Desilusión con Henning Mankell

La novela negra ha tenido muchas secuelas, no todas ellas interesantes. Para mí, la última con interés fue la saga de Carvalho, si bien admito que las cuatro últimas apenas podían calificarse de novela policiaca, y varias antes se adivinaba el hartazgo del buen Vázquez-Montalbán respecto a la segura obligación de seguir sacando títulos de la serie que más vendía.

Henning Mankell me pareció refrescante en la primera novela que leí de él, La leona blanca. Ahora termino de leer otra en la que el protagonista no es Wallander, el policía que ha hecho famoso a Mankell. En esta otra, más reciente que todas las de la saga Wallander y de título El cerebro de Kennedy, descubro de repente una distancia enorme entre el escritor sólido y sobrio, con argumento creíble (un poco político-fantasioso, pero creíble) de la primera novela mencionada, y éste de la segunda, que parece que se plantea el reto de colocar ante los ojos un misterio imposible, de ésos que funcionan con la mecánica teórica de Hitchcock (con su MacGuffin incluido), pero que en realidad chirría ya en el segundo capítulo.

Mankell, sueco él, nos presenta a una protagonista que cumple bien el estereotipo que los demás europeos tenemos de los suecos (no sé si es el mismo que los suecos tienen de sí mismos), y la coloca en una trama altamente increíble, en la que su único hijo aparece muerto en la cama, aparentemente suicidado. La madre presiente que no hay tal suicidio, sino asesinato, y comienza una disparatada busca de pruebas que lo demuestren.

En el viaje, más enloquecido aún, por cuatro continentes, se encuentra y traba relación, muy confianzuda a las primeras de cambio, con personas desconocidas para ella hasta un día antes, en España, Australia y Mozambique. Una de las pistas aberrantes que lleva en su cartera es una alusión del hijo al cerebro desaparecido de John Fitgerald Kennedy.

¿Qué tiene que ver este cerebro con la trama de la novela? Pues es el MacGuffin. Apenas tiene nada que ver realmente, es como una especie de trampa infantil que Mankell nos tiende para que sigamos leyendo unas páginas más.

No revelaré el desenlace, por si alguien tiene interés en leerla. Pero, la verdad, probaré con otras de la serie de Wallander, porque en este otro plan, a Mankell no hay quien le aguante.

Comentarios

Reina Ardid ha dicho que…
El Cerebro de Kennedy no lo he leido,ya que todo el mundo me habla mal de él. No obstante si te gusto la Leona Blanca te recomiendo que leas toda la saga de Wallander (trata de hacerlo en orden cronológico,que nada tiene que ver con el editorial) porque seguro que no te desilusionara.En mi blog a veces,cuando venzo a la pereza,comento obras suyas. Un saludo
AF ha dicho que…
Gracias por la recomendación, ya he empezado a leer otra de Wallander y coincido contigo.