El valor de un blog

Con evidente retraso, debido a mi no excesivo interés por las teorizaciones sobre el mundo de Internet, he leído estos días "La revolución de los blogs", el libro "blanco" de José Luis Orihuela (eCuaderno.com) sobre el tema.

Me llama la atención la rapidez con que hoy por hoy se extraen conclusiones de fenómenos de tan corta vida como puede ser, no ya Internet en su conjunto, sino los blogs. Comprendo que los ritmos de las realidades relacionadas con tecnologías más o menos nuevas, especialmente las que se relacionan con la comunicación, son distintos a los ritmos de los fenómenos sociales de hace tres o cuatro décadas. Lo comprendo, pero aún así me llama la atención lo que al principio del párrafo he mencionado.

El propio Orihuela fecha el nacimiento de los blogs en torno a 1997-1998. O sea, que estamos hablando de un fenómeno con menos de diez años de vida. Ni siquiera para el ritmo frenético de obsolescencia de hoy en día, se puede considerar éste un plazo medianamente largo. Sin embargo, veo que existe ya una teorización muy amplia respecto a su potencial, sus características y sus efectos sociales, no a medio plazo, sino ya mismo.

Decir que los blogs están cambiando la forma de entender la comunicación por parte de los medios dedicados a ella profesionalmente, me parece como aquellas afirmaciones, hoy vistas con conmiseración (cuando no con burla), de algunos terrícolas del 68 parisino, respecto a lo cerca que estaban de cambiar la vida gracias a sus múltiples avances en materia de posturas sexuales. Es verdad que aprendieron a follar más y mejor que sus antepasados (supongamos), pero, lamentablemente, no cambiaron con ello el mundo.

Ni creo ni dejo de creer en el valor de un blog como formato de comunicación. Tiene sus virtudes indudables, y tiene sus claras limitaciones. Lo que la gente puede sacar de los blogs sigue dependiendo del mismo factor que ha sido clave en el acceso a la información mediante los medios de comunicación tradicionales: la confianza depositada en tal o cual medio, en tal o cual blog. Porque, simplemente, uno tiende a creer lo que le dicen aquellos en quienes confía. Y cada cual sabe por qué confía en ellos.

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