Más sobre banderas

Ayer escribí sobre banderas para quejarme del abuso que de ellas se hace a veces. Hoy vuelvo a escribir de banderas para defender la legitimidad de su reivindicación. Ya sé que parecerá contradictorio, pero en el fondo es muy sencillo de explicar.

Cuando alguien tiene conciencia de su propia personalidad, de su carácter, de su edad y de su condición y gustos, nada hay que se le haga más cuesta arriba que el padrinazgo no solicitado. Vienen a darte consejos, aunque sean buenos, y no quieres escucharlos. Quieren cederte el asiento y lo rechazas. No quieres que te cedan el asiento; quieres tu propio asiento.

Con los pueblos pasa igual. Yo creo que no tiene fin la discusión en torno a los criterios que deben considerarse válidos para admitir a una entidad humana como nación. Obviamente, sobre eso siempre estará el juicio del interesado y el de los demás, y casi nunca será el mismo. Si hay oposición entre uno y los otros, ese casi nunca pasará a ser un rotundo nunca.

Para mí la cuestión está en la voluntad. Catalunya lleva siglos reivindicando su carácter de nación. A lo largo de ese tiempo habrá habido mezclas de todo tipo, casamientos y nacimientos que habrán alterado la configuración genética de los catalanes, y para quienes crean, pobres ilusos, que el nacionalsmo es una cuestión de genes, estará próximo el momento en que no se podrá reivindicar nada por ese lado.

Pero los mismos que han heredado genes castellanos, andaluces o aragoneses, a la vuelta de unos años parece que, en buena cantidad, se convierten también en catalanes. Otros, no, claro, pero muchos, sí. Cuando esos que sí lo hacen, más todos aquellos que siempre lo habían sido, insisten en decir que son una nación, el papel de un tribunal constitucional es irrelevante. Sus dictámenes pasarán a formar parte de las colecciones de un hipotético museo de la Judicatura, probablemente aliñados con anotaciones al margen en el catálogo de la colección. Una anotación, por ejemplo, que diga: "Sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 rechazando aceptar el término 'nación' para ninguna entidad incorporada al territorio español que no sea la propia España. Ostenta el record de premura en la contestación, con una manifestación de más de un millón de personas realizada pocos días después de darse a conocer".

Así pues, la enorme bandera de no sé cuñantos metros cuadrados que ayer se exhibió en el Paseig de Gràcia, en Barcelona, está jsutificada. Se trata de reivindicar algo lógico que otros te niegan.

La cuestión es que, por desgracia, estoy convencido de que a la vuelta de unos cuantos años después de que una realidad política y social se imponga por encima de las elucubraciones de un cuerpo de técnicos judiciales, los que gestionen esa bandera tan grande que ayer era honrosa y defendible, habrán empezado a hacer de menos a todos aquellos que no sean catalanes de pura cepa. Los inmigrantes comen zarán a notar que aquellos que se sentían heridos por el secuestro de su nacionalidad, se convierten en secuestradores de las nacionalidades de otros negándoles el pan y la sal en salvaguarda y acrecentamiento de sus propios intereses.

Ese será el momento en que se habrá comenzado a abusar de la bandera catalana, como ahora se abusa de la española.

No tenemos remedio, parece.

Comentarios

J. G Centeno ha dicho que…
Sin comentarios, no los necesita.
SPOOK ha dicho que…
Las banderas, como símbolo para representar e identificar algo y/o alguien, son anteriores a las naciones.
La nación no es una entidad humana, es una estructura política surgida en unas determinadas circunstancias sociales en Europa coincidiendo (no por casualidad) con los cambios debidos a la organizaciób capitalista de la economía. Las naciones definidas por acuerdos internacionales para dividir las colonias en Äfrica y Asia central han sido (y son) un fracaso pues la división geográfica no se corresponde con agrupaciones económico-políticas previamente existentes.
De tal modo que la formación primigenia de nación como organización para unir a un grupo social ha derivado posteriormente en la división fronteriza definida por las potencias coloniales para dividir.

Cataluña pertenece al primer tipo de naciones, España lleva cinco siglos intentando formar una nación y aún no lo ha conseguido, y me temo que ya es tarde pues así como la estructura “nación” tuvo un inicio tiene un final que no está muy lejos, La globalización de las relaciones sociales y económicas hacen obsoletas e inútiles la soberanía y las fronteras sin las cuales no es posible la idea de nación. (el fútbol está muy bien pero no es suficiente)
un cordial saludo
Antonio Flórez ha dicho que…
Yo creo, don Spook, que a lo que usted llama nación, habría que aplicarle el término 'estado', que para mí sí es la entidad política con las características que usted menciona, aunque fruto de épocas históricas algo anteriores al capitalismo.

Un saludo.
SPOOK ha dicho que…
Por mi no abramos un debate sobre teoría del estado.
Aporto solo un apunte. El estado (moderno) tiene más de connotación jurídica, la forma jurídica que adopta esa estructura política que he llamado nación. En fin hay autores…
Lo que si me resulta extraño es su término “entidad humana”, otra cosa es que sea una “creación humana”
un cordial saludo
Anónimo ha dicho que…
Los cálculos más fiables, sobre el número de asistentes a la manifestación de Barcelona,indicaban unas 60.000 personas.
Otras opiniones hablan de un millón
y otras de un millón y medio.
¡Ánimo,asi se escribe la historia.
SPOOK ha dicho que…
Para el imbécil sin nombre
El resultado irrefutable tras el análisis tanto de su escrito como de su firma es que usted carece de nombre, sus progenitores no le reconocen.
No es una opinión, es un diagnóstico. El único cálculo fiable que puede mostrar es “su calculo biliar” que le produce un agudo estreñimiento mental
Antonio Flórez ha dicho que…
Por mi parte, como siempre en estos casos, me limito a recordar que no contesto a ningún comentario de nadie que no se identifique, aunque sea con un pseudónimo, da igual si estoy o no de acuerdo con el mismo.

Un saludo