EL Paso del Noroeste

Hay noticias con sabor a nostalgia, y ésta es una de ellas. El Paso del Nororeste es de esas expresiones que electrizan, que traen tantos recuerdos como un olor a tortilla. Es Julio Verne y son los almanaques amarillentos de épocas pretéritas caídos en mis manos de crío, con los filos de las páginas cortados y comidos por los dedos y el tiempo. Es el aroma de aventura, las últimas aventuras posibles, en una época en que se acababa la terra incognita y ya sólo quedaba por delante la aventura de la tecnología.

Amundsen transitó por estos hielos y pretendió encontrar una vía marítima constantemente abierta que diera a su país, Noruega, un extraordinario poder económico. No lo consiguió porque los hielos en esa zona, decía, son perpetuos. Qué gran error. En pleno cambio climático, Rusia plantó hace poco una bandera bajo los hielos del Polo Norte como guiño para todo el mundo. Una especia de meada de marcaje como la que hacen los perros junto a un árbol o en una esquina. Ahora, Canadá anuncia la construcción de una base de aprovisionamiento en las proximidades de la zona, para no perder comba. Estados Unidos se dejará caer por allí el día menos pensado y seguramente lo haga preguntando a quienes se encuentre si han visto algún terrorista, que es que estábamos buscando a unos...

Dicen que hay grandes recursos energéticos escondidos en esos hielos. Nada podría haber sido más fatal para el frío que quedar en el punto de mira de estos seres que con tanto ahínco buscan convertirlo todo en fuego.