metros sobre la vía,
pero lo de las "rondas" que dan acceso a Barcelona es de un respetuoso que dá miedo.
Todos en línea cual orugas Procesionaria a la misma velocidad, con cambios absurdos de la misma, pero nosotros reducimos todos a la vez y en orden...No sé, es una escena curiosa de ver...

Pero luego es de traca coger el coche y patearte medio país.
Kilómetros y kilómetros sin un solo guardia civil de tráfico. Nada, los únicos que he visto en muchos kilómetros recorridos han sido en alguna área de descanso...

me llama la atención , como mínimo...
J. G Centeno ha dicho que…
Me parece evidente que había que meterle mano al mogollón de muertos, que todas las semanas engrosan las estadísticas, y lo que es peor los tanatorios,por accidentes de tráfico. En eso creo que estamos de acuerdo, y puede que una de las medidas a adoptar fuera la de poner orden en la velocidad, puesto que habíamos llegado a un punto en el que cada uno iba a lo que le daba la gana sin tener en cuenta ni las condiciones de la conducción ni las de la carretera. Yo hago todos los días dos veces, y más de un día cuatro, el trayecto entre Madrid (Pza. Castilla) y Alpedrete. Y era muy típico el conductor que con un potente coche, y todos los adimentos de seguridad instalados en él, se colocaba en el carril de la izquierda a 180 Km/h, y se despreocupaba de los demás. Eso ahora se ve difícilmente. Hasta ahí nada que oponer al ordenamiento del caos.De lo que no estoy tan seguro es que la solución pase por una limitación genérica de la velocidad sin tener en cuenta las condiciones de la carretera.Hay tramos de autopista, con tráfico más que fluido, en los que ir a 120 Km/h con un coche medianamente potente produce esa sensación de tortuga de la que hablaba Antonio, y si tienes un reventón, o una rotura de dirección, que dios te coja confesado, tanto a 160 como a 120 km/h. Creo que es mejor no poner un límite fijo a cada tipo de carretera, sí a cada tramo que lo necesite, y al mismo tiempo insistir en que se respeten otras variables, como son la distancia de seguridad entre vehículos, así se hace en Alemania y la siniestralidad es menor. Claro que para ello habría que hacer un estudio serio de todas las carreteras, señalizándolas adecuadamente, y si dice Babeuf que los responsables de hacerlo son un poco inútiles, o mucho, seguiremos con lo fácil, que es poner un límite y muchos radares, para poder recaudar. Por cierto Antoñito ¿Cuántos puntos te han quitado ya, que tan sensibilizado te veo?
Salud y República circulatoria
AF ha dicho que…
Falso y tendencioso, don Javier. Mi proceder es siempre recto e intachable y por lo tanto ningún agente de la autoridad ha podido nunca (en esto de la conducción, me refiero) encontrar ni siquiera un atisbo de motivo por el que reconvenirme, no digo ya sancionarme con pérdida de puntos u otros castigos.

Yo soy bueno.