Soldados israelíes confiesan los actos terroristas de su Ejército
Todas y cada una de las advertencias que la gente de izquierda hicimos sobre el genocidio y el asesinato que se estaba cometiendo en Gaza, hace pocos meses, se ven ratificadas ahora por soldados israelíes. Las acusaciones de terrorismo que lanzábamos sobre ese Ejército quedan probadas por confesión de parte. Como ocurriera en Irak poco después de la invasión anglo-hispano-norteamericana, la propia magnitud de los hechos hace imposible su mantenimiento en secreto. Siempre hay gente que, curada de la alienación sufrida por la disciplina militar, termina recapacitando y dándose centa de lo que ha hecho. Les remuerde la conciencia y confiesan.
Es muy de apreciar en el terreno personal la decisión de estos soldados de confesar estos crímenes y dar cuenta, además, de la manera premeditada e institucionalizada en que se fraguaron. Más valor aún tiene políticamente la confesión, por cuanto desvela (para quienes no la tuvieran clara) la naturaleza terrorista del Estado israelí. No me pidan, sin embargo, ninguno de estos soldados que les perdone (por no hablar de que les perdonen los palestinos, aunque son muy libres de hacerlo), porque la confesión no elimina la culpa, y la culpa es mucha.
Para lo que más deben servir estos testimonios es para que otros soldados se replanteen su papel más allá de la cortedad de una época histórica concreta y de una estrategia militar determinada. Para que consideren sus actos en función de una visión meramente vital de la existencia. Dicho de otra manera, que se pregunten: "¿Qué estoy haciendo, en qué me estoy convirtiendo? ¿Realmente no hay alternativa ante el emplazamiento de un superior militar para que asesine a sangre fría a aquella anciana que cruza la calle?"
Y ya, de paso, igual que los soldados israelíes deberían plantearse su existencia en tanto que seres humanos, también deberían planteársela algunos comentaristas, blogueros y abogados que, afincados en tierras gallegas, han tejido cuidadosamente una red de complicidad con esos asesinatos, convirtiéndose así en aquello que tan felizmente denominaron los obtusos políticos del PP: cómplice intelectual.
Es muy de apreciar en el terreno personal la decisión de estos soldados de confesar estos crímenes y dar cuenta, además, de la manera premeditada e institucionalizada en que se fraguaron. Más valor aún tiene políticamente la confesión, por cuanto desvela (para quienes no la tuvieran clara) la naturaleza terrorista del Estado israelí. No me pidan, sin embargo, ninguno de estos soldados que les perdone (por no hablar de que les perdonen los palestinos, aunque son muy libres de hacerlo), porque la confesión no elimina la culpa, y la culpa es mucha.
Para lo que más deben servir estos testimonios es para que otros soldados se replanteen su papel más allá de la cortedad de una época histórica concreta y de una estrategia militar determinada. Para que consideren sus actos en función de una visión meramente vital de la existencia. Dicho de otra manera, que se pregunten: "¿Qué estoy haciendo, en qué me estoy convirtiendo? ¿Realmente no hay alternativa ante el emplazamiento de un superior militar para que asesine a sangre fría a aquella anciana que cruza la calle?"
Y ya, de paso, igual que los soldados israelíes deberían plantearse su existencia en tanto que seres humanos, también deberían planteársela algunos comentaristas, blogueros y abogados que, afincados en tierras gallegas, han tejido cuidadosamente una red de complicidad con esos asesinatos, convirtiéndose así en aquello que tan felizmente denominaron los obtusos políticos del PP: cómplice intelectual.
Comentarios
Es tremendo y luego se quejan de que se les pueda llevar al Tribunal de La Haya.
Y qué tristeza de quien les defiende o ha callado durante este genocidio y pretende ser gente progresista.
Salud y República
1. Doy lecciones cuando me sale de las narices, que para eso puedo.
2. No tengo ninguna pretensión de ayudarle a nada, ni siquiera a plantearse su existencia, lo cual no quiere decir que no deba usted hacerlo solito, que ya es mayor.
3. Si por "hacer" se refiere usted a dispararle en la nuca, dudo mucho que en caso de tener una pistola para ello, considerase rentable hacerlo. Si se refiere a alguna otra cosa (¡¡ese uso del verbo hacer remite a significados algo procaces, francamente...!!), entonces sí que puedo asegurarle que mi interés es nulo.
4. Fuera de la mili, sólo he apuntado en una obra de teatro de aficionados, con desastroso resultado para el actor. Tampoco me seduce apuntarle a usted en forma alguna.
Y basta ya de bobochorreces. Usted ha defendido deshonestamente las barbaridades del Estado israelí cuando las estaban cometiendo, y me la suda si después ha dicho o dejado de decir al embajador israelí nada. Es usted quien se ha convertido en cómplice de esas barbaridades sin que nadie se lo haya pedido (¿o sí lo hicieron?)
Del resto de insensateces que vomita usted, ni contesto, que dan risa, tía Felisa.
Un saludo.
SAlud y República
Y paso del nazi(onal-blochevique) que te jalea aquí.
Un saludo.
Os dejo un enlace interesante llamado "El sionismo como patología" que viene bien al caso: http://www.voltairenet.org/article159251.html
Pasan los días y no eres capaz.
A eso le llamo complicidad. Si, además, hubiera disparado usted algún arma contra palestinos indefensos, le habría acusado de otra cosa. Al ser usted abogado, aunque ejerza en una rama distinta de la penal internacional, esto lo verá claro.
Un saludo.